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Reportaje:Cumbre del G-8

Las 'armas' del anfitrión

Rusia alberga por primera vez una cumbre de los países más poderosos con un peso creciente, basado en sus reservas de gas y de petróleo

Pilar Bonet

Rusia ejerce por primera vez de anfitrión en la cumbre del G-8 del 15 al 17 de julio en San Petersburgo con un sentimiento de renovada importancia y dispuesta a reclamar liderazgo en un mundo globalizado y en parte receloso de las nuevas armas de Moscú: el gas y el petróleo. En vísperas de la cita de los ocho líderes y del encuentro bilateral previo, el día 14, entre el presidente George W. Bush y su colega Vladímir Putin, Moscú y Washington han intensificado sus negociaciones para eliminar los últimos obstáculos al ingreso de Rusia en la Organización Mundial de Comercio (OMC). Este ingreso, que el Kremlin solicitó en 1995, completará su integración en la economía mundial.

Por su Producto Interior Bruto (PIB), Rusia ocupaba el 14 lugar mundial en 2005, según el Fondo Monetario Internacional (entre México y Australia), y las previsiones para 2006 la sitúan en el 10. La economía rusa, sin embargo, está muy lejos de la diversificación a la que ha exhortado esta semana el ministro del sector, German Gref. En 2003 un 61,2% de las exportaciones eran materias primas. Ahora, son el 81,5%. Casi la mitad del crecimiento anual (6,4% en 2005) viene de la exportación de hidrocarburos. La energía tira de otras ramas y para 2006, los pronósticos del crecimiento industrial apuntan a más del 5%. Sin embargo, Gref está preocupado porque China ha aventajado a Rusia por sus inversiones en investigación y desarrollo (un 1,2% del PIB).

En 1998, en época de Borís Yeltsin, cuando los rusos perdieron sus ahorros en la bancarrota del Estado, nadie podía prever la coyuntura actual. La bonanza basada en el incremento de los precios de los hidrocarburos es un regalo para Vladímir Putin (con la ayuda de Bush en Irak), pero no el fruto de una reforma que haga más moderna y eficiente la economía.

El fondo de estabilización, creado con los ingresos del petróleo, ha sobrepasado los 60.000 millones de euros este mes, lo que equivale al 16,9% del PIB. El fondo seguirá creciendo incluso después de que Rusia pague en agosto los 21.300 millones de dólares (16.719 millones de euros) de atrasos de sus deudas de la URSS al Club de París, un paso inusitado en toda la historia de esta organización.

Hasta hace poco, la fuga de capitales predominaba sobre las inversiones, pero ahora Rusia recibe más dinero del que sale al exterior. En el primer semestre de 2006, las inversiones directas extranjeras alcanzaron los 14.100 millones de dólares, más que en todo 2005, aunque la tendencia es todavía inestable. Rusia ha visto subir su clasificación en las agencias de cotización internacionales, y podría subir más si no fuera por la inestabilidad política y legal y por su excesiva dependencia del petróleo.

La política de compras de Gazprom, la mayor empresa de gas del mundo, la petrolera Lukoil o el fallido intento de Severstal para adquirir Arcelor indican que las grandes compañías del país tienen ya los recursos para convertirse en jugadores globales. De momento, sin embargo, la agresividad responde más a un proyecto político del Kremlin, obsesionado por el control y la expansión, que a planes económicos al margen de una misión política nacional. Rusia se afirma en el espacio de la ex Unión Soviética como monopolista en el tránsito de materias primas desde Asia Central a Occidente, donde asegura una cuarta parte del consumo del gas de la UE y algo menos del petróleo. El Kremlin tiene grandes ambiciones, pero la Agencia Internacional de Energía teme que la exportación de gas a Europa pueda resentirse a partir de 2010, a causa de la falta de inversiones de Gazprom en nuevas explotaciones (en la península de Yamal y en el Ártico), para sustituir a los yacimientos que se agotan en Siberia Occidental.

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Putin insiste en que Rusia es fiable como suministrador, pero la crisis con Ucrania a principios de año ha provocado un síndrome de desconfianza en Occidente por la posibilidad de que Moscú use el arma energética donde la URSS no usó la nuclear.

El rublo se ha fortalecido y el Banco Central, que mantiene parte de sus reservas en euros, sostiene artificialmente el cambio del dólar para proteger a la industria exportadora. La economía se orienta hoy hacia el rublo en detrimento del dólar, que los rusos han preferido para salvar sus ahorros de los cataclismos locales. El número de dólares en circulación en el mercado interior durante la primera mitad de este año se ha recortado en 5.100 millones. El rublo se fortalece también verbalmente, porque los funcionarios deberán referirse obligatoriamente a él en sus manifestaciones públicas.

Putin con su perro, en una imagen de 2004 en su residencia de Novo-Ogaryovo, a las afueras de Moscú.
Putin con su perro, en una imagen de 2004 en su residencia de Novo-Ogaryovo, a las afueras de Moscú.REUTERS

Riqueza y desigualdad

La riqueza existente en Rusia se evidencia en los caros automóviles que congestionan las calles de Moscú o en la actividad constructora. Pero las diferencias siguen ahondándose. Rusia más que un país es un continente, donde, en términos económicos, coexisten diferentes países. Las regiones que tienen materias primas prosperan. Las que no, se hunden en la depresión. La política del Gobierno ha agravado las diferencias.

En cuanto a los ciudadanos, los ingresos medios de los más favorecidos superan en 14,6 veces los de los menos afortunados, según el diario Trud. Los trabajadores del gas son los mejor pagados (más de 1.400 euros al mes). Unas 25 millones de personas viven con algo más de 87 euros al mes. El sueldo medio es de unos 292 euros.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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