Deme una tele, le dejo la vieja

Cuando un consumidor se acerca a la tienda a comprar un nuevo teléfono móvil, una radio, una plancha o un secador de pelo puede llevar el antiguo para que sea reciclado correctamente y el vendedor está obligado a recogerlo desde hace un año. No se trata sólo de que la basura eléctrica y electrónica aumenta a pasos agigantados (en 1998 era de 6 millones de toneladas en la UE con un aumento anual en torno al 5%), de que la mayor parte se podría reutilizar y de que contiene sustancias tóxicas como plomo, mercurio, cadmio o fósforo. Se trata, además, de que con parte del importe (entre el 1% y el 3%) de un móvil, una televisión -o cualquier aparato electrónico y eléctrico que vaya marcado con etiquetas que indican que no se pueden tirar a la basura convencional-, el consumidor paga ese reciclaje posterior.

El objetivo de reciclaje de aparatos de radio o vídeos es ya casi imposible de cumplir

Las tiendas están obligadas a recibir la vieja máquina cuando se compra una nueva

Según una directiva europea que entró en vigor en España hace un año, los productores de aparatos electrónicos y eléctricos están obligados a recogerlos de los puntos limpios -que debería haber en todas las zonas- o de las tiendas de distribución para después reciclar los componentes que se puedan reutilizar (en los frigoríficos son el 90%) y deshacerse sin riesgo de los componentes peligrosos. El objetivo de la UE para 2006 es reciclar cuatro kilogramos de aparatos por persona, lo que significa en España unas 176.000 toneladas.

Ni el Ministerio de Medio Ambiente ni el de Industria (que asigna la cuota de recogida a cada empresa en función de los aparatos vendidos) tiene todavía datos de cómo va este año el reciclaje. Y, mientras el primero señala que es probable que no se cumplan las expectativas, Industria "confía" en que se alcanzarán. Pero no está claro.

En el caso de aparatos pequeños como los vídeos, las televisiones y las radios, se ha recogido en lo que va de año sólo el 6% de lo que se debe reciclar en todo el año (unas 28.000 toneladas), según Ecotic, una de las nueve fundaciones en las que se han reunido los productores para reciclar. La normativa ha dividido estos productos en 10 categorías y Ecotic se encarga de la inmensa mayoría de los aparatos de consumo (radios, televisores, vídeos, etcétera) y de los juguetes (videojuegos, consolas portátiles o tragaperras). Dicen que no se cumplirá el objetivo marcado porque en lo que va de año han reciclado algo menos de 2.000 toneladas. Sostienen que su principal problema es que la mayoría de las comunidades autónomas aún no les ha concedido -ni a ninguna otra fundación- el permiso para recoger los aparatos de los puntos limpios municipales. Sólo lo han hecho Andalucía y Canarias y País Vasco. El desencuentro consiste en que muchas autonomías exigen a las fundaciones que paguen la recogida a domicilio, algo que no se contempla en la normativa. El Departamento de Industria de la Generalitat catalana defiende que "quien contamina, paga". Además de la recogida a domicilio, piden a las fundaciones que "se unan en un solo interlocutor" y que paguen retroactivamente lo que se ha gastado la comunidad en la recogida selectiva de estos residuos desde que entró en vigor la norma.

Sin embargo, en el caso de los grandes electrodomésticos (neveras, lavadoras o lavavajillas, por ejemplo), sí se están cumpliendo las expectativas. "Funciona muy bien el uno por uno [el vendedor entrega el nuevo aparato y se lleva el viejo]", asegura José Ramón Carbajosa, director general de Ecolec. Esta fundación, que se encarga de la mayoría de los aparatos de esta categoría, ha reciclado en los primeros seis meses unas 90.000 toneladas. A este ritmo, sólo en grandes electrodomésticos se alcanzaría el objetivo de 176.000 toneladas establecido para el conjunto de aparatos.

El año pasado salieron al mercado, según el Registro Nacional de este sector, del Ministerio de Industria, unas 212.000 toneladas, con lo que se calcula que una cantidad similar es la que se debería reciclar cada año.

Carbajosa también admite la dificultad para recoger los aparatos más pequeños, no sólo por falta de acuerdo con las comunidades, sino porque el consumidor muchas veces no está bien informado sobre lo que tiene que hacer.

Las asociaciones de consumidores, que han difundido el tema de forma lateral en campañas sobre reciclaje, admiten que, en general, "el usuario no está haciendo uso de su derecho de dejar el aparato viejo en la tienda cuando compra uno nuevo", señala Yolanda Quintana, portavoz de la Confederación Española de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (CEACU). Pero no le echan la culpa únicamente al desconocimiento o la falta de concienciación, sino a que la "normativa es incompleta, debería obligar a los comercios a hacer expresa esa posibilidad que tiene el comprador", añade.

Todos los aparatos bajo esta norma en ELPAIS.es