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Israel impide al primer ministro palestino entrar en Gaza con 26 millones de euros

Un guardaespaldas de Haniya muere al ser tiroteado su convoy nada más pasar a la franja

Profunda preocupación ha provocado en Israel la visita oficial a Irán del primer ministro palestino, Ismail Haniya, por las implicaciones a largo plazo del vínculo entre Gaza y Teherán. Pero a corto plazo, el Gobierno israelí tiene otra meta: impedir que el Ejecutivo islamista pueda mitigar el bloqueo de la comunidad internacional. Por ello, los militares hebreos prohibieron ayer el paso en la terminal de Rafah a Haniya, que portaba 35 millones de dólares (26,5 millones de euros). Milicianos de Hamás asaltaron las instalaciones. Antes de la medianoche, pudo cruzar la frontera. Por supuesto, sin el dinero.

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Nada más dejar atrás el cruce de Rafah, a las 22.15 (una hora menos en la España peninsular), el convoy del jefe del Ejecutivo palestino fue tiroteado y un guardaespaldas de Haniya falleció. Uno de los hijos del dirigente islamista resultó herido y también su consejero político, Ahmed Yussef. "Sabemos quién ha sido y cómo afrontarlo", declaró el primer ministro tras el ataque, que puso el colofón a otra jornada marcada por la anarquía ya habitual en la franja mediterránea.

Poco después del mediodía, el primer ministro palestino se disponía a entrar en Gaza tras una gira de dos semanas por varios países islámicos. Había cancelado su viaje tras el asesinato el miércoles de un dirigente de Hamás y para celebrar, hoy, el 19º aniversario de la fundación de la organización fundamentalista. A su llegada a la terminal de Rafah, declaró portar 35 millones de dólares, y los militares israelíes, dueños absolutos del cruce fronterizo por mucho que los acuerdos firmados entre los Gobiernos hebreo y palestino establezcan otra cosa, le impidieron el paso por orden del ministro de Defensa, Amir Peretz.

El cruce fue clausurado e inmediatamente unos 2.000 simpatizantes y milicianos de Hamás invadieron las instalaciones y se hicieron con su control tras una ensalada de tiros al aire. Los observadores europeos fueron evacuados por los policías de la Guardia Presidencial palestina, dependiente del mandatario Mahmud Abbas, que poco más pudieron hacer. Una nueva muestra del poder del movimiento fundamentalista en su bastión de Gaza. Por la tarde, brotaron de nuevo los tiroteos y algunas fuentes aseguraban que la terminal había sufrido severos daños, que al menos 18 policías y militantes islamistas habían resultado heridos y que los enfrentamientos se habían extendido al lado egipcio de la frontera.

El embrollo legal es mayúsculo. Y, como siempre en estas tierras, el Gobierno hebreo tiene la última palabra. Diplomáticos implicados en los tejemanejes de la terminal de Rafah han explicado que es ajustado a la normativa internacional atravesar la frontera con dinero en efectivo siempre que se declare y que no proceda del lavado de dinero o se trate de fondos destinados a actividades terroristas. Y claro, el Ejecutivo de Ehud Olmert considera que hasta el último céntimo que reciba Hamás -también incluido en la lista de organizaciones terroristas por la UE y EE UU- son fondos destinados a fomentar el terror. Pero entonces surge el interrogante. ¿Por qué se ha permitido que en otras ocasiones dirigentes de Hamás cruzaran el paso fronterizo con millones de dólares y ahora se impide a Haniya hacer lo propio?

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Ya por la noche, el Ministerio de Defensa israelí anunció que el jefe del Gobierno palestino podría cruzar el paso, a condición de que no lo hiciera con el dinero. Los 35 millones de dólares serán ingresados en una cuenta en un banco egipcio, según informó el portavoz del Gobierno, Ghazi Hamad. A tenor del acuerdo firmado en noviembre del año pasado entre israelíes y palestinos, el funcionamiento del cruce exige la presencia de los observadores de la UE, que aguardaban en la base israelí de Kerem Shalom tras ser evacuados de la terminal de Rafah.

Un grupo de ocho policías regresó a la terminal para supervisar el paso de Haniya, pero enseguida abandonaron el edificio porque la caótica situación era incontrolable. El cierre de la frontera causó, además, importantes trastornos a unas 6.000 personas que se disponían a viajar a La Meca para la celebración del Haj, la más importante del calendario musulmán.

El primer ministro palestino, Ismail Haniya (centro), rodeado de guardaespaldas y simpatizantes a su llegada anoche a su casa en Gaza.
El primer ministro palestino, Ismail Haniya (centro), rodeado de guardaespaldas y simpatizantes a su llegada anoche a su casa en Gaza.AP

Observadores molestos

Son un incordio. Nunca ha sido del agrado del Gobierno israelí la presencia de los observadores europeos en la terminal de Rafah. Menos desde que el 25 de junio milicianos palestinos capturaran al soldado judío Gilad Shalit.

El Ejército lanzó entonces una operación en Gaza que ha arrasado buena parte de sus infraestructuras civiles, un castigo colectivo a la población prohibida por la legislación internacional. El objetivo es derribar al Gobierno de Hamás, el movimiento islamista que persiste en su estrategia de rearme. Precisamente, a través de los túneles horadados a lo largo de la frontera con Egipto.

El Gobierno de Ehud Olmert viene amenazando con un ataque de envergadura en Rafah para acabar con el contrabando de armas. El estamento militar es partidario de retomar el control del corredor Filadelfi, los 13 kilómetros de frontera que abandonaron después de que en noviembre de 2005 se establecieran en Rafah los observadores de la UE. Desde junio, Israel sólo ha permitido la apertura del cruce el 14% de los días, y en muchos casos durante escasas horas. Tampoco falta el desprecio a los observadores, forzados a veces a abandonar el puesto.

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