Ortega combina pragmatismo y chavismo en su segunda presidencia de Nicaragua
Chávez y Morales acompañan al ex comandante sandinista en su discurso inaugural
Flanqueado por el venezolano Hugo Chávez y el boliviano Evo Morales, los dos líderes latinoamericanos más incómodos para EE UU, el sandinista Daniel Ortega compareció el miércoles por la noche como presidente de Nicaragua ante miles de seguidores con un discurso que combinó el pragmatismo con gestos del pasado revolucionario. Los más críticos recordaron el refrán "Dime con quien andas..." para interpretar la sintonía con Chávez y Morales, en cuyas intervenciones hubo tono encendido y viejas consignas contra el imperialismo norteamericano.
Ortega, el comandante guerrillero que encabezó la revolución contra la tiranía de Somoza, recordó que empuñó las armas en el pasado, pero en su discurso prevaleció la moderación. "Queríamos gobernar desde abajo: una mala palabra para quienes quieren gobernar desde arriba, para enriquecerse y explotar al pueblo", dijo a modo de justificación del fracaso de los sandinistas en el poder en la década de los ochenta, en la que enfrentaron el bloqueo de Estados Unidos y la guerra desatada por la Contra con financiación de Washington.
El miércoles Ortega criticó "el capitalismo salvaje" y "el modelo neoliberal que no ha funcionado en América Latina", pero reiteró su voluntad de mantener los lazos con los organismos financieros internacionales, como el FMI y en Banco Mundial, y con el Gobierno estadounidense. En ninguno de los temas más delicados para sus seguidores y sus detractores adoptó una posición irreductible. Un ejemplo, cuando habló de la tierra, descartó la toma de propiedades y no mencionó la reforma agraria. Toda distribución de tierras tiene que hacerse en el marco de la ley, precisó.
Anunció el ingreso en la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), que preconiza Chávez, y ayer mismo firmó la adhesión nicaragüense en un acto simbólico en Managua. Ortega se ha encargado de subrayar que este paso no es contradictoria con la permanencia de Nicaragua en el tratado de libre comercio de Centroamérica con EE UU, ni con las excelentes relaciones comerciales con Taiwan.
Presencia de Alemán
La mayor sorpresa en la toma de posesión de Ortega fue la presencia en la tribuna de invitados del ex presidente liberal Arnoldo Alemán, condenado a 20 años de prisión por diversos actos de corrupción durante su Gobierno (1996-2000). Los jueces le otorgaron en julio de 2005, por supuestas razones de salud, el beneficio del arresto domiciliario que le permite moverse por Managua.
Símbolo de la corrupción política en la Nicaragua pos-somocista, Alemán fue la causa de la división en las filas del liberalismo que contribuyó en buena medida al triunfo del Frente Sandinista.
El líder sandinista le invitó a la ceremonia aunque no está claro si Alemán contaba con el permiso judicial. Para muchos su presencia fue una burla a la justicia. Impertérrito a las miradas y comentarios críticos, Alemán comentó: "Hoy es día del nuevo presidente, se venció el plazo y se pagó la deuda, se enfrió la sopa y va a haber perros bebiéndola".
Desde su reclusión domiciliaria, El Gordo, como se le conoce popularmente en Nicaragua, sigue siendo un importante referente para un importante sector de la derecha y el líder indiscutible de los 25 diputados del Partido Liberal Constitucionalista.
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