Rusia venderá a Venezuela 30 aviones de combate y 30 helicópteros militares por más de 800 millones
En vísperas del periplo euroasiático que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, inicia este fin de semana, el ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Ivanov, confirmó ayer que su país venderá a Caracas una partida de 30 cazas S-30 y otros tantos helicópteros militares, valorado en más de mil millones de dólares (800 millones de euros).
La compra de armas, la colaboración industrial y energética, así como la exploración de posiciones políticas e ideológicas, son temas de una gira que Chávez comienza hoy en Minsk, la capital de Bielorrusia, donde se entrevistará con el presidente bielorruso, el autoritario Alexandr Lukashenko. De Bielorrusia, Chávez pasará a Rusia; y de allí, a Qatar, Irán y Vietnam.
Venezuela decidió comprar aviones rusos para reemplazar los aviones occidentales adquiridos en los años ochenta, F-16 norteamericanos (para los que EE UU niega las piezas de repuesto, según Chávez) y Mirage franceses. En 2005, Caracas firmó dos contratos con Rusia, uno por valor de 120 millones de dólares para comprar 10 helicópteros de combate y otro, por 54 millones de dólares, para adquirir 100.000 fusiles Kaláshnikov. La "irrupción histórica" de los cazas rusos en el mercado latinoamericano ha sido posible gracias a la posición de independencia de EE UU de Chávez, según el diario Védomosti. La venta de una partida de aviones de combate, de un modelo que ningún país latinoamericano posee, tiene una dimensión política, afirmaba al diario Borís Shmelev, del centro de investigaciones políticas comparadas de la Academia de Ciencias de Rusia. Citando una fuente de la industria armamentista rusa, Védomosti informaba que, a principios de esta década y por temor a irritar a EE UU, el Ministerio de Exteriores ruso se opuso a un contrato para vender a Chávez una partida de cazas.
Ahora la situación es distinta, y aunque Rusia actúa de forma legal y justificada, "no debe asumir el papel de patrocinador y protector de todas las fuerzas antiamericanas en América Latina", si no quiere estropear sus relaciones con EE UU, según Shmelev.
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