Electrodos contra el Parkinson
La electroestimulación cerebral profunda es una alternativa terapéutica que reduce el uso de medicación y sus efectos adversos
La electroestimulación cerebral es uno de los tratamientos quirúrgicos más innovadores de los últimos 30 años para el control de la enfermedad del Parkinson. La técnica consiste en la implantación de un neuroestimulador, un dispositivo similar a un marcapasos, que estimula eléctricamente y de forma precisa las zonas cerebrales afectadas y bloquea las señales eléctricas que causan los síntomas del Parkinson. Esta terapia, que consigue disminuir el temblor y mejorar la capacidad de movimiento, fue aprobada en Europa en 1998. Desde entonces, en España se ha intervenido a 3.000 personas con esta técnica, la mayoría de las cuales ha mejorado su calidad de vida. Tras la operación el paciente no deja de tomar medicación, pero la reduce a la mitad, aminorando los efectos adversos del tratamiento.
En España se han operado 3.000 pacientes desde 1998 y la mayoría de ellos ha mejorado
"Con la experiencia personal y la literatura médica existente puede afirmarse que la estimulación cerebral profunda es una técnica fiable que ofrece mejor calidad a los pacientes porque elimina las fluctuaciones", asegura Francesc Valldeoriola, neurólogo del hospital Clínic de Barcelona. Sin embargo, añade, "sólo un 30% de los enfermos de Parkinson reúnen las condiciones necesarias para ser intervenidos con esta técnica, que además no detiene la progresión de la enfermedad, pues los síntomas reaparecen si deja de aplicarse la terapia".
La operación en la que se implanta el electroestimulador cuesta 25.000 euros y requiere un equipo integrado por un neurólogo, un neurocirujano y un neurofisiólogo. Durante la intervención, el paciente está despierto, de manera que el equipo puede probar la estimulación. Tras la colocación del implante, el paciente y el neurólogo establecen un programa de seguimiento con visitas regulares.
La duración del neuroestimulador depende de los parámetros de estimulación y del número de horas diarias del dispositivo, que puede apagarse con el mando a distancia del paciente. En general, dura entre tres y cinco años, y después es necesario sustituirlo.
El Parkinson es una enfermedad neurológica, crónica y degenerativa, que afecta al sistema nervioso central y a las áreas del cerebro encargadas de coordinar y controlar los movimientos y el tono muscular. En España la padecen más de 100.000 personas. Generalmente se manifiesta a partir de los 60 años, aunque existen casos de Parkinson juvenil, que afecta a personas de entre 20 y 40 años. El primer tratamiento que se desarrolló fue la administración de levodopa, un precursor de la dopamina. La dopamina es una sustancia que produce el cerebro, esencial para realizar de forma correcta movimientos suaves, controlados y normales. El Parkinson se desarrolla cuando se mueren o se deteriora el funcionamiento de las células del cerebro que producen esta sustancia. Entonces aparecen los síntomas característicos de la enfermedad: temblores, rigidez muscular y lentitud motriz.
Josefina Inserte, de 63 años, tiene Parkinson desde hace 15 años. Hace dos meses los médicos del hospital Germans Trias i Pujol de Barcelona la operaron para implantarle un electroestimulador cerebral. "Ha cambiado mi vida. Antes tenía limitaciones, era tímida y estaba apocada. Ahora soy una persona diferente, laboriosa, con ganas de hacer cosas y de arreglarme. Me siento bien las 24 horas del día", asegura.
En 2006, se realizaron 12 operaciones de este tipo en el hospital Germans Trias i Pujol, uno de los 18 hospitales españoles que incluyen la electroestimulación cerebral como alternativa terapéutica para un mejor control de los síntomas del Parkinson.
Yolanda Rueda, presidenta de la Federación Española de Parkinson, recuerda la importancia de informar a los enfermos de todas las terapias a su alcance y reivindica la comunicación entre el neurólogo y el paciente. Sin embargo, la mayor lucha de la federación consiste en reclamar la agilización de las listas de espera.
"Existe una lista de espera tremenda para cirugía de Parkinson. En los grandes hospitales como el de Sant Pau o el Clínic, en Barcelona, o el Gregorio Marañón en Madrid hay listas de más de un año de espera", explica Rueda. Y concreta: "El paciente es candidato en un momento determinado de su vida y si lo hacemos esperar más los beneficios pueden no ser los mismos. Reclamamos a las administraciones que destinen los recursos necesarios para acortar las listas de espera".
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