Sola ante una fábrica
Paloma Frial, huérfana a los 13 años, hace embutidos con sello universitario
A Leonor Paloma Frial (de 51 años, con un hijo) es más fácil verla en foros académicos que en ferias alimentarias. La Academia de la Ingeniería y la Fundación Cotec la han invitado a uno de sus coloquios para exponer la modélica gestión de su industria cárnica, basada en acuerdos con la Universidad Autónoma de Madrid. Esta colaboración les ha permitido desarrollar una patente conjunta que le ha valido el Premio Nacional de Innovación en la industria alimentaria.
La empresaria ha creado un grupo que factura al año 13 millones de euros, moviliza 2,5 millones de kilos de carne y da trabajo a 70 personas
La incorporación de un compuesto, desarrollado por la Universidad Autónoma de Madrid, la acreditó para ganar el Premio Nacional de Alimentación
No ha recorrido un camino fácil hasta conseguir que los académicos feliciten a Paloma Frial. A los 13 años perdió a su padre, un emigrante asturiano con una pequeña fábrica de embutidos junto a la plaza de Castilla de Madrid. A esa edad se hizo prácticamente cargo de la empresa. Era hija única y sentía tanta veneración por la figura de su padre que se prometió continuar su trayectoria de empresario obsesionado por la calidad.
En los 38 años al frente del grupo Frial, Paloma ha recorrido una maratón en solitario, con el único apoyo de su madre (al principio reticente) y de algunos amigos. Tuvo que reducir la dimensión de la empresa y ceñirla al ámbito autonómico madrileño para hacerse con ella. Compró a crédito una parcela de 3.000 metros en el polígono industrial de Tres Cantos, y mientras levantaba la instalación se ubicó en una nave alquilada en Alcobendas. Ahora se le ha quedado pequeña, como la planta de jamón ibérico que adquirió en Ciudad Rodrigo. Entre ambas ha creado un grupo que factura al año 13 millones de euros, moviliza 2,5 millones de kilos de carne y da trabajo a 70 personas, entre ellas un equipo de I+D+i, que es su ojo derecho, y la obsesión que la ha motivado desde pequeña: la innovación, a la que destina un 10% de la facturación. Hace seis años coincidió con el rector de la Universidad Autónoma de Madrid, Raúl Villar, a quien trasladó su interés por la investigación aplicada. Tuvo suerte. Se acababa de crear un departamento de Ciencias de la Alimentación dirigido por Guillermo Reglero, un científico procedente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que había desarrollado un compuesto para mejorar las condiciones saludables de alimentos con grasas.
Paloma Frial y la Autónoma firmaron un acuerdo de colaboración a seis años, por cinco millones de euros (con apoyo del CDTI), que ha dado como resultado el desarrollo de un ingrediente patentado con el nombre de Vidalim. Según Reglero, mientras los genes humanos no han cambiado desde el paleolítico, la alimentación lo ha hecho drásticamente en los últimos 50 años, de manera que se ha roto el equilibrio entre los ácidos grasos poliinsaturados Omega 6 (los malos) con los Omega 3 (buenos) que rondaba en torno a la unidad. Hoy en día la relación se eleva hasta los 25 puntos a favor de los primeros. "Este diferencial sobre la expresión génica humana es lo que ha generado daños celulares y favorecido el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y otras dolencias crónicas que antes no se daban".
La incorporación del compuesto patentado a la cadena de producción del grupo Frial le ha supuesto la concesión del Premio Nacional de Innovación Alimentaria en 2005. Ahora, Paloma Frial querría dar un salto más: dotar a su empresa de mayor dimensión y dar a conocer al mercado la bondad de sus embutidos "saludables". Pero necesita mucho dinero. No le importaría recurrir al capital riesgo siempre que le dejen llevar el timón.
Una patente basada en el romero
El Viladim, patentado al 50% por Frial y la Universidad Autónoma de Madrid, es un concentrado que aporta a la carne habitual (con exceso de ácidos grasos poliinsaturados Omega 6, considerados malos), ácidos Omega 3 (buenos) y una combinación de antioxidante supercrítico de extracto de romero, vitamina E y caritinoides de microalgas. El concentrado elimina los efectos negativos de las grasas Omega 6 de la carne, reequilibra su relación con los Omega 3 y mantiene las propiedades saludables hasta después de cocinarse.
Con este ingrediente, Paloma Frial sacó al mercado a comienzos de este año una nueva línea de productos Frial bajo la marca FrialVida que lleva el sello de la Universidad Autónoma de Madrid en la etiqueta.
En la ciencia de la alimentación, a los productos con los ácidos grasos equilibrados se les llama "alimentos funcionales". Fueron desarrollados primero en Japón y luego en Estados Unidos y Europa. Estos alimentos figuran ya en la mayoría de los supermercados con etiquetas referidas a las bondades de "los Omega 3".
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