La familia del nazi Gustav Schuster no recuperará obras confiscadas por los aliados
Los descendientes del ginecólogo nazi Gustav Schuster no recuperarán las obras de arte de las que se incautaron las autoridades aliadas tras la II Guerra Mundial. El tribunal federal de lo contencioso-administrativo ratificó el pasado jueves la decisión de un juez de Chemnitz, que en 2004 desestimó una demanda conjunta de la hija de Schuster y otros cinco familiares. Lieselotte Böhnisch, de 93 años, pretendía recuperar la colección reunida por su padre.
La demanda es rara, puesto que los descendientes de cargos nazis no suelen iniciar procesos parecidos para no airear el pasado criminal de sus antepasados. El tribunal federal tuvo esta vez ocasión de sentenciar que las actividades de Schuster "confirman su intensivo compromiso político con la causa nacionalsocialista".
La ascensión de Schuster bajo el régimen nazi resulta, en efecto, ejemplar. Nacido en 1886, desde 1930 militó en el partido nacionalsocialista de Adolf Hitler y en su sección de asalto, la paramilitar SA. Tras la victoria electoral del partido en 1933, Schuster colaboró en la consolidación de la dictadura hitleriana como jefe de estandarte y orador del partido en el distrito. En 1935, accedió a la jefatura médica de la clínica ginecológica de Chemnitz, la tercera maternidad en importancia de Alemania. Pasó a dirigirla en 1939. La gestión fue desastrosa, según explicó durante el proceso la fiscal federal Margaretha Sudhof. Schuster no aplicaba tratamientos como la cesárea y propició un importante aumento de la mortandad. Otra de sus actividades comprobadas fue la esterilización de mujeres consideradas "indeseables" por judías, por gitanas o porque padecían alguna enfermedad. Fue, además, miembro del tribunal de higiene racial de Zwickau. En los ratos que estas responsabilidades le dejaban libres, Schuster coleccionaba pinturas.
Fue capaz de reunir una colección hoy valorada en medio millón de euros, que según sus descendientes incluyó obras de Caspar David Friedrich, Max Klinger o incluso de Max Liebermann, pintor "degenerado" según los criterios estéticos del régimen.
Babelia
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