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Reportaje:

La cima de Cormack McCarthy

El novelista estadounidense triunfa con 'The road', estremecedor alegato antibelicista

Es el libro más oscuro de Cormac McCarthy, desde su negra portada hasta el paisaje sombrío que preside cada una de sus páginas, pero ha colocado al gran escritor norteamericano en las listas norteamericanas de best seller, superpobladas este otoño de libros nacidos para vender. The road ha sido saludada por la crítica como la obra maestra máxima del novelista magistral, pero además ha sido tan bien recibida por los lectores que, apenas un mes tras su publicación, ya ha entrado en su segunda edición, con más de 150.000 ejemplares impresos, un récord para él, que sin embargo ya había obtenido éxitos de venta con los westerns melancólicos de su Trilogía de la frontera.

McCarthy, cuya obra publica en español Mondadori, ocupa en las últimas semanas un puesto entre los 10 primeros de la archifiable lista de más vendidos que publica The New York Times. Entre sus vecinos se encuentran autores consagrados como John Le Carré, y sobre todo los productos de género, como la última novela de Stephen King, Lisey's story, o el más reciente disparate cómico-detectivesco de Janet Evanovich. La última incorporación a las listas, muy esperada tras haber vendido cuatro millones de ejemplares de Cold Mountain, es la nueva novela de Charles Frazier, Thirteen moons.

El escritor vive en una caravana en algún rincón del sur de EE UU y se niega a toda clase de promoción

En el apartado de no-ficción, que este otoño rebosa también nombres-marca, aparecen John Grisham (The innocent man), o Bob Woodward con su último libro-crónica de la política norteamericana.

Que en medio de todo este panorama haya un hueco para McCarthy, un constante candidato al Nobel, resulta cuando menos sorprendente. Por cierto, entre otros escritores y críticos mundiales, Javier Marías, preguntado por si él era candidato al Nobel, respondió que si alguien merecía ese galardón era Cormac McCarthy, que también figura entre los preferidos de otro escritor español, Ray Loriga.

El primer toque de atención sobre The road lo dio William Kennedy, el autor de Tallo de hierro, en su reseña de The New York Times Book Review. Kennedy no solamente elogiaba sin tasa la magnificencia literaria de The road, sino que señalaba que esta vez McCarthy había abandonado las complejidades sintácticas que generalmente hacen tan difícil su lectura para escribir en una prosa ritmada, de frases breves, nada abstrusas, y profetizaba que este libro iba a suponer para McCarthy muchísimos miles de lectores. William Kennedy acertó.

Otros críticos han visto posteriormente lo mismo. The road transcurre en un mundo literalmente quemado por lo que sin duda fue un reciente holocausto nuclear. Un padre trata de salvar a su hijo emprendiendo con él "el camino" del título. Rodeados de un paisaje baldío, amenazados por bandas de caníbales, empujando un carrito de la compra donde guardan todas sus posesiones, atraviesan los lugares donde el padre pasó su infancia, recordada a veces en forma de breves bocetos del paraíso perdido, y avanzan hacia el sur, hacia el mar, huyendo de un frío "capaz que quebrar las rocas".

El niño tiene aproximadamente 10 años y el mundo sufrió un apocalipsis antes de que él tuviera conciencia. El padre le lleva de la mano por gasolineras abandonadas, supermercados desiertos donde tratan de encontrar latas de alubias, restos olvidados de alimentos, una lata de Coca-Cola cuyas burbujas, nuevas para el niño, constituyen un instante festivo en medio de la desolación.

La historia estremece, pero tiene momentos de luz, muy fugaces, cuando narra la relación física y emotiva del padre y el hijo. En el mundo devastado, la imagen del hombre y el niño temblando, pegados, bajo la manta, adquiere una potencia que sin ser sentimental acaba emocionando.

Que un libro así esté llamando la atención de tantos lectores en Estados Unidos supone una verdadera sorpresa, y sin duda contribuirá a reforzar la fama tardía de su autor. McCarthy vive en una caravana en algún rincón del sur de Estados Unidos, y se niega a toda clase de promoción de sus libros. Su editor, Gary Fisketjohn, tomó su obra cuando McCarthy había alcanzado el punto máximo de impopularidad, con unas ventas inferiores a 5.000 ejemplares. Había publicado un libro grandioso, Meridiano de sangre, pero nadie se enteró. Su siguiente novela, la que abría la Trilogía de la frontera, se titulaba Aquellos caballos tan lindos.

Era a comienzos de los noventa. Y ahí empezó la recuperación de la fama y las reediciones de toda su obra anterior. Ahora, como si quisiera advertirnos frente al apocalipsis con el que el presidente Bush y sus neoconservadores parecen querer regalarnos, McCarthy ha escrito un alegato antinuclear y antibelicista, y un sorprendente canto a la solidaridad humana, al amor paterno-filial.

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