"La larga mano de Moscú alcanzó a mi hijo"
El padre de Alexander Litvinenko acusa al Kremlin de la muerte del ex agente del KGB
"Mi hijo murió ayer. Le mató una pequeña bomba nuclear. Tan pequeñita que no se puede ver. Pero la gente que le mató tiene grandes bombas nucleares y misiles y es gente en la que no se puede confiar". Walter Litvinenko, padre del ex agente ruso Alexander, lloraba ayer la muerte de su hijo a las puertas del hospital universitario en el que pasó sus últimos días, postrado en una cama, soportando un dolor terrible que le obligaba a cambiar de postura a cada momento. "Era muy valiente frente a la muerte y estoy muy orgulloso de él. Era un hombre honesto y una buena persona", proclamó, indignado y sollozante.
Walter Litvinenko, que había llegado a Londres tres días antes sabiendo ya que su hijo se moría, habló en ruso. Sus palabras las iban traduciendo dos amigos de Alexander, el abogado Alex Gold-farb y el cineasta Andréi Nekrasov. Walter se refería a su hijo como Sasha, el diminutivo de Alexander usado por la familia y sus amigos. "Marina
Cayó en desgracia cuando denunció que le habían ordenado que asesinara a Berezowsky
"El Estado es ahora un asesino en serie", comentó tras la muerte de Politkóvskaya
y Sasha eran la pareja más hermosa. ¡Se querían tanto el uno al otro! ¡Eran tan felices en Londres! Pero la larga mano de Moscú les ha alcanzado incluso aquí, en esta tierra". alexander Litvinenko había llegado a Londres seis años antes, cuando huyó de Rusia tras denunciar a los servicios secretos de su país, para los que entonces trabajaba. Consiguió huir sin pasaporte a Turquía para reunirse allí con su mujer y con su hijo Anatole, que tiene ahora 10 años. Desde allí volaron a Londres, donde recibieron asilo político.
Nacido hace 43 años en la ciudad de Voronezh, en el suroeste de Rusia, cuando acabó sus estudios secundarios se enroló en el Ejército, donde alcanzó el grado de teniente coronel. En 1988 empezó a trabajar para los servicios soviéticos de contrainteligencia, el famoso KGB. En 1991 empezó a trabajar para el FSB, la agencia que sustituyó al KGB tras el desmoronamiento de la Unión Soviética, especializándose en actividades contraterroristas y crimen organizado. En 1997 fue transferido al elitista departamento de Análisis de Organizaciones Criminales. Un año después cayó en desgracia al denunciar en una rueda de prensa que sus superiores le habían ordenado que asesinara al magnate Borís Berezovsky. El FSB estaba dirigido entonces por el ahora presidente ruso, Vladímir Putin.
Tras ser detenido dos veces y pasar varios meses en prisión, huyó antes de ser detenido por tercera vez. En Londres vivía en un barrio del norte de la ciudad, en una casa que se dice que es propiedad de Berezovsky. Aunque gozaba de asilo político, vivía con métodos casi próximos a la clandestinidad: se movía con gran cuidado y procuraba citarse siempre en lugares públicos y llenos de gente porque conocía los métodos de trabajo del espionaje ruso y temía por su vida.
En Londres se consagró a combatir la corrupción en Rusia. Dejó escritas sus denuncias en dos libros. En Blowing Russia: Terror from Within (La voladura de Rusia: el terror desde dentro), que firmó con Yuri Felshtinsky, aseguraba que agentes del FSB habían coordinado la voladura de varios bloques de apartamentos, provocando la muerte de 300 personas. Las autoridades rusas atribuyeron los atentados a rebeldes chechenos para legitimar ante la opinión pública el nuevo avance de los tanques rusos sobre Chechenia. En La banda de Lubyanka denunció que Putin estaba personalmente implicado en organizaciones criminales mientras estuvo al frente del FSB.
Sus denuncias no siempre fueron recibidas con credibilidad por los expertos. En julio de 2005, en una entrevista para un diario polaco, Litvinenko aseguró que Ayman al Zawahiri, número dos de Al Qaeda, fue entrenado por el FSB en Daguestán en 1998. Y en abril de este año, un eurodiputado del partido nacionalista británico UKIP citó a Lit-vinenko al asegurar que el ministro italiano y ex presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, había sido "el hombre del KGB en Italia" y que los servicios secretos soviéticos habían colaborado en el intento de asesinato del papa Juan Pablo II en 1981.
El ex agente ruso, que siempre explicaba que dejó los servicios secretos al ver que sus superiores no hacían nada para acabar con la corrupción instalada en el interior del espionaje, estaba investigando ahora el asesinato de la periodista rusa Anna Politkóvs-kaya, asesinada hace unas semanas a las puertas de su casa en Moscú para acallar sus denuncias sobre los excesos cometidos por los rusos en Chechenia.
Litvinenko asistió en octubre pasado a un funeral por la memoria de Politkóvskaya en la abadía de Westminster. Aquel día le acompañaba el cineasta Andréi Nekrasov. Nekrasov le ha visitado varias veces en los últimos días en el University College Hospital. El martes hablaron por última vez. Aunque con dificultades, el ex agente aún podía conversar y tenía la lucidez suficiente para saber que se estaba muriendo. Nekrasov recordaba ayer en un artículo en The Times algunos de esos momentos. "Quiero sobrevivir, aunque sólo sea para demostrarles...", le susurró una vez Lit-vinenko, sin fuerzas para acabar la frase. Apenas unas semanas antes, al dejar la abadía de Westminster y mientras paseaban bajo un sol radiante del otoño londinense, el ex agente advertía al cineasta sobre las consecuencias del asesinato de Politkóvskaya: "Forma parte de una estrategia, de una dinámica acelerada. Están eliminando a la gente que tienen en una lista. El Estado se ha convertido en un asesino en serie". Una lista en la que parece que también estaba él.
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