Un país dividido

Venezuela sigue dividida en dos o tres mitades: la chavista, la antichavista, convencida de que Hugo Chávez lleva el país hacia una dictadura, y la alejada de unos y otros, que decidirá las elecciones del domingo si sale a votar.

A la espera de que lo haga, el candidato de la oposición, Manuel Rosales, gobernador del Estado de Zulia, separado temporalmente de su cargo, ha debido maniobrar para no quedar descolgado de sus compatriotas más pobres, mayoría en el padrón electoral. Ideó la tarjeta bancaria, cuya activación sería su primera acción de Gobierno, según ha prometido, y apoyó los programas sociales del ejecutivo, las denominadas misiones. "Estoy de acuerdo con las misiones", declaró en una concentración.

Rosales fue creciendo en las expectativas de voto, desde septiembre, pero que no lo suficiente como para sobrepasar a Chávez, cuyos delegados han organizado mercados prenavideños en Caracas, con 300 toneladas de alimentos a precios abaratados.

El poder de movilización de los dos contendientes, con un gancho u otro, es grande, pero la mayoría de los sondeos indican que, independientemente de quien lleva más gente a la calle, el presidente ganará por más de 10 puntos. Lo hará pese al alto porcentaje de encuestados que lo consideran un mal gobernante.

Salvo imponderables todo está decidido, según el director de la firma Consultores 21, Saúl Cabrera.

"Sería una locura pensar que va a haber un Gobierno de la oposición", declaró el ministro de Relaciones Exteriores, Nicolás Maduro. Los asesores de Rosales sostienen que la locura es descartar esa posibilidad. "No aceptaremos que roben ni un voto", advirtió Rosales.

Para el investigador Iván Abreu, el gobernador del rico Estado de Zulia ha sido mejor candidato de lo esperado: "Se ha mostrado como un hombre sagaz y buen administrador. Y la tarjeta Mi Negra es un buen punto de enganche con los sectores populares".