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Vecinos de Ourense protestan contra la sede del comité antisida

El local está destinado a tareas burocráticas

Un grupo de vecinos del casco histórico de Ourense se ha movilizado contra la labor humanitaria del comité antisida. A lo largo de los tres últimos meses, la asociación vecinal Cabeza de Manzaneda ha salido a la calle pertrechada con pancartas y coreando consignas contrarias a la instalación de una sede social y administrativa de la ONG en esa calle.

La protesta vecinal está dando sus frutos, y la concesión de las licencias municipales se demora. Ayer, los vecinos se echaron una vez más a la calle para fortalecer su posición. El presidente del comité, Alfonso Cid -amenazado en el calor de una de las diversas reuniones conciliatorias- no ceja. "Abriremos la sede, si hace falta con protección policial", señala cansado de ofrecer garantías y reclamar respeto.

Alfonso Cid comprendió en la primera reunión que celebró con los vecinos de la calle Cabeza de Manzaneda que la pretensión de abrir en esa zona una sede social del comité iba a ser una tarea difícil. Cid explicaba ante más de medio centenar de vecinos cuál iba a ser el destino de esa oficina cuando uno de ellos se puso en pie y le advirtió: "Por mis huevos que no la vais a abrir aquí". El presidente del comité le repuso con un rotund:, "Por los míos, que sí". El vecino, amagando con el pulgar e índice en forma de pistola, le espetó: "Te meto dos tiros: uno en la nuca y otro en la boca".

El comité antisida ha insistido hasta la saciedad en que la sede que pretende abrir en la calle Cabeza de Manzaneda es una oficina administrativa a la que acudirán los socios. No se trata de una casa de acogida -como ya tienen en otros puntos de la ciudad, en los que nunca han surgido problemas vecinales- ni tampoco de un asilo, como sugirió la aparejadora municipal en uno de sus informes. Sin embargo, y pese a que el Ayuntamiento de Ourense concedió hace ya tiempo la licencia de obra, la de actividad se demora, lo que da pie al colectivo vecinal a seguir presionando.

"No aquí"

"Nos pidieron cumplido detalle sobre la actividad", señala Cid en referencia a un requerimiento remitido hace 15 días por la aparejadora municipal, que aún no se ha resuelto, "pese a que se le ha dado cumplida información de la actividad que no es otra que la de oficinas, la que marcan los estatutos de esta organización". Mientras tanto, los vecinos vuelven a echarse a la calle con argumentos como el de una de las representantes de la asociación, quien quiso dejar de manifiesto su conciencia solidaria señalando que estaba dispuesta "a trabajar como voluntaria para el comité antisida, pero, desde luego, no aquí".

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Y precisamente ahí, en su calle, en pleno casco histórico de la ciudad, es en donde, según el comité, más falta hace la sede que pretenden abrir. Porque se trata, señala Cid, de "una zona en la que hay problemas muy específicos" "Estamos a apenas 200 metros de la casa de acogida", dice.

Después de dos largos meses, tres intentos de negociación, otras tantas ofertas de conciliación -el comité se ofreció a abrir por un periodo de prueba y a trasladar la oficina en el caso de que surgieran problemas- los vecinos mantienen intacta su oposición y ni siquiera ha sido eficaz la mediación de los tres grupos representados en el Ayuntamiento, ni la defensa acérrima del Consejo Municipal de Salud. "Nos asiste el derecho, la razón y la ley", explica el presidente de la ONG orensana, resignado a tener que abrir las puertas con protección policial en cuanto reciban la licencia municipal.

Pero los vecinos no se atienen a razones. En una de esas reuniones convocadas con ánimo conciliador por el comité, una anciana que acudía con la representación vecinal se acercó solícita a Cid con el ánimo de echar cuentas. "Decirnos cuánto habéis gastado aquí que a lo mejor se os puede reembolsar para que abráis en otra parte", intentaba negociar la anciana para quitarse de encima lo que los vecinos de su calle consideran un gran problema.

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