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Cuando sube el azúcar

A veces, la diabetes está 'escondida'; es decir, la glucosa en la sangre es más elevada de lo normal, pero la anomalía no se detecta hasta que aparecen complicaciones. Problemas que pueden evitarse con revisiones con las que mantener bajo control los niveles y, si es necesario, atajar la enfermedad con ejercicio físico o dieta

La diabetes tipo 2 afecta a más del 10% de la población. El problema es que a veces no produce apenas síntomas y, por tanto, muchas personas que la padecen no lo saben. Se llama diabetes oculta, ya que sólo se diagnosticará una vez que han aparecido las complicaciones. Sin embargo, éstas se pueden evitar si el nivel de glucosa en sangre es cercano a lo normal. Por tanto, es importante conocer pronto si se padece diabetes.

Pero ¿quién debería hacerse una prueba para conocer si la sufre? Dada la relación con la edad, es aconsejable para cualquier persona mayor de 45 años, sobre todo si presenta sobrepeso o alguno de los siguientes factores de riesgo: antecedentes familiares (padres o hermanos con diabetes), hijos que pesaron al nacer más de cuatro kilos, tensión arterial alta o consumo de fármacos para ella, colesterol elevado, una vida sedentaria, síndrome de ovario poliquístico o antecedentes de enfermedades del corazón.

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Para el diagnóstico, a veces basta con un análisis de sangre en ayunas, en el que se encuentra que el azúcar (o glucosa) en sangre está demasiado elevado (superior a una cifra de 126 miligramos por decilitro). Otras veces es necesario hacer una curva de glucosa para ver cómo la glucosa se elimina de la sangre tras la ingesta oral de una cierta cantidad. Con esta curva también se puede diagnosticar la prediabetes, cuyo verdadero nombre científico es intolerancia a hidratos de carbono. Se da cuando el nivel de glucosa es más alto de lo normal, pero no llega a los valores designados como diabetes. En esta situación hay alto riesgo de evolucionar a una diabetes tipo 2 y de padecer enfermedades del corazón. Afortunadamente, está claramente demostrado en estudios científicos que es posible evitar estas enfermedades simplemente bajando un poco de peso y realizando una actividad física moderada.

Sin pinchazos

La glucosa elevada en sangre es dañina para el riñón, los ojos, las arterias y los nervios. Para lograr que disminuya existen diferentes aproximaciones. En algunas personas bastará con una dieta, con bajar de peso o con hacer más ejercicio. Otras pueden necesitar fármacos o insulina inyectada. Hace años existía mucho miedo al tratamiento con insulina, debido al problema de los pinchazos y al riesgo de bajadas severas de azúcar. Ahora disponemos de nuevos fármacos y de insulinas mucho más modernas que han simplificado enormemente el tratamiento. Se espera que en 2007 esté disponible la insulina inhalada, que no es necesario pinchar.

Pilar Riobó es jefe asociado de endocrinología y nutricióndel hospital Jiménez Díaz.

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