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Queridísima mamá

[Madrid, primera quincena

de mayo de 1915]

Queridísima mamá:

verdaderamente, no sé qué tiempo hace que no encuentro un rato largo de tranquilidad para poder escribiros despacio como yo quisiera siempre. Se pasan los días, uno tras otro, y siempre corriendo. No sé las cosas que se me han acumulado últimamente y que me tienen sin reposo. También estaba esperando para poder mandar a usted el dinero de estos 3 meses, marzo, abril y mayo. Hasta fin de este mes, en que me pagarán una traducción, no me será posible. He tenido que hacerme ropa blanca, pues desde que me vine, hace dos años y medio, no me había hecho nada y aquí se destroza horriblemente todo. Me he tenido que comprar camisas, calzoncillos y calcetines, y, ahora, hacerme el traje de verano, y el sombrero ¡y qué sé yo! Y como no es posible dejar de hacerlo así... Luego, no es posible moverse sin gastar. Sólo en tranvía se me van 2 pesetas diarias. Esto no es una disculpa. Pero ya le digo a usted que estaba esperando poder avisarle que le enviaba el dinero. Ya le digo a usted que será a fin de este mes. La medallita de Juanito Ramón está lista, pero también estoy esperando cobrar lo que digo, que son 50 duros, para recogerla y pagarla. No me gusta pedir prestado porque aquí no me conviene hacerlo. Al momento se sabe todo, y ya digo que no me conviene. Desde el viaje de diciembre, vengo apurado, y no quiero que aquí se sepa. A ver si en octubre, como espero, me aumentan mi sueldo aquí, y entonces será otra cosa. Yo no quería contarle a usted nada y por eso no le escribía, pero como prefiero contárselo a que crea usted que la olvido, lo hago. Dios querrá que todo venga a bien.

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Me pregunta usted por Zenobia. Seguimos como siempre, muy bien; yo, un poco triste porque no puedo casarme ya, como quisiera. Hay que esperar a que todo mejore un poco. Ella es muy buena y me ayuda mucho, en las traducciones del inglés que estoy haciendo. Ahora vamos a dar tres libros, por cuenta nuestra, y espero que ganaremos bastante, pero antes hemos tenido que comprar papel y pagar imprenta, derechos de traducción, etc.; yo, con algo que me prestó Ignacia. Lo que yo gano ahora, apenas si llega a cubrir mis gastos necesarios. Pero para octubre creo que tendré lo suficiente.

A Ignacia, esperando darle noticias, no le he escrito tampoco. Todos los días le pregunto, por teléfono, al procurador, y siempre me responde que no hay nada nuevo. Parece que están rehaciendo los autos. Hormaechea tampoco sabe nada.

Pepe está bien, estudiando bastante. Me dice que esta noche escribirá a su madre. Yo voy a irme a la otra casa, pues como esto está en el campo, para ir y venir hace un calor grandísimo. Ellos no lo sienten, porque sólo salen a las horas en que refresca, y aquí dentro se está muy bien.

A Eustaquio, que he preguntado cien veces lo que quiere, pero nadie me da noticias concretas. Últimamente le he escrito a un ingeniero amigo mío, Orueta, que me dicen que podrá informarme. Aún no me ha contestado. Le escribiré a Eustaquio mañana. Léale usted lo que le digo de la medalla; que no es olvido, sino que estoy apurado y no puedo recogerla hasta dentro de unos días.

Abrazos y besos, y para usted todo el cariño de su hijo que no la olvida un momento,

J. R.

[Madrid, finales de octubre de 1915]

Queridísima mamá:

por su carta vi con gusto que seguíais bien. Nosotros también lo estamos. Me habla usted de su preocupación con motivo de mi nuevo cargo. No tengo la menor intención de dejar la Residencia. Lo probable es que la Casa Calleja y la Residencia se unan en el asunto editorial. Estoy aquí por la mañana y en la Resid por la tarde. Por el momento es bastante trabajo, pero todo se arreglará en cuanto se normalice la marcha de cada cosa. A primero de año sale una revista, La Revista Española, al frente de la cual estoy como redactor jefe. Es de esta misma casa. Será lo mejor que se ha hecho en España en este tipo de cosas. Es mensual y en ella colabora lo más escogido de los hombres ilustres de España y del extranjero. Ya la recibirán ustedes. Y otras muchas cosas.

Volvió Zenobia, muy bien de salud. Y creo que nos casaremos para esta primavera. Dios dirá. A fin de mes le mandaré a usted sus 15 duros. Y cuando pueda más, también.

Recuerdos, abrazos y besos a todos. Para usted el mejor cariño de su hijo que no la olvida nunca

J. R.

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