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Reportaje:El final de un dictador

El duelo entre Sadam y los Bush

El ex dictador iraquí pasó en 25 años de aliado a enemigo de Washington

"Después de todo, estamos hablando del hombre que intentó matar a mi padre". George W. Bush -que guarda como recuerdo en un pequeño estudio al lado del Despacho Oval la pistola que llevaba Sadam Husein cuando fue detenido cerca de Tikrit hace algo más de tres años- pronunció estas palabras en Tejas, en septiembre de 2002, en un acto de campaña de las legislativas de aquel año. El presidente estaba en plena construcción de los argumentos para ir a la guerra, y habló de las armas de destrucción masiva y de los vínculos con el terrorismo, pero también mencionó el compló organizado en abril de 1993, supuestamente por el espionaje de Bagdad, para atentar contra el ex presidente George Bush padre en su visita a Kuwait, 25 meses después de que las tropas estadounidenses expulsaran del emirato a los soldados iraquíes que lo invadieron en el verano de 1990.

"Después de todo, estamos hablando del hombre que intentó matar a mi padre"
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La violencia sobrevive a Sadam Husein

El atentado contra Bush padre, en el que iba a utilizarse un coche bomba con dinamita, fue desarticulado. Su sucesor en el cargo, Bill Clinton, pensó que se trataba de un asunto grave -otros tuvieron más dudas- y dio la orden de lanzar misiles sobre centros de espionaje en Bagdad. Eso ayudó a Bush hijo a explicar que no era un asunto personal, que Sadam era peligroso para EE UU.

["No hay duda de que su odio se dirige sobre todo contra nosotros; no hay duda de que no puede soportarnos"]. La frase revelaría, para analistas como Maureen Dowd, de The New York Times, deseos personales de venganza y tortuosas razones edípicas de derrocar a Sadam y acabar la faena que su padre no quiso hacer en 1991.

Pero hay más indicios de que el asunto estaba en el radar presidencial: en noviembre de 1999, antes de llegar a la Casa Blanca, Bush declaró a la BBC: "Nadie anticipó que Sadam iba a durar tanto; hay que finalizar la tarea". El 22 de febrero de 2001, en su primera conferencia de prensa como presidente, Bush dijo sobre Irak: "El secretario de Estado va a escuchar a los aliados para ver cuál es la mejor manera de aplicar una política cuyo objetivo primordial será decir a Sadam que no vamos a tolerar que desarrolle armas de destrucción, y que deje en paz sus vecinos". Y en agosto de ese mismo año, cinco semanas antes del 11-S, señaló: "Sadam Husein ha sido una eterna amenaza. Tiene que abrir las puertas de su país a las inspecciones para saber si está o no desarrollando armas de destrucción masiva". En 2002, en su discurso en la academia militar de West Point, Bush dijo: "Si esperamos a que las amenazas que tenemos se materialicen, habremos esperado demasiado". La historia anterior de las relaciones entre Washington y Bagdad fue muy distinta. Con Kennedy, EE UU ayudó a consolidar el partido Baaz, que preparó el camino para el golpe de Estado que llevó a Sadam al poder después de 1968. En los años 80, durante la guerra Irán-Irak, Sadam fue el hombre clave para contener el incendio fundamentalista de Jomeini: EE UU y los países occidentales, neutrales al principio, apoyaron con armas y material químico a Sadam en cuanto las cosas empezaron a ir mal; nada menos que Donald Rumsfeld fue el enviado especial del presidente Reagan que estrechó la mano de Sadam el 20 de diciembre de 1983. Por exceso de confianza, megalomanía dictatorial o mero error de cálculo, Sadam rompió esta relación con la invasión de Kuwait de 1990. Bush padre orquestó con éxito -la batuta fue de Jim Baker- una coalición internacionalque liberó el emirato. En una decisión muy debatida -y criticada por los neoconservadores que programaron después la guerra de 2003- la Casa Blanca ordenó no llegar a Bagdad para derrocar al dictador.

Antes de la última guerra, Sadam Husein desarrolló una arriesgada estrategia: hacer creer a sus mandos militares que el programa de armas de destrucción masiva estaba en vigor. Sadam estaba convencido de que Francia y Rusia impedirían la guerra para salvar sus intereses económicos y demostrar su poder en la ONU. Incluso una vez comenzada la guerra, el dictador pensaba que su principal riesgo eran los posibles levantamientos de kurdos y chiíes, y que los estadounidenses harían como en 1991. Pero Sadam se equivocó de Bush.

El ex secretario de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld estrecha la mano de Sadam en 1983.
El ex secretario de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld estrecha la mano de Sadam en 1983.GETTY IMAGES

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