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Empresarios muy verdes

Ser ecológico y solidario, ético y sostenible, no está reñido con el buen negocio. Es más, apostar por la protección del entorno antes que nadie ha dado pie a empresas muy rentables. Éstos son cinco ejemplos, desde recicladores de coches hasta banqueros y viticultores

Clemente Álvarez

La cifra de ganancias de la cuenta de resultados no es siempre lo único que importa en un negocio. Para algunos empresarios españoles resulta igual de importante cuadrar estos números con los de la rentabilidad ambiental y social de la actividad económica. Es cierto que, como señalan las últimas encuestas de la Fundación Entorno, la mayoría de ellos persiguen simplemente ajustarse a la legalidad o mejorar su reputación. Pero los hay también que han elegido los principios de sostenibilidad como estrategia empresarial o que buscan ensamblar la maquinaria de su vida laboral con los engranajes de su ética personal. Algunos, incluso, afirman estar resueltos a cambiar la sociedad.

De acuerdo con las estadísticas de la Fundación Entorno, un indicador de lo mucho que queda por crecer en esta área está en el mercado de capitales: el patrimonio invertido en España en fondos sostenibles asciende a 1.028 millones de euros, ocho veces menos que en el Reino Unido, cuatro menos que en Francia y tres menos que en Italia. Aun así, las gráficas oficiales muestran cómo cada vez son más las experiencias empresariales que apuestan realmente por la sostenibilidad. Sólo unos datos: en los últimos años se han creado en España 1.400 empresas en el sector de las energías renovables y más de 18.000 en el de la agricultura y ganadería ecológicas. Al parecer, ser más sostenible resulta también un buen negocio.

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Tecnologías 'verdes'

Trévol: Mensajeros a pedales

Empresa de mensajería en bicicleta. Desde 1992. Barcelona. 46 trabajadores.

Cuando suena el teléfono en la empresa de mensajería Trèvol, en la calle de Antonio Ricardos de Barcelona, contesta Montse. Ella toma nota del encargo y se lo pasa rápidamente a Manolo, que localiza la zona sin perder un segundo en un enorme mapa de la ciudad en la pared y da la orden al mensajero mejor situado, que sale como una bala a lomos de una bicicleta. Si el servicio es urgente, dispondrá de 20 minutos para recoger el paquete, y entre una hora y una hora y media para dejarlo en su destino.

En 1992, cuando esta cooperativa se planteó imitar a los mensajeros que vuelan sobre el asfalto de Nueva York deslizándose a pedaladas entre los atascos, enfundaron el maillot a prueba a dos empleados y pusieron a cero los cronómetros.

"Nos quedamos asombrados con los tiempos", recuerda Xavier Palos, gerente de Trèvol. "No es que entregaran en los plazos, sino que eran más rápidos que las motos en las zonas céntricas". La segunda sorpresa llegó después, al echar cuentas: además de ecológico, este sistema era también mucho más rentable.

"¿Hablo con Trèvol? Perdone… Llamaba para advertir de que el mensajero que pedí ha venido en bici", cuenta Palos que decían al teléfono algunos sorprendidos clientes al principio. "Sí, hola… Mire, yo no quiero ningún mensajero, pero han tenido una gran idea", comentaban otros.

La mensajería a pedales resultó un éxito, y a los tres años sus bicicletas habían recorrido el equivalente a siete vueltas al planeta. "Con el tiempo logramos una imagen dinámica, innovadora, sostenible, y a la vez pudimos afrontar la crisis del sector con servicios más baratos, sobre todo con la subida del precio del petróleo", relata el gerente, un turolense de 44 años salido del movimiento ecologista.

Palos recalca que el 80% de las entregas las realizan subidos a una bicicleta -si tienen que desplazarse a puntos más distantes, a otras ciudades, no van a pedales- y que, además, el cambio dado por esta cooperativa de 46 trabajadores va más allá que un simple vehículo e influye en toda la filosofía de la empresa, que destina el 10% de sus beneficios a proyectos de cooperación.

Tras el paso a la ecomensajería, Trèvol amplió el negocio. Primero hacia la limpieza ecológica, y al cabo de unos años, en 2005, volvieron a innovar con el primer coche eléctrico, con el que reparten productos de comercio justo.

"Ser coherente en este mundo te exige cada vez más", enfatiza Palos.

Triodos Bank: El banquero filántropo

Inversiones responsables. Sucursal en Madrid del banco creado en Holanda en 1980.

El café servido por las máquinas automáticas de las oficinas de Triodos Bank en Las Rozas (Madrid) proviene del comercio justo, que garantiza unos ingresos dignos a los pequeños productores del Tercer Mundo. El director general de la entidad, Esteban Barroso, ofrece en su despacho zumos de agricultura ecológica. Y en las agendas de reuniones aparecen marcados los nombres de organizaciones ecologistas y de cooperación al desarrollo. Está claro que éste no es un banco corriente. Se trata de la primera entidad de banca ética en España: "No somos una ONG, esto es un banco; la diferencia con los otros consiste en que aquí sólo invertimos el dinero depositado por nuestros clientes en proyectos con objetivos ambientales, sociales o culturales", explica el director general.

Este madrileño de 44 años trabajaba en la banca convencional desde muy joven, pero al cumplir los 35 decidió empezar de nuevo: "Buscaba coherencia entre mis valores y el trabajo. En su profesión, uno tiene que ganarse la vida, pero también contribuye a que la de los demás sea mejor o peor". Comenzó con una consultora propia especializada en proyectos sociales y esto le llevó a conocer Triodos Bank, institución financiera creada en 1980 en Holanda por un banquero, un consultor, un notario y un economista, que hoy presenta un balance de 2.300 millones de euros y 100.000 clientes en todo el mundo.

Así fue como en 2004 acabó sentado en el sillón de director general de la primera sucursal abierta en España. "Al principio hubo una avalancha de proyectos de gente que pensaba que dábamos patrocinios o que éramos como una fundación, pero esto es un banco", insiste una vez más Barroso, que enumera las condiciones para invertir en una iniciativa: "Tiene que ser un buena idea de negocio, disponer de un equipo capaz de llevarlo a cabo y cubrir una demanda de la sociedad".

Microcréditos para mujeres en Suráfrica, complejos turísticos para discapacitados en Canarias, plantas solares en Madrid… Éstos son algunos proyectos en los que coloca su dinero Triodos Bank, que en España tiene comprometidas inversiones por valor de 120 millones de euros. "Lo que ha demostrado Triodos Bank en 25 años es que se puede combinar la rentabilidad económica con la social y ambiental".

Reydesa Recycling: Los herederos de la chatarrería

Reciclaje de residuos, sobre todo férricos. Álava. 120 trabajadores.

Un residuo no representa lo mismo para todo el mundo. Para los hermanos vascos Mikel y Amaya Treviño puede ser sinónimo de dinero, todo es cuestión del valor del material que contenga y el coste de recuperarlo. Su padre, Enrique Treviño, fue chatarrero y les dejó un pequeño negocio que ha acabado transformándose en Reydesa Recycling, una empresa con varias sociedades y 120 trabajadores, instalada en Legutiano (Álava), que recicla al año 70.000 toneladas de residuos férricos, 70.000 de restos de acerías y 25.000 de material no férrico de vehículos y desechos electrónicos, como ordenadores y electrodomésticos.

Para entender el cambio tan radical experimentado por esta empresa familiar en los últimos años basta acompañar en su proceso de transformación cualquiera de los materiales que entran en sus instalaciones: como un coche en desuso. Cuando antes llegaba uno de ellos a un desguace, era compactado y abandonado entre montañas de chatarra hasta el día que alguien necesitase una pieza. Hoy, la cada vez más estricta legislación ambiental ha proscrito los cementerios de automóviles y cada uno de estos cadáveres de chapa debe ser recuperado para que vuelva a dar vida a otros productos. Primero se le quitan los neumáticos, los filtros y los líquidos del motor. Tras esta descontaminación, el coche es triturado hasta convertirlo en un montón de piezas del tamaño de un puño; entonces se pasa a clasificarlas para recuperar el mayor porcentaje. "Debemos de estar por el 70%, pero las directivas europeas obligan a alcanzar un 95% en unos años", dice Mikel, gerente de la empresa. "Lo más complicado son los plásticos; los fabricantes usan una enorme variedad de polímeros".

"El cambio sustancial ha sido normativo; las exigencias han aumentado año tras año", destaca el reciclador. "Esto ha obligado a fuertes inversiones, pero también ha creado nuevos nichos de negocio". Ellos no se contentaron con cumplir las normas. Cuentan que se fueron a "recorrer mundo" buscando nuevas posibilidades de recuperación para no dejar escapar la oportunidad.

Isofotón: Los inventores de placas solares

Fabricación de placas solares fotovoltaicas. Málaga. 700 trabajadores.

Fabricar una placa fotovoltaica que captase la luz del sol por las dos caras. Esta genial idea, nacida hace 30 años en la cabeza del investigador malagueño Antonio Luque, cuando apenas se conocía la energía solar en España, fue la chispa que desencadenó en el seno de la Universidad Politécnica de Madrid la creación en 1981 de la empresa Isofotón, con el apoyo de unos 40 socios. "La mayoría eran pequeños inversores de Málaga que buscó mi hermano Alberto entre dentistas, abogados, profesores… Les dijimos que era un proyecto de alto riesgo y que pusieran una cantidad que si perdían no fuese una catástrofe para su familia", recuerda hoy con 65 años el catedrático de Electrónica.

Qué razón tenían en avisar, pues ninguno de ellos volvió a ver su dinero. La demanda mundial de placas solares era entonces más bien escasa, y Luque acabó por abandonar la compañía en 1990 aburrido de buscar fondos.

Sin embargo, como aquella primera placa bifacial, una lámina redonda de silicio de unos diez centímetros de diámetro que muestra en su mano el actual consejero delegado, José Luis Manzano, la historia de Isofotón también enseña dos caras: la de los tiempos difíciles y la de uno de los mayores logros empresariales del país en energías renovables. Pues esa misma compañía, propiedad hoy del grupo Bergé, da trabajo a unas 700 personas, cuenta con filiales en Estados Unidos, Italia, Latinoamérica, China, Marruecos y Senegal, y está considera la novena compañía de placas solares del mundo y la segunda de Europa.

"Nuestra fuerza es disponer de una tecnología propia", recalca Manzano, uno de los pocos que han vivido las dos caras de la empresa, que asegura que este año invertirán 12 millones de euros en I+D. Luego apoya en la mesa la antigua célula bifacial, que dejaron de fabricar en 1986, y coge entre sus dedos una diminuta pieza de escasos centímetros: "En esta pequeña chapa de arseniuro de galio hay metidas mil células como aquélla, lo que investigamos ahora es el uso de lentes para concentrar y multiplicar la energía del sol en placas mucho más reducidas y baratas", especifica.

Si hace 25 años Isofotón comenzó a andar con unas pocas decenas de millones de pesetas, en 2006 su facturación prevista asciende a 230 millones de euros. ¿Quizá Luque se anticipó demasiado? "En absoluto", asegura el catedrático. "Si la empresa está hoy entre las 10 primeras del mundo es porque empezamos entonces, cuando nadie creía en la energía solar. La lección es que hay que perder dinero para ganarlo. Y aunque estoy ya mayor, volvería a hacer lo mismo".

Albet i Noia: Los viticultores atrevidos

Bodegas de vino ecológico en el Penedés. Más de un millón de botellas anuales. 24 trabajadores.

El mejor vino de los hermanos Albet i Noya, el reserva Martí, con dos años en barrica, deja en el paladar un gusto a frutas negras, tinta china, eucalipto, aromas balsámicos. La historia de esta bodega del Penedés, pionera en la viticultura ecológica del país, tiene sabor a triunfo y a dulce desquite. Todo empezó hace 28 años. Por casualidad llegó una oferta desde Dinamarca para comercializar vino ecológico del Penedés y en el consejo regulador se la quitaron de encima pasándosela a Josep Maria Albet, que era vegetariano (ya no lo es). Este viticultor, bisnieto del primer Albet que se convirtió en encargado de la finca Can Vendrell en 1903, aceptó el reto y empezó a cultivar una parte de los viñedos sin herbicidas, ni pesticidas, ni abonos químicos, sin intentar aumentar su rendimiento.

"Esto ya se hacía antes", "no tiene ningún futuro", le decían a Josep Maria, que aun así siguió adelante. No fue fácil, pues tuvo que aprender a prevenir las enfermedades en el campo antes que curarlas y a extremar la higiene en la bodega para reducir el uso de los sulfurosos. Pero poco a poco, como madura el vino en las barricas de roble, el negocio fue tomando cuerpo. Primero pidió ayuda a su hermano Toni y a su madre, Nuria, contrató a más gente (hasta los 24 empleados actuales) y, cuando sus viñedos ya no eran suficientes, convenció a otros viticultores para comprarles uva ecológica. Hoy, las bodegas Albet i Noya venden más de un millón de botellas al año y no sólo son un referente mundial del vino ecológico, sino que además ganan prestigiosos galardones cuando se enfrentan a los mejores caldos tradicionales, como premios Zarcillo o medallas del Challenge International du Vin. "Sabía que lo lograríamos. Y aunque los comienzos son duros, más duro es ahora para los que entonces no hicieron nada", comenta Josep Maria.

Mientras se deleita con un vino blanco, este viticultor de 49 años y pelo recogido en una coleta descubre la fórmula de su éxito: "Nunca fallamos. Nuestro producto es ecológico, sí, pero siempre de calidad". Como detalla, no ha tenido miedo de arriesgar para dar un valor añadido a sus vinos. Y sigue sin tenerlo: ahora se ha lanzado con nuevas bodegas de La Rioja y el Priorato y experimenta también con siete variedades prefiloxéricas. "Lo que no me explico es cómo el resto de las bodegas del país no son ecológicas", se pregunta.

El precio del riesgo: Electra Norte

El riesgo también tiene un precio. Es el caso de Electra Norte. Esta pequeña comercializadora de electricidad en Asturias saltó a los periódicos en 2003 por convertirse en la primera compañía española en vender energía verde, cien por cien renovable, al consumidor. "Teníamos dos posibilidades: quedarnos aquí aislados, como Astérix y Obélix, o apostar por una estrategia diferente e ir a competir", cuenta José Quirós, director de marketing de la empresa. La fórmula dio resultado y en los años siguientes el negocio no dejó de aumentar.

Sin embargo, cuando se preparaban para dar el salto a los 5.000 clientes, todo se vino abajo. ¿Qué pasó? "No es un problema de Electra Norte, sino del sector eléctrico del país", detalla Quirós, que explica cómo en 2005 los precios de la electricidad de los mercados internos subieron un 80%. Por la sequía, por el precio del petróleo… Esta subida disparó la factura de todas las compañías comercializadoras que compran la energía a los generadores, pero no así la de los clientes finales, que es mantenida por el Gobierno por debajo de los costes reales.

"Esto genera un enorme déficit que pagaremos todos en el futuro", precisa Quirós, que avisa: "O el Gobierno nos manda una señal o abandonamos".

Xavier Palos, gerente de Trévol, entre dos ecomensajeros.
Xavier Palos, gerente de Trévol, entre dos ecomensajeros.CLEMENTE ÁLVAREZ

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Sobre la firma

Clemente Álvarez
Es el coordinador de la sección de Clima y Medio Ambiente de EL PAÍS y está especializado en información ambiental, cambio climático y energía. Ha trabajado para distintos medios en España y EE UU, como Univision, Soitu.es, la Huella en La2 de TVE... Fue también uno de los fundadores de la revista Ballena Blanca.

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