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Reportaje:

El aguijón de la red avispa

El Gobierno de La Habana mantiene una campaña sin precedentes a favor de cinco agentes cubanos condenados por conspiración y asesinato en Miami

Los servicios secretos cubanos decidieron que el piloto René González, de 34 años, nacido en Chicago, pero criado en Cuba, reunía el perfil adecuado para infiltrarse en el exilio más radical de Miami, espiar a los grupos que lo componen e informar sobre sus planes contrarrevolucionarios. La operación fue preparada meticulosamente: González robó una avioneta cerca de La Habana, en diciembre de 1990, y aterrizó en Boca Chica (Florida) clamando contra la dictadura castrista. Fue acogido con alborozo. Otros cuatro, Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Ramón Labañino y Fernando González, también llegaron a Estados Unidos disimulando sus convicciones revolucionarias.

Durante años pasaron informes a sus superiores. Hasta que el FBI los detuvo en septiembre de 1998, no mucho después de iniciarse una discreta y frustrada colaboración sobre ciertos asuntos entre Washington y La Habana, gracias a la mediación del premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez, amigo personal de Fidel Castro.

El forcejeo jurídico sobre los agentes presos puede llegar al Supremo de EE UU

Fueron condenados en el año 2001 a penas que oscilan entre 15 años de cárcel y las cuatro cadenas perpetuas que cumplen hoy en prisiones de Estados Unidos. Ahora, las fotografías de los cinco presiden manifestaciones, conferencias, edificios ministeriales, hoteles de turistas y colegios de Cuba: el Gobierno de La Habana sostiene una campaña sin precedentes para que los cinco sean juzgados fuera de Miami, porque considera que en esa ciudad, mayoritariamente hostil al régimen de Castro, es imposible un proceso justo.

La misión de los cinco agentes, según sus jefes, no era "espiar al Gobierno de Estados Unidos", sino adentrarse "en los grupos extremistas del sur de Florida y obtener información sobre la actividad terrorista contra Cuba". Por eso rechazan que se les califique de espías y piden que sean reconocidos como "luchadores antiterroristas".

Los jueces de Estados Unidos tenían otro punto de vista. Los agentes cubanos fueron considerados culpables de integrar la Red Avispa, dedicada a "conspirar para espiar". Se les reprochaba no haberse inscrito como agentes extranjeros ante la Fiscalía General de Estados Unidos, así como poner en peligro la seguridad del país y conspirar para cometer asesinato. Uno de los sentenciados, Gerardo Hernández, fue relacionado con el derribo de dos avionetas de la organización anticastrista Hermanos al Rescate y con la muerte de sus cuatro ocupantes por los aviones de combate cubanos que salieron a su encuentro, el 24 de febrero de 1996.

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Las operaciones de agentes de Cuba en Estados Unidos y de Estados Unidos en Cuba son una constante desde que la revolución de 1959 se declaró comunista, estableció acuerdos con la Unión Soviética, entró en colisión con Washington y abolió el sistema de partidos y la propiedad privada en la mayor de las Antillas. Cientos de miles de personas abandonaron la isla: más de medio millón se instalaron en Miami, a 180 kilómetros de la costa cubana. El exilio moderado organizó la resistencia política, pero los extremistas compraron armas y cometieron actos terroristas contra intereses cubanos, más numerosos durante las décadas de los sesenta. Una bomba destruyó un avión cubano en el año 1976, matando a sus 73 pasajeros; otras bombas estallaron en varios hoteles de La Habana en la década de los noventa, causando la muerte de un italiano en 1997. Tres años después fue descubierto un plan para asesinar a Fidel Castro.

Los servicios secretos cubanos cuentan con abundante información sobre el exilio después de haberse infiltrado entre los cientos de miles de personas que se instalaron en Estados Unidos durante las masivas salidas de los años 1959 y 1960, el éxodo de Mariel (1980) o la crisis de los balseros (1994). Otros agentes fueron detenidos antes; pero nunca se había armado tanto revuelo en Cuba como en el caso de los cinco.

"Durante el juicio de Miami se violó, entre otras, la sexta enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, la cual establece que todo acusado tiene derecho a un juicio imparcial", subraya Roberto González, unos de los letrados cubanos. "Eso es imposible en Miami, donde todos tienen una opinión sobre Cuba y desde luego el jurado temía por su seguridad si tomaba una decisión que no agradara a la mafia de esa ciudad". En sintonía con esa argumentación, un tribunal de Atlanta anuló, en el año 2005, el juicio de 2001 en Miami; pero otro de apelaciones lo declaró válido al considerar que "no existe ninguna evidencia" de que los acusados no fueran juzgados "justa e imparcialmente". La defensa de los cinco puede llegar hasta el Supremo de Estados Unidos.

La movilización en defensa de los cinco ha desvelado el cruce de información entre los cuerpos de seguridad de Cuba y de Estados Unidos a propósito de los vuelos de Hermanos al Rescate, una organización que ayuda a los balseros que navegan hacia las costas de Florida, pero que también efectuó 25 vuelos sobre territorio cubano en 20 meses, soltando en algunos casos octavillas con la Declaración Universal de los Derechos Humanos y convocatorias a la sublevación.

El 24 de febrero, después de que La Habana hubiera comunicado a Washington que no iba a consentir más violaciones de su espacio aéreo, las avionetas despegaron hacia la isla, pese a ser advertidas por los controladores militares cubanos de que se acercaban a una zona restringida. Las avionetas continuaron hacia el sur y la aviación cubana les abatió. La Agencia Federal de Aviación (FAA), según los testimonios recogidos en las actas del juicio, fue el organismo que avisó a su contraparte cubana sobre el vuelo de Hermanos al Rescate. Según la acusación, el derribo se produjo en aguas internacionales, y fue salvaje e innecesaria porque pudieron haber obligado a sus ocupantes a tomar tierra; la defensa argumentó que fueron abatidas dentro del espacio aéreo cubano y que ningún país permitiría la sistemática violación de su espacio aéreo con fines subversivos.

Fidel Castro, en un acto celebrado el 23 de junio de 2001 en La Habana en favor de la libertad de los cinco presos.
Fidel Castro, en un acto celebrado el 23 de junio de 2001 en La Habana en favor de la libertad de los cinco presos.AFP

Una sentencia de gran dureza

El caso de "Los cinco héroes", como se les denomina oficialmente en Cuba, recobra actualidad con la campaña del Gobierno a favor de la celebración de un nuevo juicio, fuera de Miami, y su liberación. La última iniciativa corre a cargo del Comité Internacional por la Liberación de los Cinco, uno de los 288 creados en 97 países, incluida España.

Coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, se convocó "a las mujeres del mundo" para que reclamen el derecho a la visita familiar de las esposas de los detenidos, habitualmente denegado por las autoridades norteamericanas. La Red Nacional de Solidaridad con Cuba en Estados Unidos efectuará, el 7 de abril, una marcha.

La movilización es enorme. No pasa día sin que el Gobierno cubano recuerde a los periodistas y visitantes extranjeros la desmesura de las condenas y los "atropellos legales" cometidos contra sus agentes.

Según el recuento de La Habana, "las actividades criminales de las organizaciones anticubanas" en que se infiltraron -entre otras, Alpha 66, Brigada 2506, Comandos F4 y también la Fundación Nacional Cubano-americana- han dejado un saldo de casi 3.500 muertos, lesiones a otros más de 2.000 cubanos y cuantiosos daños materiales a lo largo de más de cuatro décadas.

El régimen cubano considera, además, "escandaloso" que se dictaran cuatro condenas a cadena perpetua sin pruebas de que los reos recabaran información estadounidense secreta en ninguna de las 20.000 páginas de documentación aprehendidas; y que tampoco se demostrara su vinculación con el derribo de las avionetas.

La dureza del castigo impresionó a la defensa: es el mismo impuesto al agente doble norteamericano Aldrich Ames, el caso más grave de espionaje en Estados Unidos, que fue condenado en el año 1994 por vender miles de documentos a los rusos y causar indirectamente la muerte de ocho agentes de la CIA y la detención de otros 100.

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