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Detenido el traficante sirio Al Kassar por ofrecer armas a la guerrilla colombiana

Un equipo conjunto de agentes estadounidenses y policías españoles llevó a cabo la operación

José María Irujo

Monzer al Kassar, de 61 años, el conocido traficante de armas sirio residente en Marbella, fue detenido anteayer en el aeropuerto de Barajas (Madrid) bajo la acusación de conspiración contra militares norteamericanos y abastecimiento de armas a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). La detención de Al Kassar se produjo a petición de la Agencia Antidroga de EE UU (DEA), cuya directora, Karen Tandy, y el fiscal de Nueva York, Michael García, presentaron en esa ciudad como una importante operación policial. EE UU pedirá su extradición.

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Al Kassar acababa de llegar a la terminal T-4 del aeropuerto Madrid-Barajas en un vuelo nocturno procedente de Málaga cuando le abordaron varios agentes del Grupo de Localización de Fugitivos de la policía judicial y le comunicaron su detención internacional. Ni él, ni el sirio ni el libanés que guardaban sus espaldas hicieron nada. El traficante lleva toda su vida caminando sobre el filo de la navaja y ha sido detenido y perseguido por tribunales de un largo rosario de países por graves delitos. En Estados Unidos, Canadá y Austria, países donde tiene prohibida la entrada, está declarado persona non grata. En España vivía placidamente en su mansión marbellí, en la urbanización Atalaya del Río Verde, y tenía permiso de residencia.

Mientras Al Kassar era conducido a la Audiencia Nacional, donde le mostraron una orden de arresto fechada en Nueva York el pasado 29 de mayo y firmada por un juez federal, Tareq Mousa al Ghazi y Luis Felipe Moreno Godoy eran detenidos en Rumania. Los tres están acusados por el Tribunal Federal del Distrito Sur de Nueva York de conspiración, tráfico de armas y blanqueo de capitales, presuntos delitos sobre los que los agentes de Agencia Antidroga (DEA) llevaban acumulando pruebas en diversos países desde hace cinco años. La operación se llevaba preparando hace meses, y durante la pasada visita a Madrid de Alberto Gonzales, fiscal general de Estados Unidos, figuró en la agenda de trabajo. Un equipo conjunto de agentes de la DEA y policías españoles cerraron la fase final de la investigación.

Según Karen Tandy, directora de la DEA, y el fiscal Michael García Monzer, Al Kassar y sus socios decidieron en 2006 la venta de armas valoradas en varios millones de dólares a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC) de Colombia, una organización a la que EE UU incluye en todas sus listas negras de grupos terroristas. Entre el material ofrecido presuntamente por el traficante sirio figuran armas cortas y pesadas, "lanzagranadas propulsados por cohetes RPG, misiles antiaéreos tierra aire SAM, miles de ametralladoras y millones de cartuchos de munición", según señala una nota de la Embajada de EE UU en Madrid.

Tanto la Embajada norteamericana como los responsables de la investigación judicial y policial en Nueva York destacaron ayer que el material ofrecido por Al Kassar iba a ser utilizado "para matar a ciudadanos y funcionarios estadounidenses" destacados en Colombia. Por ese motivo, la acusación contra el traficante sirio y sus colaboradores contempla cinco cargos diferentes, dos de pena perpetua, por conspirar contra oficiales y nacionales de EE UU, y tres de penas comprendidas entre los 15 y 25 años por suministro de armas a organización terrorista y blanqueo de capitales. El aventurero sirio, residente en Marbella desde los años ochenta, turbio colaborador de servicios secretos de todo el mundo, se enfrenta en esta ocasión a la posibilidad de permanecer toda su vida en una cárcel norteamericana. "Las pruebas son sólidas y la investigación está atada. Al Kassar tiene un problema", aseguraba ayer una fuente judicial española.

Confidentes infiltrados

La jefa de la DEA, el fiscal de Nueva York y fuentes policiales españolas desvelaron ayer algunos detalles de la operación. Al Kassar y sus colaboradores mostraron a los miembros de la guerrilla colombiana una fotografía del barco que iban a emplear para transportar las armas, así como del armamento y de los sistemas de misiles tierra-aire. También ofrecieron detalles de las cuentas bancarias en el Líbano y España que usaron para ocultar 500.000 dólares.

La DEA utilizó confidentes, infiltrados y cuentas encubiertas de la agencia antidroga que el propio Al Kassar creyó que eran de las FARC y que se nutrían de los beneficios que el grupo terrorista colombiano obtiene desde hace años con el tráfico de cocaína. Las FARC, según informes policiales, se han convertido en uno de los mayores carteles de la droga del mundo y exportan millones de toneladas a EE UU y Europa. El traficante sirio cayó en la trampa y creyó que le pagarían con estos beneficios.

Según la investigación, Al Kassar tuvo una participación personal en esta presunta venta de armas y ofreció a sus dirigentes toneladas de explosivos C4, detonadores y expertos libaneses que se trasladarían hasta un campamento, en una selva fronteriza con Ecuador, para iniciarles en su manejo. Eduardo Aguirre, el embajador norteamericano, calificó de "excelente" la colaboración de EE UU y España en temas de seguridad.

Desde los años setenta Al Kassar ha facilitado armas a distintas facciones armadas en Nicaragua, Chipre, Bosnia, Croacia, Irán, Irak y Somalia, entre otros países. Sus ayudas al Frente para la Liberación de Palestina provocaron que se le bautizara como "el banquero de la OLP". Su red de colaboradores y sociedades pantalla se extiende desde Siria a Rumania.

El traficante de armas compareció ayer durante dos horas ante el juez Juan del Olmo. Permaneció frío y escuchó los cargos por los que le reclama EE UU, según señalaron fuentes judiciales. Al Kassar negó todas las acusaciones y aseguró que se trata de un negocio legal de venta de armas planificado desde Guatemala. El fiscal Enrique Molina pidió su ingreso en prisión. Luego se le trasladó a Marbella para registrar su mansión. Se abre ahora un plazo de 40 días para que las autoridades norteamericanas pidan su extradición.

Al Kassar, ayer en Marbella tras su detención.
Al Kassar, ayer en Marbella tras su detención.REUTERS

Una vida en los juzgados

La presunta implicación de Monzer Al Kassar en el secuestro del crucero Achille Lauro, perpetrado en octubre de 1985 por el grupo terrorista palestino de Abu Abbas, le sentó en el banquillo de los acusados en la Audiencia Nacional en 1995. Había sido detenido tres años antes, también en Barajas, por orden de Baltasar Garzón.

El fiscal pidió 29 años de prisión bajo la acusación de haber facilitado las armas a los secuestradores que asaltaron el barco cuando navegaba por el Mediterráneo con centenares de personas a bordo. Cuatro terroristas se hicieron con el control del Achille Lauro y asesinaron a un pasajero judío, un hombre inválido al que mataron y arrojaron al mar atado a su silla de ruedas. Pedían la libertad de un grupo de palestinos presos en Israel.

Los secuestradores se rindieron a las autoridades de Egipto y Abu Abbas fue condenado en ausencia en Italia. Al Kassar fue juzgado y absuelto por falta de pruebas. El traficante sirio recuperó la libertad y los 2.005 millones de pesetas (12 millones de euros) que había depositado como fianza. Era uno más de sus retos con la justicia.

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Sobre la firma

José María Irujo
Es jefe de Investigación. Especialista en terrorismo de ETA y yihadista, trabajó en El Globo, Cambio 16 y Diario 16. Por sus investigaciones, especialmente el caso Roldán, ha recibido numerosos premios, entre ellos el Ortega y Gasset y el Premio Internacional Rey de España. Ha publicado cinco libros, el último "El Agujero", sobre el 11-M.

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