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Entrevista:JORGE M. REVERTE | Periodista y escritor | 66ª Feria del Libro de Madrid

"En la guerra, fueron más los que quisieron pasar desapercibidos"

José Andrés Rojo

Lo que terminó por complicarle la vida a Mariano Fernández fue saber idiomas. Era un modesto periodista que se había librado del frente gracias a una mano tullida y que había encontrado trabajo en Burgos, en los Servicios de Propaganda que controlaba Ridruejo. Hasta que un día lo llamó el general Severiano Martínez Anido, jefe de los Servicios Secretos del bando de Franco, y le encargó una delicada misión de espionaje en Barcelona, en la zona roja. No pudo negarse. Su vida sufrió entonces un cambio drástico, pero el vértigo de las complicaciones sólo acababa de comenzar.

Las peripecias de Mariano Fernández las cuenta Jorge Martínez Reverte (Madrid, 1948) en Triple agente (Espasa), la novela que acaba de publicar y que ha subtitulado Las aventuras de un espía a su pesar en la Guerra Civil. "En la ficción puedo fabricar los personajes", explica Reverte. "En la realidad, no, y quería evitar esta vez los dolorosos efectos que vienen detrás de todas esas relaciones que establecí para mis últimos libros de historia, y es que poco a poco se me van todos muriendo". Se refiere a su trato con los supervivientes de la guerra a los que entrevistó para poder trasladar sus experiencias a las páginas que ha dedicado a las batallas del Ebro y Madrid y a la caída de Cataluña.

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Los personajes centrales son fabricados, pero no los sucesos de aquellos días de marzo de 1938 en los que se desarrolla la trama, ni tampoco las figuras históricas que va conociendo el joven e inexperto Mariano Fernández durante el peligroso itinerario que lo lleva de Burgos a San Sebastián y de ahí a Francia y después a Barcelona. "También son reales las visitas turísticas que organizaba Luis Bolín en la retaguardia franquista para que monjas y damas de la alta sociedad inglesa vieran los campos de concentración donde estaban prisioneros los terribles rojos", cuenta Reverte. El humor es otro de los elementos de su novela. El humor incrustado en el corazón de unos episodios cargados con el dolor y la furia de la guerra.

La mayor contribución del escritor y periodista ha sido esta vez la de meternos en la Guerra Civil por una puerta muy poco transitada, la del espionaje, uno de los temas en los que faltan estudios sistemáticos. "Hubo espionaje en las dos zonas y, lógicamente, espiaron las potencias extranjeras. En Burgos estaban la Gestapo y los servicios secretos franquistas, que dirigió con bastante torpeza Martínez Anido y que luego fueron bastante eficaces en las manos del coronel Ungría". En la zona republicana, el espionaje soviético estaba muy bien engrasado. "En España intervinieron dos maestros en la materia, Otto Katz y Willi Münzenberg. Este último, que fue amante de Marlene Dietrich, se encargó de montar el apoyo solidario de Hollywood a la República. El otro trabajó, sobre todo, en tareas de intoxicación".

Es precisamente esa labor de intoxicación la que el héroe de Jorge M. Reverte encuentra en Barcelona. "En esos días de 1938 se barajó por momentos la posibilidad de que Francia interviniera en la guerra al lado de la República", explica. "Así que sus servicios de espionaje intentaron precipitar esa decisión transmitiendo dos ideas: que en el norte de Marruecos estaba a punto de producirse una insurrección contra las fuerzas de ocupación y que las tropas franquistas tenían previsto atacar Cataluña y que podían, por tanto, amenazar a Francia por el sur".

No consiguieron su objetivo, pero sí lograron que Francia abriera sus fronteras durante unos días para que llegaran refuerzos a las debilitadas fuerzas republicanas. En medio de todo este barullo de datos y contradatos, de noticias llenas de claves y máquinas descodificadoras, de sospechas e interrogatorios y persecuciones, en una ciudad arrasada, además, por las bombas de los aviones italianos, se mueve el joven Mariano Fernández. Por la novela asoman las apasionantes figuras de Kim Philby, el periodista al que Franco adoraba y que espiaba para los soviéticos desde unos años antes; el teniente coronel Morel, jefe de los servicios de espionaje franceses ("uno de los personajes más fascinantes de la guerra", apunta Reverte) o, entre otros, el oscuro miembro de La Cagoule, un grupúsculo de la ultraderecha francesa, que se llamaba Filliol y al que llamaban El Asesino.

En la novela de Jorge M. Reverte se cuenta también una historia de amor y la sutil metamorfosis que padece el protagonista. "A la guerra fueron convencidos de sus respectivas causas los voluntarios que se apuntaron en uno y otro lado a las distintas milicias. Pero fueron muchos más los que quisieron pasar desapercibidos, la mayoría". Y es lo que le ocurre al héroe, a su pesar, de esta trepidante novela. Un hombre corriente que al empezar el conflicto sólo sentía vagas simpatías por el Partido Radical de Lerroux, pero que luego se ve empujado tan cerca del horror que su corazón y sus afectos van modificándose poco a poco.El humor se incrusta en el corazón de unos episodios cargados con el dolor y la furia de la guerra

Jorge Martínez Reverte.
Jorge Martínez Reverte.RICARDO GUTIÉRREZ

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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