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Una escuela con dos velocidades lingüísticas

Los colegios afrontan de modo diferente y con distintas preocupaciones la reforma de los modelos

El sistema educativo se enfrenta al mayor reto de su historia con la reforma del actual sistema de modelos lingüísticos y los colegios y, en especial, sus directores serán los encargados de que el cambio se aplique con un resultado positivo. EL PAÍS ha pulsado la opinión de seis responsables de centros para conocer sus impresiones, inquietudes o miedos a cuenta de la propuesta de Educación de implantar un modelo único con el euskera como lengua principal. Ello supone la desaparición de la actual línea de enseñanza en castellano.

Este es el principal cambio, junto al establecimiento de los niveles de conocimiento de las lenguas cooficiales y del inglés que deben alcanzar los alumnos. El departamento dará autonomía a los centros para que desarrollen su propio proyecto lingüístico. La entrevistas con los directores reflejan que cada colegio es un mundo y que el sistema educativo vasco tiene dos velocidades lingüísticas: la de Guipúzcoa, donde el euskera está dominado, y la de Álava y Vizcaya, que van detrás.

Juan Carlos Adot. 'Ikastola' pública de Elgoibar. Modelo D. 365 alumnos

Desde su experiencia, Juan Carlos Adot asegura que el sistema de tres modelos se había agotado al no garantizar un mínimo nivel de euskera a algunos alumnos. Esa división por modelos añadía un factor perturbador, pues no fomentaba la cohesión social entre el alumnado, fundamental en la escuela. "Con la reforma planteada, el castellano no va sufrir ninguna pérdida. El entorno garantiza plenamente el uso de esta lengua", dice. Pese a que Elgoibar pueda dar la impresión de ser un feudo del euskera desde la óptica alavesa o vizcaína, Adot asegura que "hay un elevado conocimiento, pero no se usa tanto en la calle". Advierte así de que la reforma debe ir acompañada de apoyo institucional para que el euskera esté más en la calle.

Sobre los niveles exigidos, no los ve exagerados -"son apropiados"-, cree que su alumnado los alcanzará y aboga por cambiar la mentalidad en las escuelas a la hora de enseñar. "Los alumnos tienen que hablar más. en la escuela, sobre todo escuchan y escriben. Eso tiene que cambiar. Tiene que cambiar la metodología de la clase para que hablen y se expresen en euskera".

Manuel Olano Jauregi. 'Ikastola' Jakintza de Ordizia. Modelo D. 650 alumnos

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Para Manu Olano, la propuesta elaborada por el departamento de Tonxtu Campos resulta "interesante", porque por primera vez se habla de una serie de niveles lingüísticos que deben alcanzar los alumnos. "Necesitábamos esa referencia. Y si todo va acompañado de mayor autonomía para los centros, mejor que mejor", destaca. En su opinión, el alumnado de su ikastola se hallaría en disposición de alcanzarlos ya mismo, por lo que en su caso habrá pocas modificaciones que hacer en el sistema educativo que se sigue en el centro. "Recibo con tranquilidad la propuesta porque no va a suponer un cambio en nuestro proyecto lingüístico", resume.

Olano reconoce que ese nivel de exigencia que para su ikastola concertada es asumible incluso en la actualidad pueda no serlo en el caso de un colegio radicado, por ejemplo, en Vitoria: "Entiendo la dimensión del cambio que exigirá para un colegio vitoriano esta reforma. Por eso los recursos deben ser para quienes más los necesiten".

Su problema no va a estar en el centro educativo, sino en el entorno: "La realidad es que fuera de la ikastola el ambiente de los alumnos se desarrolla en castellano. Es que ese idioma arrasa. El objetivo de la reforma no debe quedarse en los logros lingüísticos en los colegios, sino en conseguir que el euskera se use de una manera normalizada en la calle".

Miguel Ángel Moral. Colegio Vizcaya en Zamudio. Modelos A y B. 1.600 alumnos

Consenso. Esa es la clave para Miguel Ángel Moral, responsable de un colegio concertado laico. Cree que éste podría ser buen momento para acometer la reforma, pero siempre y cuando obtenga un gran consenso entre los partidos y la comunidad educativa. La música del trilingüismo y la autonomía de los centros le suena bien, pero se muestra muy cauto y pide concreciones: "El secreto está en la letra pequeña. ¿Qué significa autonomía de los centros? Todos podemos estar de acuerdo, pero hay que definirla".

Como educador, resalta que la reforma debe centrarse única y exclusivamente en el alumnado. "Todo tiene que pasar por ofrecer lo mejor a los alumnos. Ahora mismo, nuestro centro es competente y favorece la homegeneidad entre los estudiantes. Con el nuevo modelo, ¿va a poder seguir siendo así?" En esta línea, advierte de que los medios y los recursos con que vayan a contar los colegios son esenciales: "No me dan miedo ni vértigo los cambios si todo va acompañado de gran autonomía y medios para los centros que los necesitan. Cuando el departamento habla de nuevo modelo, debe ser consciente de los problemas esas modificaciones pueden implicar. Hay que estudiarlo con detenimiento".

Periko Alkain. Colegio Lasalle de San Sebastián.Modelos B y D. 900 alumnos

El colegio Lasalle, concertado religioso, ha dado un gran salto idiomático en los últimos 20 años, hasta el punto de lograr la plena euskaldunización de su profesorado y pasar de una enseñanza sólo en castellano a otra prácticamente integral en euskera. Periko Alkain se muestra conforme con la propuesta del Gobierno. "Es importante que el modelo sea flexible, que los centros lo puedan adaptar a sus circunstancias y que se marquen los objetivos que hay que lograr. El problema es que, por mucho euskera que se dé en el centro, el idioma no está garantizado por el entorno, al contrario de lo que pasa con el castellano", indica.

Para el colegio Lasalle, la reforma no va a representar un quebradero de cabeza -"es perfectamente asumible"- porque el colegio ya se marca retos más ambiciosos: "Hoy en día ya no es suficiente con saber dos lenguas".

Alkain apunta que el reto radica en cambiar la mentalidad del profesorado a la hora de impartir las clases para que la expresión oral se enriquezca y los alumnos hablen más. "Hay que cambiar el concepto de las clases tradicionales de escribir y escuchar al profesor", sostiene. En cuanto al castellano, pone como ejemplo de que no sufrirá pérdida el que los alumnos del modelo D -exclusivamente en euskera- obtienen mejores notas en la asignatura de Lengua Castellana que los del B -bilingüe-.

Germán Barrios. Colegio Santa María de Vitoria. Modelo A. 140 alumnos

Un 90% de los alumnos del colegio público Santa María de Vitoria son inmigrantes. Sólo cuenta con el modelo de enseñanza en castellano. Ambas son dos de las principales señas de identidad de un centro prácticamente único en Euskadi, que se está haciendo a la medida de los inmigrantes a marchas forzadas. A Germán Barrios, un hombre pragmático, hablar de trilingüismo o de alcanzar un nivel B2 de euskera le queda algo lejos teniendo en cuenta que ninguna de las dos lenguas oficiales de la comunidad es la materna de la mayoría de sus alumnos.

"Para nosotros la reforma tal y como está planteada es una utopía. Nuestra guerra es la de impartir educación en valores, ofrecer más tutorías, atención personalizada a los alumnos, ética, convivencia. No renuncio a que los alumnos logren mejores resultados, pero exigir a una escuela como la nuestra el trilingüismo es una utopía", reconoce.

Barrios se muestra consciente de lo difícil que lo tiene el modelo A para pervivir en la coyuntura actual y por ello asegura: "Intentaremos adaptarnos, pero no somos un colegio al uso. ¡Es que la mayoría de los niños que estudian aquí son árabes!"

No quiere ni oír hablar de que su centro es un gueto. "No. Es un colegio de características especiales donde todos aprenden de todos, sin importar de dónde procede cada cual. A nosotros no se nos puede pedir lo que se va a exigir a todos. No tenemos las mismas posibilidades", responde.

Asun Olano. Colegio Zamakola de Bilbao. Modelos B y D. 600 alumnos

La exigencia del nivel B2 de euskera para todo los alumnos puede resultar "muy injusta" si no se tienen en cuenta una serie de variables que intervienen en el sistema educativo, avisa Asún Olano, responsable de un centro pública. "Hay que ver cuál es la lengua materna de los niños, el entorno en que se mueven, el medio sociocultural del que proceden. Euskaldunizar a los euskaldunes es muy fácil. La dificulta estriba en euskaldunizar a los castellanoparlantes, como es el caso de mi colegio", resalta.

Olano respalda que se sompa el encasillamiento de los tres modelos porque al final resultaba un sistema de clasificación social -"los alumnos más desfavorecidos siempre iban a parar al modelo A de la red pública"-, pero insiste en que es vital tener en cuenta de dónde parte cada colegio en la carrera de la reforma. "Hay que hacer estudios pedagógicos serios que marquen lo que necesita cada centro. No me vale que se hable de la autonomía de los centros si no va acompañada de recursos materiales y humanos. Si no se da más al que más necesita, la carrera es desigual y no hay justicia social. No vale el café para todos", enfatiza.

Sus principios se resumen así: "Sí a la supresión de los tres modelos; hay que tener en cuenta la situación de la que parte cada uno y, por tanto, ofrecer recursos diferentes, y que los partidos alcancen un pacto sobre la reforma, de manera que después podamos trabajar en paz y no utilicen a la escuela en sus luchas".

Alumnos en una clase de la <b><i>ikastola</b></i> Jakintza de Ordizia.
Alumnos en una clase de la ikastola Jakintza de Ordizia.JESÚS URIARTE

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