El dedo en la llaga
El artículo de Milú Villela, La copa de la educación en Brasil (EL PAÍS, 10 de julio de 2006), pone exactamente el dedo en la llaga brasileña, una llaga infectada ante la indiferencia de la sociedad brasileña y de los pírricos esfuerzos de sus sucesivos Gobiernos. Efectivamente, el gran problema de Brasil está en la mala calidad de su educación pública en el nivel primario y secundario. ¿Y España? ¿Qué hace nuestra cooperación en Brasil para ayudar a la sociedad brasileña a curar y cicatrizar esta llaga? Datos de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) de España a Brasil en 2004. Total de nuestra ayuda: 7.458.633 euros. Por partidas, el Instituto Cervantes consume el 41% del total de la AOD, con 3.119.372 euros. El mantenimiento de los Centros Culturales españoles en Brasil se lleva 781.010 euros, el 10,4% del total de la AOD. El programa de becas universitarias de la Agencia Española de Cooperación Internacional y los lectorados de español en universidades, 426.689 euros, el 5,7%. Estas tres partidas acumulan el 57% de nuestra cooperación en Brasil.
El problema es que, entre las demás partidas no se encuentra ningún programa ni proyecto en apoyo a la educación pública. El Instituto Cervantes se dedica a dar clases de español, a precios que sólo los sectores sociales más pudientes de Brasil se pueden permitir pagar. Los centros culturales promueven la cultura española, y a veces la local, pero trabajan entre la élite cultural del país. Las becas no favorecen a los más pobres, y sí a los que tienen más acceso a su difusión, saben español y podrían pagarse perfectamente sus estudios en España. Todos estos programas, por muy loables que sean sus objetivos, están desenfocados, pues no combaten las desigualdades, no reducen la pobreza y no responden al problema principal, que no está en las universidades y sí en la educación primaria y secundaria. Aquí está el desafío para nuestra cooperación: en apoyar los esfuerzos de Brasil para lograr que mejore la calidad de la educación básica, que aumente el número de horas que los niños brasileños estén en la escuela, en fomentar los complementos pedagógicos y en el apoyo a la formación de los profesores.
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