La cuenta atrás ha comenzado
Las emisiones de efecto invernadero se disparan en España, vuelven a subir en el mundo y amenazan el clima
La máquina de vapor y la revolución industrial trajeron un progreso sin precedentes a costa de quemar carbón y petróleo. Pero ahora aparece el efecto secundario: el exceso de gases de efecto invernadero, que se acumulan en la atmósfera y retienen el calor que emite la Tierra en forma de radiación infrarroja. Esos gases permiten que la Tierra sea habitable, pero en exceso, en los niveles actuales y, sobre todo en los futuros, calientan el planeta y alteran el clima. Y con el clima, toda la vida sobre el planeta.
Entre 1990 y 2000, la emisión de gases de efecto invernadero se redujo un 5,6%. El buen síntoma se debía principalmente al cierre de las viejas factorías de los países comunistas. La clausura de las fábricas altamente contaminantes compensó el aumento de contaminación de países como Estados Unidos, Canadá o Australia. Pero ya no basta. Según anunció ayer Naciones Unidas, entre 2000 y 2004, las emisiones de los 41 países más industrializados aumentaron un 4,1%.
De ellos, España y Turquía son los que más han aumentado sus emisiones. España emitía en 2004 un 49% más que en 1990 (el aumento es ya del 52%), pese a que el Protocolo de Kioto sólo le permite emitir un 15% más que en 1990. España no cumplirá sus objetivos, según la Agencia europea de Medio Ambiente. El Gobierno lo ha admitido y se conforma con emitir en el periodo 2008-2012 un 37% más que en 1990 y pagar el resto en forma de compra de derechos de emisión, por los que tendrá que abonar unos 3.000 millones de euros.
Pruebas abrumadoras
Los científicos están seguros de que estos gases, principalmente dióxido de carbono (CO2) calientan el planeta. Así lo afirma el Panel Intergubernamental de Cambio Climático, los mejores expertos en la materia reunidos por la ONU y que elaboran los documentos de consenso. Y pese a la unanimidad, es difícil achacar al cambio climático un fenómeno concreto. Es decir, no se puede decir que una ola de calor se debe al calentamiento, pero sí que las olas de calor son y serán cada vez más frecuentes.
Las pruebas de que el cambio climático ya afecta a la Tierra son abrumadoras: los 10 años más cálidos desde que hay registros se han producido desde 1990 y el más caluroso fue 2005; el año pasado batió récords en el número de huracanes en el Atlántico; el hielo en el Ártico alcanzó su mínimo histórico en 2005; la ola de calor que Europa vivió en 2003 era desconocida y casi se repite en 2006; la variabilidad de lluvias en España es cada vez mayor... Todo, en línea con lo que los científicos llevan años prediciendo.
La naturaleza ofrece signos de que algo está cambiando. Los glaciares retroceden en todo el mundo a un ritmo sin precedentes. Ver el hielo convertido en agua es lo más obvio, pero hay otros síntomas. Un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas ha demostrado cómo un ave africana llamada camachuelo trompetero ha subido en los últimos 60 años a Granada, Almería, Murcia y Alicante, coincidiendo con el aumento de la temperatura y el descenso de las lluvias. El camachuelo es el síntoma.
El Ministerio de Medio Ambiente encargó un estudio sobre el impacto que el calentamiento tendrá en España. El resultado del trabajo, en el que colaboraron 400 científicos, previó graves daños: las playas retrocederán 15 metros de media en 50 años, la temperatura máxima en la Península en verano subirá siete grados a final de siglo, llegarán enfermedades hasta ahora reservadas a África, las sequías serán cada vez más prolongadas, y descensos de lluvias de hasta el 14% en el Sureste.
El informe suena catastrofista porque no hay ni un solo sector que no se vea afectado por el fenómeno. Cada país, está diseñado para un clima: sus industrias, sus infraestructuras, sus casas están pensadas para un rango de temperaturas y de lluvias. La sequía de 2005 en España (el año más seco desde que hay registros) demostró lo vulnerable que es una sociedad al clima.
Además, España está en una de las zonas más vulnerables al calentamiento. Los científicos predicen más lluvias y más tormentas e inundaciones en todo el mundo, ya que al hacer más calor, se evapora más agua que tiene que caer. Sin embargo, en gran parte de la Península disminuirán y el clima será más árido.
El catedrático de Física de la Universidad de Alcalá Antonio Ruiz de Elvira concluye: "Estamos quemando el futuro y necesitamos una llamada de atención, cambiar nuestra actitud, ahorrar energía y pasar a energías renovables antes de que sea demasiado tarde".
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