_
_
_
_
Reportaje:

Condenados a tener mala salud

Familiares de presos de Córdoba y Sevilla denuncian deficiencias en la atención sanitaria

El hijo de J. B. tiene cirrosis hepática y trastornos mentales. Once veces le ha citado el especialista en digestivo y once veces ha fallado el paciente. La razón es siempre la misma: el hijo de J. B. está en prisión y no puede ir al médico si no hay policías que le acompañen. Los reclusos no pierden el derecho a la salud por cumplir condena, aunque la experiencia a veces se incline tercamente hacia lo contrario.

En Sevilla, según constató la Juez de Vigilancia Penitenciaria número 2 de Andalucía, se cancelaron el 44% de las citas sanitarias en el exterior de los reclusos durante 2006 por falta de "fuerza conductora". Le ha ocurrido a J. B., pero también al padre de Matilde y Blanca Sánchez. El preso, intervenido de cáncer de laringe, no ha vuelto a revisarse desde que entró en la prisión en octubre de 2005.

Más información
Prisiones sin problemas

Agustín Sánchez García tiene 74 años y está en prisión por maltratar a su esposa, que tras soportar su violencia durante media vida se separó recientemente. Agustín cumple tres años de condena. Las "tres o cuatro" citas con el especialista del hospital Virgen Macarena que ha tenido desde que ingresó en la prisión sevillana se han frustrado.

"No ha salido desde que entró y en su caso es muy importante que tenga revisiones de la garganta porque el cáncer le puede repetir", expone Matilde, que le visita con frecuencia en el centro penitenciario. "Pienso que cuando una persona está allí deberían llevarla al médico cuando le toque", sostiene Matilde. La familia ha solicitado un informe al especialista sobre la anulación de citas.

Los internos en la prisión de Sevilla sufren las mayores deficiencias en la atención especializada: ellos no salen a consultas cuando deberían y los especialistas no acuden a visitarlos. Una opción contemplada en los convenios suscritos entre la Junta de Andalucía y la Administración del Estado para regular el tratamiento médico de los especialistas, ya que la atención primaria se presta dentro de las prisiones por personal médico dependiente de Instituciones Penitenciarias. El SAS argumenta que las visitas a las prisiones es una opción voluntaria del facultativo, mientras que la Asociación Pro Derechos Humanos se queja de que no se incentiva. En algunas cárceles andaluzas sí se reciben visitas periódicas de médicos. Al Acebuche, en Almería, acuden un psiquiatra, una ginecóloga y un dentista, informa María José López Díaz. A otras consultas salen alrededor de una quincena de internos cada día, custodiados por ocho agentes.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Menos fortuna tiene el hijo de Felisa, una cordobesa de 60 años. Tiene 33 años y cumple condena en Algeciras por tráfico de drogas.

No es la primera vez. Estuvo preso durante ocho años y medio por un delito contra la salud pública. Tras salir libre aguantó un año en la calle. "Pero mi hijo no está bien, está enganchado otra vez a la droga". Hace unos meses volvió a prisión, con una pena de dos años y cuatro meses por intentar pasar droga desde Marruecos. "Espero que ahora puedan traerlo de vuelta a la cárcel de Córdoba", comenta Felisa. "Yo no puedo ir a visitarlo a Algeciras". Su minúscula pensión de 311 euros -"¡este año me han subido 11 euros!", dice con ironía- no da para viajes a Cádiz.

Felisa no quiere que salgan sus apellidos ni que se le reconozca en las fotografías. Teme que puedan tomar "represalias" contra su vástago. Y es que Felisa se queja de las deficiencias médicas que sufren algunos internos en las cárceles andaluzas.

Cuando su hijo estaba cumpliendo condena en la antigua prisión de Córdoba se lesionó una mano durante una pelea en el comedor. "Tiraron una silla y le dio a él", cuenta Felisa. Eso fue hace seis años. Y mantiene que tardaron tres años y medio en hacerle una resonancia. "Tenía un hueso de la mano roto y le dijeron que tenían que operarle". Pero esa intervención nunca llegó. A su hijo lo trasladaron a una cárcel de Cantabria y la operación se debió quedar en algún cajón, afirma esta mujer.

Cuando Felisa llevó a su hijo al médico, le preguntó por la fractura de la mano. "Nos dijo que ya no tenía solución, que hace tiempo podría haberse hecho algo pero que ahora el hueso roto se había soldado con otro de la mano y que habría que romperlos y sería peor". Lo único que le recomendó el doctor era que si le dolía "se tomara un antiinflamatorio", recuerda. "Ahora tiene la movilidad reducida en la mano derecha", sostiene Felisa.

La prisión de Córdoba es otra de las cárceles andaluzas donde se han tenido que anular o posponer citas médicas de reos por falta de agentes que puedan acompañarlos, aunque la Asociación pro Derechos Humanos no cuenta con estadísticas de la provincia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_