Sanidad poco higiénica
Saben bien los economistas y los especialistas en servicios públicos que tan costoso como ejecutar una inversión pública es dotar el dinero suficiente para mantenerla en funcionamiento con el nivel debido de calidad. Las denuncias de suciedad extrema, cucarachas y fumadores circulando por los pasillos de la unidad de infecciosos del Hospital Clínico de Madrid, entre empleados que no dan abasto para cumplir con un trabajo que les desborda, publicadas por este diario, inclinan a pensar que la sanidad madrileña, dependiente de la comunidad autónoma, se agota en las promesas electorales de construir complejos hospitalarios que producen réditos electorales, mientras se desentiende del esfuerzo menos lucido de sostener en condiciones de higiene y buen servicio los hospitales de la red autonómica. La descripción del estado mugriento y desatendido de una parte del Clínico que realiza el denunciante anónimo en un diario personal parece más propia de los hospitales del tercer mundo que un servicio sufragado con dinero público en una de las regiones más ricas de Europa.
La obligación inexcusable de la comunidad de Madrid es explicar la situación del ala norte del Clínico, con las matizaciones que sean necesarias, y corregirla de forma inmediata. La prestación de un servicio público no puede depender de las tensiones financieras, artificiales o reales, entre la comunidad autónoma y el Gobierno de la nación. Sin embargo, la Consejería de Sanidad de la autonomía madrileña, dirigida por Manuel Lamela, tiene otro frente abierto en el que tampoco se ha lucido por su eficacia y transparencia. En el hospital 12 de Octubre se detectó una infección bacteriana en la Unidad de Cuidados Intensivos que ha causado la muerte de al menos tres bebés prematuros.
La investigación abierta por la dirección de Salud Pública de la Consejería autonómica para esclarecer los hechos ha sido decepcionante. Se ha cerrado en apenas una semana, deja en el aire el análisis de las causas del fallecimiento de un cuarto bebé, no explica la situación de otra decena de neonatos afectados y, en fin, asegura que el centro "ha actuado correctamente", conclusión que no habría que aceptar como artículo de fe sin que medie argumento alguno. En este caso no es criticable en principio la gestión hospitalaria, puesto que ningún hospital está libre de episodios epidemiológicos, sino la celeridad e imprecisión con la que se ha echado tierra al asunto.
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