Majestad de diseño
Nacida de una turbulenta sociedad entre dos jóvenes talentos de la Italia de principios del siglo XX, la revista 'domus' se ha convertido en el 'megáfono' de la arquitectura y el diseño. Un libro recoge sus primeras siete décadas de vida
Encontronazos como el que se produjo entre dos jóvenes italianos en 1927 sólo pueden ser calificados en el mundo editorial como históricos. Cuentan los más viejos del país de la bota que cuando dos hombres elegantes e inteligentes se cruzan en el camino, se apodera de ambos una mezcla de envidia y admiración que les distancia pero que a la vez puede acabar por convertirles en inseparables. Como se adivina en las miradas de dos retratos en blanco y negro de principios del siglo XX, donde aparecen enfundadas sus atractivas figuras en ternos impecables, esto es lo que sin duda ocurrió entre Gianni Mazzocchi, un veinteañero en busca de empleo y sueldo en Milán, y el arquitecto y diseñador milanés Giovanni Ponti.
Su historia es la de dos emprendedores que tuvieron el olfato suficiente para intuir que la promoción constituye una parte esencial de cualquier disciplina artística. Dos hombres que se aventuraron a fundar el vehículo más influyente de comunicación que la arquitectura y el diseño han tenido desde los años veinte del siglo pasado hasta hoy. Todo un choque de talentos en la Italia de entreguerras bajo el yugo dictatorial de il duce, Benito Mussolini, que convirtió a Mazzocchi y Ponti en el primer editor y director, respectivamente, de la revista domus: el explosivo derroche visual que hoy puede usted encontrar entre la apelotonada oferta de los quioscos españoles, en edición bilingüe (italiano e inglés; en China cuentan con una edición exclusiva publicada en su idioma), al precio de 15,50 euros.
La tirada del primer ejemplar, del que se distribuyeron unas 100.000 copias que no llegaron a venderse por completo, se fraguó en la imprenta del padre Semeria, un cura dedicado a acoger niños huérfanos de la I Guerra Mundial, a los que enseñaba un oficio al olor de la tinta. En aquella parroquia milanesa recaló el joven Ponti con la ayuda de unos amigos, el apoyo financiero de sus padres y la idea de domus en la cabeza. El alumbramiento llegaba al calor de manifiestos como el del fascista Gruppo 7 -máximo exponente del racionalismo en la arquitectura italiana, encabezado por el arquitecto Giusseppe Terragni, servil al régimen de Mussolini-, publicado en 1926 y a través del cual se reclamaron nuevos vehículos de información que reabrieran el debate sobre la arquitectura en Italia.
"No es que 'domus' se convirtiera en otra más de las revistas de los arquitectos racionalistas, como sí hicieron otras publicaciones italianas como Casabella o Quadrante, pero sí es cierto que Gio Ponti escribió algún editorial de corte fascista. En cualquier caso, él no llegó a estar nunca relacionado directamente con el régimen". Luigi Spinelli, miembro del actual departamento editorial de esta prestigiosa publicación sobre "arquitectura, diseño, arte e información" que tira 61.000 ejemplares al mes distribuidos por 104 países del mundo, habla de la génesis desde la redazione de la revista, hoy a las afueras de Milán, en el posmoderno cuartel general de la editorial Domus, diseñado en 1981 por el Studio Nizzoli en Via Gianni Mazzocchi.
No muy lejos de allí, en el centro de Milán, en la Via Fratelli Gabba, cercana a la Pinacoteca de Brera, se estableció la primera redazione de domus. La revista se lanzó a las calles en enero de 1928 con un precio de 10 liras, una oscura y sobria portada y unas páginas en las que se alternaban textos exclusivamente técnicos sobre arquitectura con artículos sobre gastronomía, jardinería o críticas de libros. Todo bien aderezado con grandes fotografías en blanco y negro que ya apuntaban una clara vocación estética de revista moderna. Unas páginas que muy pronto se transformaron en el mejor escaparate del estilo de vida burgués de la Italia de la época.
Y para dejar constancia de sus verdaderas intenciones, su visionario director, Gio Ponti, firmó el primero de muchos editoriales en los que expondría su visión global de la arquitectura, el diseño y el interiorismo como disciplinas complementarias. Acaso para él, todo formaba parte del mismo universo: el arte. De este modo estableció las bases ideológicas de una filosofía de vida de puertas adentro en la que debía prevalecer la búsqueda de la belleza en cada rincón del hogar.
Aquellas 25 líneas, tituladas
La casa all'italiana, se hacían eco del espíritu de la famosa frase que rige los designios del diseño en Italia: "Dal cucchiaio alla cittá" ("De la cuchara a la ciudad"); el diseño como parte esencial del mundo que nos rodea, un concepto convertido en obsesión para Ponti, quien continuó sentenciando su utilidad en repetidas ocasiones desde su púlpito: "La arquitectura de la casa no es sólo un problema artístico; es también un problema de civilización".
El arranque de 'domus' no pudo escapar de problemas editoriales tan comunes en aquella época como los fallos en la distribución, los retrasos o un estrecho margen de suscripciones. Pero allí estaba para afrontarlos, desde el departamento de ventas, el joven Gianni Mazzocchi. Un dandi con aura de triunfador que superó aquellas primeras dificultades y pronto despertó el interés de su avispado director. No hubo que tirar muchos ejemplares más para que Ponti propusiera a Mazzocchi fundar juntos una compañía que asumiera todo el proceso de publicación. Así nació, en julio de 1929, la editorial Domus, sellando uno de los enlaces más productivos, interesantes y longevos del papel cuché italiano.
Como en todo enlace, las desavenencias también formaron parte del devenir de la sociedad. Aun capaces de reconocer el talento de la otra parte, la arrolladora potencia de sus caracteres fue incrementando la tensión en cada nuevo número de domus. Como documenta Luigi Spinelli desde la actual sede de la editorial, "Mazzocchi pretendía enfocar el producto hacia una revista de diseño de interiores, dirigida a un público femenino que buscara soluciones para el hogar. Y al otro lado estaba Ponti, enfrascado en el arte moderno, sin el cual el mobiliario o la casa estaban vacíos de contenido". El enfrentamiento estaba servido en una sociedad que nació con un capital de apenas 200.000 liras, 150.000 de las cuales fueron invertidas en comprar la publicación.
De todo el océano de datos históricos, cifras y anécdotas, Luigi Spinelli guarda celosa custodia en los archivos de la redazione en Milán. Este arquitecto de 58 años, que subió al carro del departamento editorial de Domus en 1986, fue el encargado de abrir sus puertas a los editores Charlotte y Peter Fiell, quienes desembarcaron en Milán con la intención de recopilar la historia de esta revista desde su fundación hasta finales del siglo XX. Un trabajo que los Fiell encuadran más cerca de la arqueología que de la propia edición, y cuyo resultado publica ahora Benedikt Taschen en 12 cuidados volúmenes que recogen más de 7.000 páginas y 20.000 imágenes de siete décadas de vida.
La pareja editora recibió la ayuda de Spinelli y el resto del equipo editorial para condensar su selección definitiva de material de archivo sobre una pared de 20 metros de longitud que acabó ilustrada con una cronología personal de la revista, "desde los primeros años, dominados por una sorprendente riqueza formal, pasando por la exuberancia experimental de los setenta. Todo con el fin de contar cómo las páginas de domus se fueron transformando hasta hoy en el megáfono del Mediterráneo". La recopilación final lleva a cabo una singladura que arranca con fragmentos de los primeros y sobrios ejemplares, que mantuvieron un tamaño poco menor que el actual (24 por 32 centímetros) y contaron con formidables portadas diseñadas por artistas como Paul Klee o Le Corbusier, quien también estampó su firma en muchos artículos de la revista durante sus primeros años.
Poco después de echar andar, Mazzocchi empezó a vislumbrar las posibilidades de crecimiento de su negocio editorial. Y ante la bonanza de domus decidió comprar en 1934 su directo competidor: Casabella. Cuenta la leyenda que el incremento de éxitos comerciales fue directamente proporcional al distanciamiento que se levantó entre Mazzocchi y Ponti, más centrado en sus revolucionarios editoriales sobre la creación artística. Luigi Spinelli apunta desde Milán que la tensión se zanjó el 16 de noviembre de 1940, bajo las bombas de la II Guerra Mundial. Ponti anunció por carta a Mazzocchi que había aceptado dirigir dos nuevas revistas, Stile y Línea, propiedad del compatriota Aldo Garzanti.
A las dificultades de mantener una publicación sobre arquitectura y diseño en época de bombardeos se unía una ausencia irreparable que tornó caótico el devenir de ejemplares durante la década de los cuarenta. Mazzocchi concluyó que la clave del éxito de domus había residido en un tándem que, sumido en la desesperación, se dispuso a recomponer. Al parecer, fue él quien se dirigió a Ponti para rogarle que volviera a hacerse cargo de la revista. Una tarea que este último aceptó una vez finalizada la guerra y continuó asumiendo hasta poco antes de su muerte, en 1979.
Como sucesor de Ponti, uno de
sus discípulos, el arquitecto Cesare Maria Casati, afrontó su complejo legado. Con él comenzó el baile de directores que han regido hasta hoy los destinos de domus, un referente cultural que da cabida en la actualidad no sólo a los más interesantes proyectos de arquitectura o diseño, sino también a reportajes informativos o innovadoras propuestas artísticas. Una publicación en la que su actual presidenta y editora, Giovanna Mazzocchi Bordone, hija del fundador Gianni Mazzocchi, propone cada cuatro o cinco años a un nuevo director. Es ella -"y sólo ella", apunta Spinelli- quien baraja los posibles candidatos entre influyentes arquitectos y diseñadores del panorama mundial, y quien, en última instancia, se dirige al elegido para encomendarle su misión.
Esta política editorial de cambios periódicos permitió cobijar, hasta finales del siglo XX, a figuras como Alessandro Mendini, gran exponente del diseño radical italiano posmoderno, antiguo director de Casabella y sucesor de Casati al frente de domus entre 1979 y 1985; al célebre diseñador Mario Bellini, director desde 1986 hasta 1991 y bajo cuyo mandato se produjo la mayor expansión comercial de la revista con la estratégica inserción de publicidades; al teórico y arquitecto Vittorio Magnago Lampugnani, sucesor de Bellini hasta 1996, y al suizo François Burkhardt, quien coordinó la bienvenida de la tecnología digital para la composición de la revista.
Durante la regencia de Burkhardt (1996-2000), el diseñador Juli Capella (Barcelona, 1960) entró a formar parte del equipo de colaboradores de domus tras ostentar una larga trayectoria en la fundación de otras revistas españolas del ramo. Una colaboración con la que Capella, quien se proclama como único español que ha trabajado en la redazione, se hizo cargo de la sección de la revista sobre diseño industrial, gráfico y de interiores, y de la elaboración de las portadas de cada número. Entre la multitud de gratos recuerdos que guarda de aquella temporada, Capella nunca olvidará una fotografía que encargó al director de cine Bigas Luna para ilustrar la portada del número de marzo de 1996, dedicado a "la nueva organicidad en la arquitectura".
Para evocar las curvas de aquel concepto, Luna decidió retratar a la sensual actriz italiana Valeria Marini desnuda, sentada de espaldas a la cámara, emulando a la modelo de la célebre fotografía El violín de Ingres, de Man Ray. "No te imaginas la que se lió. Los jóvenes milaneses arrancaban los carteles que empapelaron la ciudad con aquella portada durante la feria del mueble de aquel año", rememora Capella. "Mi paso por domus se convirtió en una auténtica explosión de creatividad. Los colaboradores llegábamos a Milán como vendedores ambulantes de ideas a defender con uñas y dientes; estábamos al loro de todo lo que pasaba en el mundo, analizábamos el conflicto de los Balcanes y decidíamos hacer un número especial; peleábamos y discutíamos con pasión por cada portada ¿Qué es lo que diferencia a esta revista del resto? Para empezar, las otras publican los proyectos de arquitectura de puta madre pero son asépticas. Pero, además, hay una premisa del primer director, Gio Ponti, que permanece vigente: el objetivo final de todo, de la arquitectura o el diseño, es el ser humano".
Otro momento inolvidable para Capella que refleja el inquieto espíritu de domus fue la obra de teatro que el equipo editorial encargó al dramaturgo estadounidense Bob Wilson en 1998 para conmemorar el 70º aniversario de la revista. Estrenada por primera vez en el Nuovo Piccolo Teatro de Milán, la obra contó con la aparición en escena del director de entonces, François Brukhardt, y de otros ilustres nombres ligados a la historia de la publicación. "Todavía hoy, en contra del auge de las revistas de cromos, domus sigue asumiendo un verdadero papel de vehículo de comunicación". Y como todo cambia cada lustro, con el cese en el cargo de Brukhardt, a principios del siglo XXI, Capella también tuvo que abandonar la redazione para retomar sus proyectos en España.
Reportajes como uno que alerta sobre la falta de agua en el mundo y propone un curioso aparato depurador de bolsillo que permite beber directamente de los charcos; instantáneas que ilustran la escalofriante monotonía del paisaje urbano de Bogotá para explicar el proyecto de nuevas vías públicas de la capital colombiana, presentado en la pasada Bienal de Arquitectura de Venecia, o análisis técnicos como el del proyecto del Musée du Quai Branly, de Jean Nouvel, cercano a la Torre Eiffel. Son algunos de los visionarios contenidos de los números más recientes de domus. Hasta hoy, 896.
El arquitecto Stefano Boeri (Milán, 1956) representa el presente y, hasta nuevo aviso de la editora, el futuro de domus. Al pie del cañón desde 2004, cuando relevó al londinense Deyan Sudjic, resume en cuatro puntos cardinales las claves del éxito de la publicación:
- El alma de la revista reside en cada portada. Desde 1928 hasta hoy puedes contemplar en ellas la evolución de la historia de la arquitectura y el diseño modernos.
- Observamos detenidamente cada día el espacio físico que nos rodea.
- Prestamos atención a las individualidades; está producida por artistas, arquitectos, pensadores
- Aunque es cierto que domus es una mera publicación, aspiramos a elaborar en cada número una sucesión de imágenes que conviertan la experiencia visual en algo más cercano a una película.
¿Qué opina sobre la política editorial de cambios en la dirección cada cuatro o cinco años? "Me parece la mejor manera de mantener la tensión en el trabajo, de no relajarse nunca. Y de que nuevas personas puedan ofrecer su perspectiva del mundo durante cada temporada. Asumimos, desde que entramos aquí, que nuestro paso es efímero". Fuentes de la revista comentan la afición de Boeri por fomentar apasionadas reuniones, por revolucionar la redazione con la introducción de cambios radicales a última hora del cierre, siempre adelantado un mes antes de la fecha de publicación. Algo que el aludido reconoce. "¿Y qué es el periodismo? Sólo puedo entenderlo como una experiencia extrema, una búsqueda permanente de lo nuevo".
Quizá fuera su obsesión por esa misma búsqueda lo que parece reprocharle Gianni Mazzocchi a Gio Ponti en una fotografía en blanco y negro tomada hacia 1969. Una imagen que muestra a dos elegantes caballeros de pelo cano, sentados el uno junto al otro, y en la que el viejo Mazzocchi levanta, displicente, el dedo índice de su mano derecha mientras gira su cabeza hacia Ponti. Y este último, enfundado en su gabardina con las solapas del cuello hacia arriba, con el semblante de quien ya conoce el parlamento de su interlocutor, parece responderle en voz baja a la reprimenda: si de algo hemos sido culpables es de continuar alumbrando cada mes la mejor revista que pudimos soñar siendo jóvenes.
'domus (1928-1999)' está publicado por la editorial Taschen en 12 lujosos volúmenes, con muchos de sus artículos originales en italiano traducidos por primera vez al inglés. Llega a España a partir de mañana.
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