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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El segundo Uribe

Álvaro Uribe se convirtió ayer en el primer presidente de la historia de la República de Colombia en asumir dos mandatos consecutivos. Lo hace con un gran apoyo popular, que sin duda necesitará para proseguir su lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. Pero también para intensificar el frente contra la pobreza en el giro social que ha prometido para este nuevo periodo, con especial énfasis en la sanidad, la educación y una política social de apoyo a este casi 50% de la población que, pese a la reactivación económica, vive por debajo del umbral de pobreza. Tras el triunfo clamoroso con el 62% de los votos cosechado en primera vuelta de las elecciones presidenciales de mayo pasado, Uribe se sabe sólidamente confirmado en su firmeza antiterrorista, pero también es consciente de que todos los éxitos en este terreno no han hecho que esté hoy mucho más cerca que hace cuatro años esa "reconciliación nacional" que volvió a demandar y que se basa en su oferta de reinserción.

Esta política ha tenido un éxito considerable en el caso de los paramilitares de las Autodefensas -siempre cuestionada por la impunidad que otorga-, y parcialmente en el ELN, pero sigue encontrando fiera resistencia en unas FARC, la mayor organización guerrillera del país, que parecen incentivadas por los cambios políticos del nuevo entorno internacional de Colombia. La ofensiva de las FARC previa a la toma de posesión presidencial obligó a movilizar a decenas de miles de policías y soldados en Bogotá para evitar que, como hace cuatro años, la ceremonia se convirtiera en tragedia. Entonces, un ataque con granadas contra el palacio presidencial se cobró 21 muertos y 70 heridos.

La situación desde entonces ha mejorado y los colombianos han sabido valorarlo. Pero se mantiene la insurrección, como también el drama interminable de las decenas de ciudadanos colombianos secuestrados por las FARC, cuyos familiares han exhortado una vez más al presidente a la negociación. Las ausencias han sido significativas en la toma de posesión del principal aliado de EE UU en Latinoamérica: no estaban los jefes de Estado de Brasil ni de Bolivia, de Venezuela, México ni Uruguay. Pero Álvaro Uribe no está aislado. Tiene el apoyo masivo de los colombianos, éxitos demostrados y una economía en recuperación. Los retos son grandes, pero también el capital político con que arranca el nuevo mandato.

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