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Columna
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El último vuelo

Sin duda, una de las joyas de la muy excelsa colección de dibujos de Paul Oppé (1878-1957), el dibujo titulado Toro mariposa, de Francisco de Goya, es uno de los más interesantes ejemplares de la serie de 60 clasificada como Álbum G, que, con el H, ejecutó el artista entre 1824 y 1828, durante su exilio final en Burdeos, donde, rodeado por sus amigos ilustrados, en un ambiente de libertad y cada vez más ensimismado por la aislante sordera, realizó algunas de sus más estremecedoras obras maestras. En esta situación, y a tan alta edad, la libertad y la imaginación no encuentran ya límite en un pintor genial. Estos dibujos fueron ejecutados con un lápiz blando sobre papel verjurado, de tono grisáceo, respondiendo siempre a una medida común, de aproximadamente 19,5 por 15,6 centímetros. De los 60 consignados, se conocen 54 y se conservan unos 37, de los cuales el Museo del Prado posee 13, estando el resto repartido por colecciones públicas y privadas de todo el mundo.

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El Toro mariposa, que tiene la leyenda escrita al pie de "buelan buelan, fiesta en el ayre" (sic) es el clasificado con el número G53 por Pierre Gassier, y, por la acumulación de rostros grotescos en las alas de la mariposa, guarda una relación con el G51, titulado Cómico descubrimiento, que se conserva en el Museo Fitzwilliam, de Cambridge. Se juntan en él dos temas muy característicos de Goya: los toros y la idea del vuelo, de tan ricas y complejas significaciones psíquicas y morales. Desde luego, es un dibujo que refleja el Goya más fantástico y surrealista, cuya capacidad de ensoñación delirante se disparó al final de su vida, pero sin por ello perder un ápice de mordiente vigor satírico. Lo cierto es que Goya no había perdido la ilusión y el empuje en torno a los 80 años, como se demuestra en otro dibujo de esta misma serie, conservado en el Museo del Prado, donde el artista se autorrepresenta como un anciano barbudo que se apoya en un bastón, pero con la leyenda escrita debajo de "Aún aprendo". El cariz misterioso de esta imagen sorprendente del Toro mariposa ha hecho que se le asocie con los alucinantes dibujos del pintor simbolista Odilon Redon, que no en balde era oriundo de Burdeos, pero, en general, con otras muchas manifestaciones del arte fantástico contemporáneo.

Aunque la fragilidad de los dibujos hace recelar al mercado, no debe sorprendernos que éste de Goya haya alcanzado una cifra altísima, porque se trata del testimonio final de este artista que, en muchos sentidos, fue también, durante este periodo final, el Goya mejor, o si se quiere, el más intenso e impactante.

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