Cientos de científicos españoles en el extranjero exigen reformas para regresar
Un manifiesto reclama medidas para la reinserción de los investigadores en el sistema español
En España faltan científicos y centenares de investigadores quieren volver a España. Parece que todo encaja, pero la realidad es muy distinta: al menos 800 investigadores españoles en el extranjero han suscrito un manifiesto en el que expresan su deseo de volver y piden que se tome en serio la carrera de investigador.
"La carrera científica en nuestro país no está definida, entendiendo ésta como el establecimiento de unas vías claras de acceso y continuidad para los científicos, con un sistema de contratos que mejore las condiciones laborales conforme a la categoría profesional del investigador y basándose en criterios de selección transparentes", afirma el manifiesto. Y consideran "llamativo" que en las universidades, donde se realiza "más del 60% de la investigación en España", no exista la "figura contractual de investigador".
"Ningún 'cajal' evaluado positivamente tendrá que abandonar el sistema", dice el ministerio
"Con las condiciones que ofrece hoy España no volvería", dice Elsa Quintana
El manifiesto está promovido por la Asociación Nacional de Investigadores Ramón y Cajal (ANIRC), la Asociación para el Avance de la Ciencia y Tecnología en España (AACTE) y la Federación de Jóvenes Investigadores (FJI). Sus firmantes consideran que la creación de la figura del investigador permitiría a las universidades contratar y crear plazas por méritos investigadores en vez de por criterios docentes, como hasta ahora.
Elsa Quintana, que trabaja en Estados Unidos en cáncer y células madre, es una de las firmantes del manifiesto: "Deseo volver a España en condiciones laborales estables, para implantar todo lo aprendido aquí y contribuir a nuestra ciencia. Con las condiciones que ofrece hoy nuestro país..., no volvería", afirma. Y Montserrat Bosch, desde Francia: "La inversión de España en la formación de doctores no revierte en el país, éstos tienen que emigrar a países que valoran al investigador".
Otros científicos e investigadores diseminados por el mundo confirman el mismo problema. Desde Miguel Cámara (Universidad de Nottingham), un microbiólogo que lleva 18 años en Reino Unido, a Silvia González, experta en microbiología marina, actualmente en Holanda tras haber pasado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Entre los firmantes del manifiesto figuran María del Carmen Sánchez, que trabaja en una enfermedad hereditaria en el Laboratorio Europeo de Biología Molecular, o Manuel Rodríguez, en una multinacional farmacéutica en Italia, donde colabora en el desarrollo de una vacuna contra un estreptococo.
El programa Ramón y Cajal (RYC) nació hace cinco años precisamente para facilitar la vuelta a España, de forma estable, de investigadores con un currículo ya bueno. Pero este manifiesto, y el número de sus firmantes, indica que el problema sigue ahí. Una paradoja, teniendo en cuenta que se reconoce la necesidad de incorporar mentes frescas al sistema. El presidente del Centro Superior de Investigaciones Científias (CSIC), Carlos Martínez, declaraba recientemente que hay que atraer científicos a España y que se necesitan al menos 50.000 más.
El Ministerio de Educación y Ciencia (MEC) afirma que la reforma prevista de la Ley Orgánica de Universidades (LOU), que esta semana ha pasado al Senado, ya recoge la demanda de los investigadores que están fuera de España. Según un portavoz, "no hay una figura con perfil exclusivo de investigador, pero sí se prevé que funcionarios o contratados puedan dedicarse total o parcialmente a la investigación. Esto dependerá de las universidades".
Para el ministerio, se está incentivando "a los actores del sistema de ciencia y tecnología en la incorporación de investigadores de excelencia, entendiendo que son la pieza clave del mismo". "No hay ningún otro sector profesional en que la sociedad española esté haciendo un esfuerzo semejante a éste", añade.
Para muchos, no obstante, estas medidas llegan -o llegarán- cuando ya ha cundido el desánimo. Las asociaciones recogen uno tras otro casos de investigadores que han dejado la ciencia, han vuelto a marcharse o se quejan de haber pasado los últimos años perdiendo el tiempo para investigar.
Los creadores del programa Ramón y Cajal -destinado a la recuperación de cerebros- también pensaron en la carrera investigadora al estilo anglosajón, pero la realidad fue distinta. A mediados de noviembre, de los 774 cajales de 2001, el primer año del programa, quedaban más de 300 sin estabilizar. El MEC espera que la mayoría encuentre plaza gracias al llamado programa I3, que financia los tres primeros años de contrato indefinido en universidades. Para los que no logren un puesto fijo, el ministerio ofreció un año extra, justo el último día de contrato de muchos de ellos. "Ningún investigador RYC evaluado positivamente tendrá que abandonar el sistema por falta de apoyo del MEC", dice este ministerio. Por tanto, los que acaben en 2007 y sigan sin estabilizar también tendrán año extra. ¿Qué pasará después?
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