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Magia para todos los públicos

J. K. Rowling tiene una varita mágica. Todo lo que toca se convierte en éxito editorial. Sus aventuras de Harry Potter han acercado a muchos niños a la lectura. Ha vendido más de 300 millones de ejemplares de las aventuras del joven mago. Desde Edimburgo, la autora recuerda su paso por Asturias

Pedro Zuazua

2003: Concordia

Unión entre culturas. El jurado del Premio Príncipe de Asturias de la concordia de 2003 eligió a Joanne Kathleen Rowling "por las características de su obra, que trasciende el ámbito literario para convertirse en un vínculo de unión entre continentes y generaciones, que promueve la imaginación como fuente de libertad al servicio del bien y la cooperación y la solidaridad entre las personas".

La publicidad lo ha conseguido. Las calles de Edimburgo huelen a whisky de malta. A poco más de un kilómetro de Castle Rock, un cartero pelirrojo, con la cara rosada -tal vez sea el aroma a malta-, carga con un saco de cartas. Su destino es una puerta que culmina un muro de dos metros, en una zona residencial del centro de la ciudad. La destinataria de las cartas: Joanne Kathleen Rowling, la autora de Harry Potter, el mago más famoso del mundo.

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Detrás del muro se esconde una casa de estilo victoriano, que no destaca en relación con el barrio. Un jardín sin adornos y un camino de gravilla para los coches es todo lo que rodea la casa. En un lateral del jardín hay un añadido que hace las veces de oficina para la escritora. La decoración del mismo corre a cargo de Harry Potter. Perfectamente ordenados, en las estanterías descansan ejemplares en todas las lenguas -más de cien- a las que han sido traducidas las aventuras del joven mago, y también la estatuilla de Miró que recibió en 2003 cuando fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de la concordia. El 25º aniversario de los galardones hace que Rowling abra sus puertas a la fundación que otorga los premios y acceda a grabar unos minutos de entrevista.

Rowling sonríe. Al parecer, un saco de cartas por día es lo normal. Un grupo de personas le ayuda a contestarlas, aunque reconoce que cada vez es más difícil. Concede la entrevista, algo inusual en ella, para hablar sobre el galardón y su estancia en Asturias. Es muy educada y transmite afabilidad, pero a Rowling no le gusta mucho la prensa. De hecho, en su página web -interesantísima por diseño y contenidos-, la autora demuestra su humor recopilando algunas de las mentiras que los periódicos han publicado sobre ella. Desde que se compró una casa en Brasil -"nunca he estado allí"- hasta que ella no existe y Harry Potter es en realidad obra de un grupo de escritores.

La vida de Rowling, como la del protagonista de sus libros, comienza a gestarse en un tren. Antes de conocerse, su madre le dijo a su padre que tenía frío. Él le cedió su abrigo. Un año después se casaban. Junto con su hermana Di, vivió una feliz infancia en las afueras de la ciudad inglesa de Bristol. En su calle vivía un chico de apellido Potter -"un nombre que siempre me gustó más que el mío"-, y cuando llegó el éxito literario, él aseguró que era el verdadero Harry Potter. La madre del chico, lejos de desmentirlo, afirmó que Rowling y él se disfrazaban de magos cuando eran pequeños. Nada de eso es cierto, pero la escritora ha aprendido a convivir con este tipo de historias.

Cuando tenía nueve años llegó la muerte de su abuela Kathleen. Años más tarde, cuando la editorial le aconsejó buscarse unas iniciales que escondieran su nombre de mujer, para vender más, rescató el de su abuela. De ahí el J. K. Rowling. Llegó la Universidad de Exeter. Estudió, por consejo paterno y a su pesar, francés. Vivió un año en París. Trabajó para Amnistía Internacional, y en 1990 apareció Harry Potter. Fue un domingo, en un vagón lleno de gente, cuando la varita del pequeño mago comenzó a funcionar. Volvía a Londres en tren desde Manchester. No llevaba bolígrafo, y no pidió uno prestado. Se limitó a pensar, y la historia se fue haciendo cada vez más real. La muerte de su madre, que falleció a los 45 años, marcó a la escritora, y también los sentimientos de Harry Potter.

Buscando un cambio de aires se trasladó a dar clases a Portugal. Se casó; tuvo una hija, Jessica, y se divorció. De vuelta al Reino Unido logró terminar el primer libro, no sin antes llegar a odiarlo. Escribía cuando su hija se dormía, y lo hacía en cafeterías, amortizando hasta el límite cada café. "El mejor sitio para escribir es una cafetería, ni muy llena, ni muy vacía", asegura. Una vez terminado, ella misma se encargó de mecanografiarlo. Envió los tres primeros capítulos a un agente literario. Al día siguiente estaban de vuelta. El segundo agente con el que contactó tuvo mejor ojo y pidió ver el resto. Después de un año de rechazos por parte de varios editores, en agosto de 1996 la editorial Bloomsbury hizo una oferta.

Diez años después, las cosas han cambiado mucho. Ya no tiene que mirar por cada café que toma. Rowling se ha convertido en la primera escritora que se ha hecho multimillonaria con sus libros (la revista Forbes calculó, en 2004, que su fortuna ascendía a 858 millones de euros, convirtiéndose así en la mujer más rica del Reino Unido; muy por delante de la reina Isabel II, que sólo llegaba a los 311). Ha vendido 300 millones de libros de las seis entregas de Harry Potter, y la séptima y última se convertirá en un nuevo éxito editorial.

La entrevista comienza con una referencia a Asturias. "Me encantó, es muy parecido a Escocia. Es una parte de España de la que los británicos apenas oímos hablar, y es realmente preciosa. Yo ya conocía Andalucía y Vitoria, porque tengo amigos allí, pero Asturias me gustó mucho".

Su estancia en la capital asturiana levantó el revuelo que la acompaña allá donde va. Cada día, cientos de niños se agolpaban a las puertas del hotel de la Reconquista esperando por un autógrafo. La Fundación Príncipe de Asturias recibió miles de solicitudes de ejemplares firmados, y era curioso ver por los salones del hotel a ilustres empresarios españoles con un ejemplar de Harry Potter bajo el brazo. Pese a que accedió a firmar numerosos ejemplares, no le gusta hacerlo. ¿El motivo? Un ejemplar firmado por su autora puede llegar a superar los mil euros en Internet. Y es que escasean los libros con la firma de Rowling. De hecho, suele hacer sólo dos actos públicos al año. En 2003 accedió a hacer uno extra en Oviedo, pero exigió que fuera con niños enfermos o con problemas.

"Todo aquello fue una experiencia maravillosa. Cuando me enteré de que había ganado el premio, me quedé petrificada. Recibir un premio en cuyo palmarés está Nelson Mandela es un honor. La ceremonia era televisada, yo estaba muy nerviosa… Conocer al Príncipe, mi discurso… Fueron momentos muy emotivos. Mi hija todavía recuerda el momento en el que conoció a la reina de España".

El hecho de hacer que millones de niños de todo el mundo se entregaran a la lectura le valió el galardón. "Cuando un niño me dice que empezó a leer libros por Harry Potter, me siento especialmente orgullosa", dice con ilusión. ¿Qué hacer para que un niño lea? "Creo que hay algunas cosas que, como padres, todos podemos hacer. Puedes leerles, o simplemente que te vean a ti leer; que vean que la lectura es un placer, algo agradable, que no es algo aburrido. Sólo el hecho de que tengan libros a su alrededor ya es positivo".

No entra a valorar el mensaje de sus libros. "Cuando escribo no me paro a pensar en el mensaje. Desde luego que de la obra se desprenden mis ideas, pero no quiero aleccionar, sólo contar una historia", explica. "Mi intención no fue enseñar ni predicar a los niños. De hecho, creo que, salvo raras excepciones, las obras de ficción infantil sufren si el autor o autora está más interesado en instruir a sus lectores que en cautivarlos con un cuento. Sin embargo, siempre he creído que los libros de Harry Potter son altamente morales. Quise representar las ambigüedades de una sociedad donde la intolerancia, la crueldad, la hipocresía y la corrupción abundan, para demostrar mejor lo heroico, que es, cualquiera que sea tu edad, luchar en una batalla que nunca se ganará. Y también quise reflejar el hecho de que la vida entre los 11 y los 17 años puede ser difícil y confusa, aun estando armado con una varita mágica", aseguraba Rowling en su discurso en el teatro Campoamor.

No le molesta en absoluto dirigirse a un público infantil al que, cada vez más, se han ido sumando adultos."Sinceramente creo que yo no elegí escribir para niños, sino que el escribir para niños me eligió a mí. La idea surgió en un tren, me sentí entusiasmada con la historia y me puse con ella. Como todo escritor, si pudiera cambiaría algunas cosas…, pero creo que no me ha ido mal del todo".

Los libros de Harry Potter están publicados en España por Salamandra. Más información en: www.jkrowling.co.uk.

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Sobre la firma

Pedro Zuazua
Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo, máster en Periodismo por la UAM-EL PAÍS y en Recursos Humanos por el IE. En EL PAÍS, pasó por Deportes, Madrid y EL PAÍS SEMANAL. En la actualidad, es director de comunicación del periódico. Fue consejero del Real Oviedo. Es autor del libro En mi casa no entra un gato.

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