Ecuador, muchas leyes y pocas soluciones
El país andino vota hoy el proyecto de reforma constitucional que defiende Correa
Ecuador es frustrante. La terrible realidad económica y social del país andino parece invisible a los ojos de la clase política, enfrascada en una lucha interminable por el poder. Hoy, nueve millones de ecuatorianos decidirán si debe convocarse una Asamblea Constituyente para hacer una nueva Carta Magna, la tercera desde que el país recuperó la democracia en 1978.
La consulta, no sólo trascendente para el futuro político, ha quedado reducida tanto por el presidente, Rafael Correa, como por sus detractores a un referéndum sobre la gestión de un Gobierno que apenas tiene tres meses de vida.
El debate sobre la reforma política ignora la inmigración, el paro y el desastre educativo
En el intenso debate de la última semana sobre la conveniencia de votar sí o no a la Asamblea o para qué servirá la reforma, apenas se ha hablado de que la inmigración está cambiando el tejido social y de que "el 30% de los chicos que acaban sus estudios básicos no entiende lo que lee ni logra hacerse entender, ni sabe las cuatro operaciones matemáticas básicas", como explicó la experta Annunziata Valdéz en televisión. Tampoco se ha discutido cómo la reforma facilitará un acceso al crédito, hoy prohibitivo para la población emprendedora, ni cómo beneficiará a los muchos que ganan un salario básico que no llega a los 150 euros mensuales, la mitad de lo que cuesta la cesta de la compra.
Miriam y Ana han llegado al cuarto de siglo de vida y es un lujo para ellas tomarse un café fuera de casa. Cuentan que no paran de ir a la modista a que les arregle la ropa. Son cajeras de banco y ganan unos 220 euros al mes y hoy votaran sí a la Asamblea porque quieren "un cambio, el que sea". Raúl Novoa tiene 40 años y es taxista. Vive con sus padres, así que lo poco que gana le alcanza. Su caso es un ejemplo de cómo la emigración forzada por la crisis está cambiando a la familia ecuatoriana. Su hermano, que está separado, vive en Quito con su hijo. Su cuñada vive en España, con la otra hija del matrimonio. Ella tiene una nueva pareja en Madrid y el hermano de Raúl otra mujer, cuyo esposo también emigró.
Según la estadística, el paro es de poco más del 10% de la población activa, pero el empleo informal o la gente que no logra trabajar un mes completo supera el 50%. Lo peor se vive en el sur del país. En las provincias de Azuay y Loja hay pueblos enteros sin hombres jóvenes. Ellos emigraron y detrás se quedaron sus esposas, sus hijos y los abuelos. La educación pública en todo el país está en estado de emergencia y la privada es para unos pocos. La buena atención médica es un lujo: "Si usted va a un hospital público, le atienden gratis pero le cobran hasta la tirita", cuenta Gonzalo Arancivia, camarero en un lujoso hotel quiteño. Ni Gonzalo, ni Miriam, Ana o Raúl dicen comprender el alcance de la consulta de hoy.
"Nadie ha hablado de cómo esta reforma dará de comer o dará trabajo", dice Eduardo Delgado, ex sacerdote y dirigente de la Coordinadora de Movimientos Sociales. "Llevo trabajando 18 años con jóvenes de pocos recursos que llevan la desesperanza grabada en la mirada desde niños. Sus pocos ejemplos exitosos provienen de relatos de inmigrantes, muchos ni siquiera son verdad", explica.
Delgado dejó los hábitos por el conflicto que le causó con su orden el que, como responsable de la Universidad Salesiana de Quito, dejara acampar en sus instalaciones a los miles de indígenas que llegaron a la capital en 2000 para acabar con el Gobierno de Jamil Mahuad, tras una crisis financiera que hizo perder a los ahorradores 5.000 millones de euros y dio paso a la dolarización de la economía.
Correa achaca a la adopción del dólar muchos males de la economía. Aunque se ha comprometido a mantener el sistema, ha sugerido que la Constituyente podría sentar las bases para ponerle fin. Todo apunta a que el presidente tendrá hoy una victoria y para antes de finales de año, una nueva Constitución. Una encuesta de Gallup-Cedatos señala que el 66% de los votantes dirá sí a la Asamblea, frente a un 15% de noes.
"Las normas no son lo que fallan en Ecuador, es la gente", dice Raúl Vaca, un veterano político de Izquierda Democrática. "Podemos reformar la Constitución una y otra vez, pero si nadie la cumple, jamás servirá de nada. Seguimos discutiendo los problemas de formas, cuando lo que tenemos es uno grande de fondo", concluye.
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