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Verano a toda prueba

A veces es suficiente tener muy presente en el día a día pequeños consejos y precauciones para pasar unas agradables vacaciones y evitar las complicaciones más comunes derivadas de la época estival

01 Manténgase bien hidratado. En verano, para evitar que la temperatura corporal aumente en exceso, nuestro organismo utiliza un sistema de refrigeración con agua: la transpiración, por la que se eliminan agua y sustancias de desecho a través de las glándulas sudoríparas de la piel, donde se evapora. También se utiliza este sistema de refrigeración cuando se realiza ejercicio, ya que éste también produce calor. Es fundamental para la salud adoptar hábitos que faciliten un adecuado aporte de líquidos, para mantener un buen estado de hidratación. Para conseguirlo, el agua es la bebida por excelencia, pero también pueden ser útiles otras bebidas refrescantes. Es importante saber que a veces no se nota sensación de sed (esto es especialmente importante en los mayores), pero, a pesar de ello, debemos obligarnos a beber periódicamente, y en especial en épocas calurosas.

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02 Conservar los alimentos. El calor favorece la proliferación de los gérmenes y la descomposición de los alimentos. Conviene consumirlos lo antes posible, mantenerlos bien refrigerados y, si se toman crudos, lavarlos concienzudamente con unas gotitas de lejía de uso alimentario para prevenir gastroenteritis estivales. Otro enemigo de los alimentos, sobre todo si se come al aire libre, son los insectos. Procure cerrar bien los botes y no dejar rastros de migas o azúcar sobre la mesa.

03 Aire acondicionado. La mayoría de las infecciones respiratorias del verano son causadas por el mal uso del aire acondicionado. Catarros, faringitis y neumonías aparecen por las temperaturas excesivamente bajas, la sequedad y la contaminación de los ambientes refrigerados, así como por el choque que sufre el organismo con los cambios térmicos bruscos. Los especialistas afirman que el problema no radica tanto en la tecnología del aire acondicionado como en el mal uso que se hace de ella. El problema aparece cuando no se respetan las instrucciones de mantenimiento y limpieza del fabricante, así como las revisiones técnicas a que debe ser sometido el sistema. Entonces, éste se ensucia, se contamina y se convierte en una especie de ventilador que esparce por todo el ambiente bacterias y hongos. El aire acondicionado se constituye entonces en fuente inagotable de procesos de las vías respiratorias, altas y bajas.

04 Deliciosas frutas. Recuerde la amplia variedad de frutas típicas de la época estival. La fruta es una de las mejores formas de alimentarse en verano, fácil de comer y muy refrescante por su alto contenido en agua. A cualquier hora, como tentempié o desayuno, las frutas son sanas, nutritivas, hidratantes y no engordan: aportan solamente alrededor de 50 calorías cada 100 gramos. Además son una excelente fuente de vitaminas y de sustancias antioxidantes. ¡Que no falten en su mesa!

05 Diarreas y gastroenteritis. Pueden producirse por la proliferación de los gérmenes en los alimentos (salsas, mayonesas, cremas, natas, huevos crudos o poco hechos…) y se ven favorecidas por el calor. Los síntomas son dolor abdominal, vómitos y diarreas, a veces acompañados de fiebre. Los casos graves pueden llegar a la deshidratación. En principio, las gastroenteritis se tratan con soluciones rehidratantes por vía oral, bien comerciales (bebidas isotónicas), bien hechas en casa (con la siguiente fórmula: 1 litro de agua, 3,5 gramos de sal de cocina, 2,5 gramos de bicarbonato y el zumo de 3 limones; edulcorar con sacarina).

06 Salvar la piel. Las actividades al aire libre con luz solar favorecen la síntesis de vitamina D, que ayuda a la mejor absorción intestinal del calcio. Sin embargo, los viajeros, especialmente los que van a países cercanos al trópico y a altitudes elevadas, tienen que estar informados sobre los riesgos de una sobreexposición. En los últimos 20 años, el melanoma o cáncer de piel se ha triplicado y es el tumor maligno que más crece. Es obligado protegerse con productos que contengan buenos filtros e ir exponiéndose al sol progresivamente con el fin de que se vayan activando los mecanismos de defensa de la piel. Evite las horas en que más perpendicularmente caen los rayos del sol (entre las once de la mañana y las tres de la tarde, según horario solar). Ya existen cápsulas por vía oral (se encuentran en farmacias y parafarmacias) que potencian la acción protectora de los tratamientos tópicos.

07 Golpe de calor. A partir de los 35 grados de temperatura ambiente se alteran los mecanismos corporales de termorregulación y aumenta el gasto cardiaco y circulatorio para equilibrar la temperatura corporal y la externa. Los primeros efectos del golpe de calor son: cansancio, sensación de ahogo, desazón, nerviosismo y dolor de cabeza. Incluso puede presentarse hipotermia o aumento de la temperatura corporal. Si los síntomas se agravan porque no se aporta ninguna solución puede surgir un fallo multiorgánico. Lo más aconsejable es mantener una buena hidratación y protegerse en lugares con sombras preferentemente naturales (árboles, laderas o incluso muros o edificaciones). Si el golpe de calor se ha producido, las primeras medidas son colocar al paciente en un lugar bien sombreado, aportarle agua, aflojarle la ropa y tratar de bajarle la temperatura con baños semitemplados o compresas empapadas en agua fría. Si no responde, consultar rápidamente al médico o acudir a urgencias.

08 Los helados. Son uno de los alimentos preferidos en verano por su sabor y por ser refrescantes. Los helados cremosos tienen como base la crema (nata), la leche y la grasa no láctea. Su alto valor nutritivo depende de la cantidad y tipo de ingredientes utilizados en su elaboración. Los helados son una buena fuente de calorías. Contienen cantidades de grasa superiores al 10%, fundamentalmente saturada, responsable en gran medida de su alto aporte energético. Además aportan proteínas y azúcares que suponen un 25% de su peso, siendo fundamentalmente sacarosa y glucosa, además de lactosa, aunque en la actualidad se pueden encontrar helados que emplean edulcorantes artificiales con menos calorías y aptos para diabéticos. Los helados que tienen como base el agua (polos, sorbetes o granizados) no emplean materias grasas, por lo que no aportan grasa ni colesterol. El principal componente de los sorbetes y granizados es el agua, que representa alrededor de un 85%-90% de su composición. Por tanto, el contenido calórico es menor, unas 70 calorías por cada 100 mililitros. El granizado es una bebida helada que se sirve cuando aún está cristalizada, mientras que el sorbete, a medio camino entre el granizado y el helado, contiene menos grasa que los helados cremosos, pero más azúcar… Sin embargo, conviene no abusar, ya que, a pesar de ello, hay que tener en cuenta que sí aportan azúcar en cantidades significativas.

09 Viajar avisados. La Organización Mundial del Turismo, con sede en Madrid, calcula que por cada 100.000 viajeros internacionales, unos 80.000 sufren problemas de salud. Los principales factores de riesgo son viajes de mochila y aventura, visitas a zonas rurales y fuera de los circuitos turísticos habituales, duración del viaje superior a cuatro semanas y destinos a países tropicales, del sureste asiático y del África subsahariana. Uno de los procesos más frecuentes es la llamada diarrea del viajero. Es importante evitar la deshidratación mediante la reposición de líquidos (existen preparados comerciales de fácil manejo para la rehidratación oral), seguir una dieta blanda y, si los síntomas se agravan o persisten más de tres días, consultar al médico. Es aconsejable en general, en función de la edad, el sexo y el destino, actualizar con tiempo suficiente el calendario vacunal frente a enfermedades como difteria y tétanos o las vacunas frente a hepatitis A y B, sin olvidar, por supuesto, la profilaxis contra la malaria cuando esté indicada. En algunos países es obligada la vacunación contra la fiebre amarilla.

10 Ejercicio al aire libre. Además de los deportes acuáticos es conveniente, según la edad, realizar prácticas como caminar o andar en bicicleta. Un estudio desarrollado por la Escuela Superior Alemana de Deportes, con sede en Colonia, revelaba que pedalear al menos diez minutos diarios reduce en más del 50% el riesgo de infarto, protege las articulaciones, ayuda a prevenir las dolencias de espalda, fortalece el sistema inmunológico y previene el estrés y la ansiedad, al tiempo que proporciona sensación de bienestar. Evite las horas de calor más sofocante.

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