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El precio de la naranja cae un 7% desde 1997, pero cada vez se planta más

La superficie de cultivo se reduce un 3% en diez años y la producción sube un 4%

El precio de la naranja navelina era de 17,7 céntimos el kilo en 1997. En 2005, se vendió a 20,5 céntimos el kilo. Un alza relativa del 15%. En el mismo plazo, el índice de precios al consumo subió un 22%. De modo que el precio real de la naranja ha caído un 7% desde 1997. Sin embargo, en los mismos años, los viveros valencianos han vendido una media de dos millones de plantones de navelina al año. Una media que se dispara en la campaña 2004-2005, cuando se vendieron más de tres millones de plantones para producir naranja navelina.

"Si los agricultores cambiaran hanegadas por acciones, el cultivo sí sería rentable"
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Una compleja cadena de costes

Los productores de cítricos auguran el abandono de un tercio de las explotaciones actuales en la próxima campaña si no se garantiza un precio mínimo al agricultor. Pero las estadísticas que elabora la Consejería de Agricultura revelan que la superficie de cultivo de cítricos apenas se ha reducido un 3% entre los años 1994 y 2005, al pasar de 186.942 hectáreas a 180.668, una reducción atribuible al espacio requerido por nuevas infraestructuras o urbanizaciones.

En paralelo, la producción de naranjas, clementinas y limones ha crecido un 4% entre 1994 y 2005, al pasar de 3.512 millones de toneladas a 3.654. Las estadísticas revelan que el sector citrícola está vivo, y parecen contradecir el escenario que pintan los productores, pero los matices son importantes.

Todos los expertos coinciden en señalar que la excesiva parcelación y el pequeño tamaño de las explotaciones está a la base de los problemas de los productores. "Si los agricultores cambiaran hanegadas por acciones", comenta Vicent Abad, historiador y responsable del Museo de la Naranja, "y acumularan explotaciones de un mínimo de 100 hanegadas, el cultivo sí sería rentable". Pero todos los intentos, hasta legales, para combatir el minifundismo han resultado inútiles hasta la fecha en suelo valenciano.

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Muchos grandes productores han optado por desplazar sus plantaciones a Andalucía, donde las características del terreno permiten una explotación industrial que abarata los costes. Ese movimiento afecta al número de plantones vendidos por viveros valencianos en los últimos años.

Pero también es cierto que los cítricos se han extendido en los últimos años a zonas donde nunca se habían visto antes en comarcas del interior de Alicante o Castellón, unas secas y otras secas y frías. Un analista económico sugiere que "se ha lavado mucho dinero negro en nuevas explotaciones de cítricos que ni siquiera se recogen para aprovechar las pérdidas y blanquear".

Al margen de un posible uso torticero del campo, lo cierto es que la naranja ha sufrido una evolución parecida a la de otros productos valencianos tradicionales. Todos ganan menos el agricultor, repiten hasta la saciedad los productores. Es el caso de los zapatos. Vale embalarlos, distribuirlos y venderlos con una determinada marca, pero es ruinoso fabricarlos.

Abad recuerda que se ha disparado la producción de variedades tempranas para evitar los riesgos de las heladas. Y el portavoz de una importante cooperativa apunta que los europeos sólo se acuerdan de las naranjas cuando llega el frío. La acumulación de oferta temprana y el cálido otoño que se ha vivido en toda Europa explicarían el ruinoso arranque de la presente campaña, que ha llevado a los productores a plantarse y exigir precios mínimos garantizados, una exigencia inaceptable para la Unión Europea.

Un técnico de una asociación empresarial sugiere que "debería subvencionarse" el cultivo de cítricos por razones paisajísticas. Y los productores exigen ayudas parecidas a las que se negocian para el sector textil.

Pero otro técnico de la Administración sugiere que "la clave está en la innovación, como en cualquier otra industria". Y Abad concluye que "muchas explotaciones sobreviven porque no constituyen la primera fuente de ingresos de sus titulares" y porque, a la postre, "la solarina se ha convertido en una variedad muy apreciada", aquella que transforma un campo en una urbanización.

La estadística lo confirma, mientras cae el precio de la naranja, el precio de la tierra agrícola se dispara, de 13.000 euros por hectárea en 1997 a 25.600 en 2004, casi el doble.

Un trabajador recoge naranjas en un campo en Vila-real, en el arranque de la temporada.
Un trabajador recoge naranjas en un campo en Vila-real, en el arranque de la temporada.ÁNGEL SÁNCHEZ

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