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Los policías y los perros guardianes del traficante

Juana Viúdez

Los perros guardianes de la residencia de Monser al Kassar en Marbella (Málaga) no recibieron de buen grado ayer a los agentes del Cuerpo Nacional de Policía. Sobre las cuatro de la tarde, y minutos antes de que su dueño llegara a casa escoltado por una verdadera comitiva policial, echaron a ladridos a media docena de extraños que hablaban relajadamente en la parte trasera de su lujosa vivienda.

El registro ordenado por el juez Del Olmo se prolongó durante toda la tarde, tiempo en el que la casa estuvo rodeada de grandes medidas de seguridad y de numerosos periodistas.

Los agentes encargados de la custodia de la vivienda esperaron la llegada del famoso traficante de armas en las amplias zonas de esparcimiento de su residencia, situada en la lujosa urbanización Atalaya Río Verde, muy cerca de Puerto Banús. Como no podían entrar en el domicilio sin la presencia de los agentes judiciales ni del implicado, pasaron parte del día sentados en las sillas de plástico de un jardín con vistas al mar. En el acceso principal, otra patrulla se encargaba de custodiar los accesos de la casa y no permitía que nadie estacionara en las inmediaciones ni que se acercara a los setos que la protegían de miradas curiosas.

Comitiva policial

Sobre las cuatro y media, la comitiva policial en la que viajaba Monser al Kassar llegó a la mansión, situada en el número 4 de la calle Pablo Picasso. Las puertas de forja blanca se abrieron de par en par dejando ver una casa de dos plantas pintada de blanco y rematada con tejas verdes. Los vehículos, dos turismos y dos todoterreno sin indicativos policiales, pararon en la puerta principal y bajaron sus ocupantes.

Nada más descender del coche, Al Kassar saludó con el símbolo de la victoria a dos familiares que le esperaron en la puerta, sentados junto a los periodistas. Tanto sus parientes como los reporteros gráficos se encaramaron a la puerta, desde donde fotografiaron a todas las personas que acababan de llegar. Al Kassar, visiblemente molesto, pidió a los policías con un gesto que no les permitieran asomarse a su propiedad.

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Una veintena de periodistas, que repetían con insistencia el carácter internacional de la detención, aguardaron durante todo el día la llegada y el fin del registro de la lujosa residencia. La jornada dio para contar el número de coches de lujo que circularon delante de sus ojos y para jalear a las residentes que paseaban en bikini por la puerta de la vivienda. Los más veteranos, recordaban el emplazamiento exacto de la casa de una de sus detenciones anteriores, hace aproximadamente 10 años.

Sobre la firma

Juana Viúdez
Es redactora de la sección de España, donde realiza labores de redacción y edición. Ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional en EL PAÍS. Antes trabajó en el diario Málaga Hoy y en Cadena Ser. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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