Había una vez
Entre Peter Pan y la cruda realidad, la Feria del Libro de Madrid se inauguró el mismo viernes en que se celebraba el Día Internacional de los Niños Perdidos. Además, la letra pequeña se hace cada vez más grande porque la literatura infantil y juvenil no para de crecer. Las librerías españolas viven su particular baby boom. He aquí media docena de caminos para encontrar el tesoro.
- Buscar. Flicts es un color que busca su sitio y no lo encuentra. Ni en los semáforos, ni en las banderas, ni en Colorado, ni en Cabo Verde, ni en el mar Negro. Ni siquiera en el arco iris. Pero no se rinde. Con una idea brillante y sin usar elementos figurativos, Ziraldo Alves Pinto consigue en Flicts (This Side Up) una historia inolvidable sobre los que viven a su manera.
- Responder. "¿Por qué tengo sólo una oreja?", pregunta una niña, y a buscar la respuesta dedica Lucía Etxebarria La fantástica niña pequeña y la Cigüeña Pedigüeña (Destino), un cuento que pone en solfa una palabra adulta que no aparece en el vocabulario infantil: normal.
- Comprender. Belisario es un tigre panadero que encanta a los niños y da miedo a sus padres. Problema a la vista. Belisario (Fondo de Cultura Económica), de Gaëtan Dorémus, es una fábula sobre la tolerancia que hace más por la diversidad que las obras completas de la Unesco.
- Saber. Relatos y poemas para niños extremadamente inteligentes de todas las edades (Anagrama Bolsillo). Pese a la longitud del título de Harold Bloom, es cierto que el saber no ocupa lugar. La mejor demostración es esta antología que reúne lo mejor de cada casa: de Esopo a Kipling pasando por Stevenson. Los clásicos no muerden.
- Preguntar. Leer Caperucita Roja como una lista de la compra y un tratado de anatomía. Los viajes de Gulliver, como el mejor capítulo de Barrio Sésamo. Son algunas de las propuestas de Santiago Alba Rico, guionista de los míticos electroduendes, en Leer con niños (Caballo de Troya). Este ensayo sobre el papel de la literatura y la educación en la jungla salvaje del capitalismo contiene pistas impagables y preguntas inquietantes: ¿En qué se diferencian un castillo, un monasterio, una fábrica y una familia? ¿Para que sirven los niños? ¿Para qué sirven los libros? Y una posible respuesta a esta última: para ganar tiempo.
- Crecer. El Retiro está lleno de libros y de toboganes, como el paraíso. Con todo, para no caer en el bucolismo meloso, van dos avisos. Uno: hoy se inaugura en el Palau de la Virreina, en Barcelona, una exposición que se titula El rey de la casa. Adultos a los 10, niños a los 40. Dos: más difícil que conseguir que lean tus hijos es conseguir que lean tus padres.
Babelia
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