Alexander Litvinenko fue envenenado con la sustancia radiactiva polonio 210
El antiguo agente ruso acusa de su muerte al presidente Putin en su testamento político
El ex agente ruso Alexander Litvinenko, que falleció el jueves por la noche, murió envenenado con una sustancia altamente radiactiva llamada polonio 210, según confirmaron las autoridades británicas. Trazas de radiación fueron ayer descubiertas en el domicilio de Litvinenko, en el norte de Londres, y en el restaurante japonés y en el hotel donde se reunió con varias personas el 1 de noviembre, horas antes de empezar a encontrarse mal. El disidente ruso, que firmó una declaración a modo de testamento político el martes, acusó de su envenenamiento al presidente ruso, Vladímir Putin.
El polonio 210, que se encuentra de modo natural en la atmósfera y especialmente en la planta del tabaco, puede también fabricarse de manera artificial. Su radiación no es maligna en el exterior del cuerpo, pero puede ser mortal si penetra en el interior, bien porque es ingerido, inyectado o porque entra en contacto con una herida.
En el caso de Litvinenko, el isótopo fue detectado el jueves por la tarde en su orina y según las autoridades británicas se había contaminado con una dosis muy fuerte que dañó de manera decisiva su médula espinal, los intestinos y otros órganos, provocándole la muerte. Hasta entonces, los médicos no acertaban a explicarse qué veneno estaba matando al disidente ruso.
La presencia de polonio 210 en el cuerpo del ex agente, que en octubre pasado había recibido la nacionalidad británica tras residir durante seis años en el Reino Unido en calidad de asilado político, fue desvelada primero por el ministro del Interior, John Reid, que presidió una reunión del grupo gubernamental de emergencia Cobra para estudiar las consecuencias que podía tener la eventual existencia de radiaciones en varios lugares públicos.
A media tarde fue confirmada por la directora ejecutiva de la Agencia de Protección de la Salud, Pat Troop, que calificó el caso de "una situación sin precedentes en el Reino Unido: alguien parece haber sido deliberadamente envenenado con una sustancia radioactiva".
Las autoridades británicas encontraron trazas de radioactividad en el domicilio de los Litvinenko en Muswell Hill, en el restaurante japonés Itsu, en Piccadilly, donde el disidente había almorzado junto a un profesor italiano el 1 de noviembre, y en el bar del Millenium Hotel, en Grosvenor Square, en el que se vio ese mismo día con dos o tres conocidos rusos. También se han rastreado los dos hospitales en los que ha sido atendido Litvinenko, en Barnet (norte de Londres) y el University College Hospital, en el centro de la capital, aunque no se ha informado de los resultados de estas dos inspecciones.
Las autoridades han puesto mucho énfasis en que las radiaciones no son en sí peligrosas y que sólo se corre riesgo si se ha ingerido el isótopo. La policía está intentando reconstruir todos los movimientos de Litvinenko el 1 de noviembre. El caso amenaza ya con tener consecuencias políticas. Aunque el Gobierno ha evitado hasta ahora señalar con el dedo al Gobierno ruso, el Foreign Office instó ayer al embajador ruso en Londres a que pidiera a su Gobierno la máxima colaboración en las investigaciones.
Londres tiene mucho cuidado en no acusar a Rusia de nada, al menos hasta que no haya ninguna prueba, o al menos algún indicio claro, como resultado de las investigaciones en curso. Sin embargo, el refinadísimo material utilizado por los asesinos del disidente refuerza la tesis de quienes piensan que detrás de todo esto están los servicios de inteligencia rusos y que no se trata de una venganza de antiguos enemigos de Litvinenko de los tiempos en los que se infiltró entre criminales en nombre de los servicios secretos. "Éste no ha sido un asesinato al azar. No es una herramienta que pueda utilizar un grupo de aficionados. Esta gente se apoya en recursos muy serios", declaró a Reuters el doctor Andrea Sella, profesor de química del University College London.
En cualquier caso, Litvinenko ha señalado a Rusia y en concreto a su presidente, Vladímir Putin, al que hace responsable de su muerte en una emotiva declaración que firmó el martes, último día en el que estaba aún consciente y con perfecta capacidad de raciocinio.
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