_
_
_
_
_

Brasil alza una valla para frenar la inmigración ilegal desde Paraguay

El contrabando en la frontera del Paraná daña la economía brasileña

Jorge Marirrodriga

Parece una paradoja surgida del realismo mágico, pero es un proyecto del Gobierno brasileño que ha generado polémica en el Cono Sur americano. Brasil se dispone a levantar un muro en su frontera con Paraguay para tratar de frenar el contrabando y la inmigración ilegal. La valla de separación discurrirá por debajo del puente que une las riberas de ambos países sobre el río Paraná: el puente de la Amistad.

Aunque no contará con las colosales dimensiones de la valla que Estados Unidos construye en su frontera con México, los 1.500 metros de largo y tres de alto del muro brasileño bastarán para frenar en gran parte el incesante contrabando que a plena luz del día y ante la mirada impasible de los agentes de aduanas brasileños se produce desde la paraguaya Ciudad del Este a la brasileña Foz de Iguazú.

En el corazón de la llamada Triple Frontera, Ciudad del Este es una zona libre de impuestos y la tercera ciudad del mundo -después de Hong Kong y Miami- en volumen de comercio por metro cuadrado. La mayor parte de sus bienes de contrabando terminan en São Paulo, la megalópolis brasileña, situada a unos 1.000 kilómetros.

Brasil y Paraguay son socios en un proyecto de integración como es el Mercosur, pero las autoridades de Brasilia llevan años quejándose del daño económico que les produce el "agujero" de la Triple Frontera. De hecho, existe la figura institucionalizada del pequeño contrabandista denominado sacoleiro. Se trata de hombres y mujeres que en bolsas cargan toda la mercancía que pueden y, tras atravesar el puente, la descuelgan en la orilla brasileña antes de llegar a los puestos de control o directamente cruzan a través de éstos.

Por la barandilla del puente cae de todo: desde cajas de cigarrillos a inmensos neumáticos destinados a vehículos industriales. Brasilia insiste en que la valla "no trata de separar, sino de regular el intercambio comercial y turístico", y el Gobierno de Asunción se niega a utilizar la palabra "muro" asegurando que se trata de una obra de "reformas" en la orilla brasileña del río que tiene una duración prevista de siete meses. Sin embargo, la poderosa Cámara de Comercio de Ciudad del Este acusa a los brasileños de intentar estrangular la economía local. Ciudad del Este, que apenas cuenta con una treintena de años de vida, surgió como un asentamiento de obreros que trabajaban en la construcción de la gigantesca presa brasileña de Itaipú y para estimular su crecimiento se la declaró zona libre de impuestos, atrayendo de inmediato a comerciantes de todo el mundo, especialmente de Líbano.

Pero la creación de la valla no sólo preocupa en el lado paraguayo. Unas 10.000 personas que viven en Foz de Iguazú cruzan el puente de la Amistad a diario para trabajar en Ciudad del Este, y el alcalde de la ciudad brasileña, Paulo McDonald, teme que el parón en la actividad comercial de su vecino repercuta de inmediato en su territorio. "No se puede frenar el desarrollo por afán de recaudar", declaró.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_