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Salud ha abierto 35 expedientes e impuesto una multa desde que entró en vigor la ley antitabaco

Los empresarios admiten tener serias dificultades para cumplir la normativa

Un total de 35 expedientes sancionadores y una multa de 1.000 euros a una panadería de Tarragona es el resultado de las inspecciones del Departamento de Salud desde que el 1 de enero entró en vigor la ley contra el tabaco. Los propietarios de restaurantes y discotecas admiten tener serias dificultades para hacer cumplir la ley. Desde el pasado septiembre, los locales de más de 100 metros cuadrados que quieran disponer de una zona para fumar deben tener las obras listas. Las inspecciones han puesto de manifiesto errores en la separación de las zonas y en la ventilación.

En 10 meses, la Generalitat ha realizado casi 6.000 inspecciones antitabaco en bares, restaurantes y centros de trabajo. La primera multa ya ha llegado. Una panadería pastelería de una localidad del Baix Camp tendrá que pagar 1.000 euros por una infracción grave porque reiteradamente ha hecho caso omiso de la prohibición de fumar. El resto son 35 expedientes sancionadores que se encuentran en proceso de resolución y que, según Salud, probablemente acabarán en sanción.

"No llegamos y sancionamos de entrada", asegura el director general de Salud Pública, Antoni Plasencia, que destaca el buen ritmo de inspecciones que ha seguido hasta ahora el departamento y el "proceso favorable" de la ley. "Mayoritariamente, los locales cumplen la normativa o están en proceso de cumplirla", afirma Plasencia. En estos meses, Salud sólo ha recibido 26 denuncias.

En la sala de conciertos y discoteca Salamandra de L'Hospitalet admiten que tienen "problemas". En el local, con capacidad para 500 personas, no se permite fumar y algunos siguen echando mano del cigarrillo en el interior, mientras una media de un centenar salen a fumar fuera del local. A los porteros les cuesta controlar tanta circulación de personas entrando y saliendo, y en el exterior "los clientes invaden la avenida del Carrilet, por donde circulan coches a bastante velocidad", explica uno de los responsables, Francisco Benegas. En una ocasión se presentaron los inspectores de la Generalitat. Pese a encontrar a alguna persona fumando, tuvieron en cuenta la "buena voluntad" de los propietarios y no los sancionaron.

Desde el pasado 1 de septiembre, fecha en la que entró en vigor la última fase de la normativa, hasta el 26 de octubre, Salud ha realizado 574 inspecciones en locales de más de 100 metros cuadrados. Casi la mitad de ellos han optado por prohibir fumar.

Entre los 270 locales que han decidido habilitar una zona de fumadores, 87 han superado la prueba, mientras que el resto (183) presentan problemas en la señalización y separación de las zonas de fumadores, en la ventilación de las salas y en cuestiones como la ubicación de las máquinas de tabaco.

Un amplio restaurante de unos 250 metros cuadrados en un polígono de Esplugues de Llobregat ha delimitado unos 50 metros del local como zona de fumadores. En el área donde se prohíbe fumar no hay ceniceros y habitualmente los clientes respetan la norma. Sin embargo, la separación entre los dos espacios consiste en unos paneles de 1,5 metros de altura que dejan circular el aire de un lado a otro, cuando la normativa obliga a instalar tabiques o cristales que alcancen el techo.

12.000 euros

"Cerrar toda la sala me cuesta 12.000 euros. Dicen que la normativa se endurecerá y no me quiero arriesgar", afirmó su propietario, que pidió que no se desvelara la identidad de local por no seguir todos los aspectos que marca la ley.

Los 35 locales que forman parte de la Asociación de la Zona Hermética de Sabadell cumplen con las indicaciones de carteles en la puerta que señalan si se prohíbe o no fumar. Pero coinciden en que es muy complicado lograr que todos los clientes atiendan a razones. "Mucha gente pregunta si se puede fumar y salen fuera. Pero cuando las discotecas están llenas, es imposible controlarlo todo", dice Ángel Gracia, miembro de la asociación.

Por otra parte, el director de Salud Pública de la Generalitat tachó de "regresión" la decisión de la Comunidad de Madrid de permitir fumar en las cafeterías de los centros de trabajo y durante celebraciones privadas en establecimientos, como bodas. "Es muy preocupante porque cualquier decisión que suponga un aumento de humo va en detrimento de la salud de las personas", sentenció Plasencia.

Humo en el campus

Una chica le da un cigarrillo a su amiga. Ambas se lo encienden y siguen bailando en el Apolo, la conocida sala de fiestas del Paralelo. Bailan, pero sus movimientos no duran mucho. Un hombre se les acerca y les indica la salida con el índice. La música suena alta, y aun así se puede percibir claramente: "Estábais fumando, así que a la calle". Ellas intentan negociar en vano. Salen por la puerta.

La discoteca Razzmatazz, ubicada en el barrio de Marina, también impone serias restricciones al fumeteo en su interior. De hecho, ante la convicción de los responsables de discotecas de que prohibir el tabaco con eficiencia es tarea de titanes, se ha resuelto que sea en las terrazas exteriores donde la gente fume. Y todavía hay más: una de las cinco salas de baile está habilitada para el consumo de nicotina.

Nadie ha podido evitar el veto gubernamental. Si las discotecas han sufrido un duro palo, asegura una camarera de la sala La Paloma que prefiere mantenerse en el anonimato, no son menos los bares y restaurantes de más de 100 metros cuadrados.

Algunos negocios están emprendiendo ahora las reformas, según el Gremio de Restauración de Barcelona. Otros todavía están en ello. El método de inspección es el siguiente: revisión del local y expedición un aviso formal en caso de que el bar no cumpla con la normativa. Semanas después vuelve la comitiva de la Administración. Si todo sigue igual, llega la multa (sólo una hasta ahora).

La universidad, centro del conocimiento que no escapa al control de la Administración pública, ha cumplido con un viejo sueño: arrinconar el hábito de fumar. La Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), pionera en campañas de sensibilización ambiental y mejora de la salud, ha cerrado sus puertas a los cigarrillos en el interior de cualquiera de los edificios que forman el campus de Bellaterra.

Un paseo por la Facultad de Ciencias de la Comunicación muestra cuán alejada de la realidad se encuentra la campaña Espai sense fum, con la que el rectorado trató de animar a los estudiantes a respetar a los no fumadores. Es cierto que en la cafetería no se fuma, pero los pasillos son, vistos desde arriba, estrechas carreteras por las que circulan grises círculos de humo. Van de una clase a otra, con prisa, sin remordimientos. "¿Quién nos va a decir algo?", se pregunta una chica pelirroja al tiempo que expulsa bocanadas de humo.

El director de Salud Pública de la Generalitat afirma que se está trabajando con el decanato para erradicar el humo.

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