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Europa cumple 50 años

Merkel logra un consenso de mínimos para reformar las instituciones de la UE

Los Veintisiete pactan una declaración que saca a la Unión de su parón político

Andreu Missé

La canciller alemana, Angela Merkel, recibirá hoy los primeros, aunque modestos, resultados de sus esfuerzos por desatascar la UE de su parón institucional. Los Veintisiete aprobarán en Berlín, con motivo de la conmemoración del 50º aniversario del Tratado de Roma, una declaración solemne que, aunque vaga y con escasos compromisos, arranca un acuerdo de mínimos para que la UE vuelva a caminar. El aspecto más pragmático del texto es que fija una fecha, "antes de las elecciones europeas de 2009", para finalizar las reformas que precisa la UE para afrontar los desafíos de la globalización.

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Después del rechazo de Francia y Holanda a la Constitución Europea en 2005, la UE quedó desprovista de los instrumentos que le confería el nuevo Tratado en materia de política exterior y energía y, sobre todo, en lo relativo a un sistema más ágil y equilibrado de toma de decisiones. Los crecientes desafíos de la globalización, el cambio climático y la seguridad energética hacían más urgentes estos nuevos instrumentos. Pero los dos años de marasmo institucional han favorecido a los euroescépticos.

Merkel llamó ayer al cierre de filas de los líderes europeos para "poner en marcha las nuevas orientaciones institucionales [en alusión a la Constitución] si Europa quiere modelar la globalización conforme a sus valores y como precursora de la protección climática". Se trata de un acuerdo de mínimos pero con un calendario preciso.

Las reticencias de los dos Estados que rechazaron la Constitución, y las de los otros siete que ni siquiera plantearon su ratificación (Reino Unido, República Checa, Polonia, Dinamarca, Suecia, Irlanda y Portugal) han vuelto a aflorar cuando Merkel empezó a negociar el contenido de la Declaración de Berlín, y que debía servir de trampolín para impulsar el proyecto.

El retroceso, más que parón, de estos dos últimos años ha quedado puesto de manifiesto en los intentos de introducir en la Declaración una referencia a las raíces cristianas de la Unión, como pretendían los dirigentes polacos, Lech y Jaroslaw Kaczynski, en una Europa que ya había logrado consolidar mayoritariamente la separación de la religión del Estado.

Pero no eran sólo los gemelos los que pedían una vuelta al pasado. Ayer, el jefe del Gobierno italiano, Romano Prodi, desveló en un encuentro con obispos italianos que había "trabajado largamente y en silencio para introducir una referencia a las raíces cristianas en la Constitución, pero que había fracasado". Prodi añadió que aún no había renunciado a su inclusión. El propio papa Benedicto XVI arremetió ayer contra la UE, a la que acusó de "apóstata de sí misma" por no reconocer "valores universales y absolutos", entre ellos "el cristianismo".

Otra bandera de resistencia antieuropeísta que ha estado lastrando el proyecto de la UE ha sido la enarbolada por Václav Klaus, presidente de la República Checa, reacio a que se mencionara la palabra Constitución en el texto de la Declaración. Klaus considera que el texto de la Declaración "no ha nacido como un verdadero producto común de los Veintisiete".

Por su parte, el primer ministro checo, Mirek Topolanek, desplegó toda suerte de estratagemas para que en el texto que se aprobará hoy no figurase ninguna fecha límite para finalizar el proceso de las reformas de la UE. Una pretensión que no consiguió, al establecerse 2009 como tope para aprobar el nuevo Tratado.

Merkel también ha tenido que afrontar las reticencias del nuevo Gobierno holandés. Las expectativas ahora no son mejores a las de hace dos años, cuando el resultado del referéndum arrojó más de un 60% de votos en contra de la Constitución Europea. El ministro de Exteriores holandés, Maxime Verhagen, sorprendió el pasado 19 de marzo con unas manifestaciones en las que aseguraba que no era conveniente mencionar la palabra Constitución en el documento de Berlín, y que era partidario de limitar las competencias de la Unión en el futuro.

El primer ministro holandés, el demócrata cristiano Jan Peter Balkenende, se mostró ayer, sin embargo, más transigente al asegurar que "su país no será un problema en el proceso de revisión de las instituciones". Pero precisó que "Holanda tiene el deseo de un Tratado modificado, aunque no tenemos necesidad de la palabra Constitución".

A favor de la hoja de ruta para reformar las instituciones, que la canciller alemana se ha comprometido a presentar en la cumbre de jefes de Estado o Gobierno de junio, se encuentran los 18 países que han ratificado la Constitución. Éstos celebraron una reunión en Madrid el pasado 26 de enero, en la que mostraron su disposición a aceptar un nuevo texto Constitucional.

Javier Solana, alto representante de la UE, ha valorado "muy positivamente los esfuerzos de la canciller Merkel" para impulsar las reformas que doten a la UE de los instrumentos "para actuar como actor mundial con los máximos recursos". Solana considera urgente lograr estos nuevos instrumentos y unos mecanismos mejores para la toma de decisiones. En su opinión, estas nuevas competencias se han hecho más evidentes ante el creciente peso de la UE en la búsqueda de soluciones en los principales conflictos internacionales.

Merkel recibió también ayer el respaldo del Partido de los Socialistas Europeos, cuya organización en Alemania forma parte de su coalición de Gobierno.

Soldados alemanes marchan ayer con antorchas frente al castillo de Bellevue, en Berlín.
Soldados alemanes marchan ayer con antorchas frente al castillo de Bellevue, en Berlín.EFE

Escritores contra la violencia en Darfur

Destacados escritores europeos, entre ellos Umberto Eco, los premios Nobel Harold Pinter, Dario Fo y Günter Grass, pidieron ayer a los líderes de la UE reunidos en Berlín que impongan sanciones contra el régimen de Sudán para detener la violencia en la región de Darfur.

En una carta publicada ayer en el periódico británico The Independent, los literatos piden que la UE disponga la congelación de los activos de los líderes del régimen sudanés. Darfur vive un conflicto armado desde que en 2003 las tribus de etnia africana de Darfur se alzaron en armas contra el Gobierno sudanés, de mayoría árabe. La represalia de los guerrilleros árabes, apoyados por el Gobierno, ha causado 200.000 muertos y dos millones de desplazados.

"La Europa que permitió Auschwitz y fracasó en Bosnia no debe tolerar el asesinato en Darfur. Europa es más que una red de clases políticas, más que un club económico de primera", subrayan. "Es una cultura heredada que apoya nuestra creencia común en la dignidad humana. En nombre de esa cultura y esos valores compartidos, pedimos a los líderes de los Veintisiete que impongan sanciones inmediatas".

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