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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Integración atlántica

La canciller alemana, Angela Merkel, desde su actual posición de presidenta del Consejo Europeo, está logrando su propósito de impulsar la integración económica y financiera de EE UU y la UE. Es una asignatura pendiente del mayor mercado mundial, ligado por inversiones mutuas y comercio que han seguido creciendo en los últimos años al margen de las desavenencias políticas y que representa un 60% del PIB mundial. La cumbre Estados Unidos-Unión Europea, con Bush y Merkel a la cabeza, decidió ayer en Washington avanzar hacia una asociación transatlántica y crear un consejo económico que supervise el desmantelamiento de las barreras no arancelarias que aún impiden una mucho mayor eficiencia de este gran mercado y zona financiera, ahora favorecido por el acuerdo Cielos Abiertos para impulsar los vuelos comerciales.

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Por el acuerdo, ambas partes se comprometen a armonizar sus regulaciones y cooperar en materias como la propiedad intelectual y los mercados financieros. El Consejo Económico Transatlántico estará integrado por un comisario europeo y el asesor económico de la Casa Blanca. Pero la tarea de eliminar barreras regulatorias no corresponde sólo a los Gobiernos. Una cuestión central es lograr normas contables comunes para las empresas, a ambos lados del Atlántico, pues sus efectos pueden repercutir favorablemente a escala global. Los pasos dados a este respecto por la SEC (Securities and Exchange Commision) y sus equivalentes alemán y británico van en la buena dirección, aunque distan aún de unas normas únicas que reduzcan los costes.

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Pero la creación del Consejo Económico Transatlántico no puede disimular las desavenencias que existen. Merkel y Bush han coincidido en valorar la gravedad y urgencia del reto del calentamiento global, pero EE UU insiste en las soluciones tecnológicas y se niega a contemplar cualquier límite obligatorio en las emisiones de CO2, como el Protocolo de Kioto que expira en 2012 y que negoció la propia Merkel cuando era ministra de Medio Ambiente de Alemania. Ésta tendrá que buscar otras vías para lograr un acuerdo al respecto en su cumbre del G 8 en junio en Heiligendamm.

La brecha transatlántica sigue, además, abierta sobre Irak, que ambas partes parecen haber querido sellar en una burbuja para que no contamine el resto de la agenda geopolítica, complicada con las relaciones con Rusia -con el desacuerdo sobre el escudo antimisiles-, Irán o la situación en Oriente Próximo. Las dos orillas del Atlántico se han acercado en términos económicos. Pero la distancia política sigue siendo considerable.

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