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Reportaje:

Porto 'Rivas' Alegre

El Foro Social Mundial de las Migraciones debate en Madrid una globalización que no esté dominada por la injusticia

"¡Por la globalización de los derechos humanos!", gritó ayer alguien con mucha vehemencia durante la inauguración del II Foro Social Mundial de las Migraciones, que se celebra en Rivas (Madrid) hasta mañana, sábado. El grito se extendió por todo el auditorio, y fue muy aplaudido, quizás con ganas entre los presentes de que se convierta en un nuevo lema al estilo del Otro mundo es posible. Esta frase fue acuñada en el primer Foro Social Mundial, a secas, que se celebró en 2001 en Porto Alegre (Brasil) y que quería contrarrestrar la reunión del poderoso Fondo Económico Mundial de la ciudad suiza de Davos.

Desde ese año, el foro alternativo se ha celebrado anualmente en la ciudad brasileña, pero también en otros países, como India o Venezuela. Mientras, al abrigo del Foro Social Mundial han surgido otros encuentros sectoriales como el de las Migraciones, que estos días ha desembarcado en Rivas (55.000 habitantes) y cuya primera edición se celebró el año pasado en la omnipresente Porto Alegre. Los miembros del foro no se oponen a la globalización en sí misma, sino que hablan de que "otra" globalización es posible, "sin que esté dominada por los intereses de los países ricos".

Unas 1.800 personas de todo el mundo, en su mayoría jóvenes, debaten y proponen estos días alternativas al pensamiento económico dominante. "Es la primera vez que se celebra un foro de estas características en España y pretendemos buscar soluciones a escala internacional a los problemas de los inmigrantes", resaltan los organizadores. Este encuentro ha sido convocado por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (Cear), Servicio Pastoral de Migrantes y Grito de los Excluidos, ambas de Brasil; y la Federación Estatal de Asociaciones de Inmigrantes y Refugiados de España.

A través de conferencias, debates y proyectos, los participantes, la mitad de fuera de España, intentan dar la vuelta a la injusticia y encontrar otras fórmulas. "¿Que para qué sirve el foro? Pues para mostrar cómo debe ser nuestro mundo", responden muy seguras las francesas Carolina Intrand y Delphine Soetart. Ellas pertenecen a una ONG, al igual que muchos de los inscritos. También hay universitarios, miembros de partidos políticos de izquierdas, ecologistas, intelectuales, trabajadores de ayuntamientos y, en general, cualquiera que mantenga un contacto mínimo con la inmigración.

Entre los temas que corren entre los participantes: las claves que generan las tensiones raciales, el trabajo de las ONG con los inmigrantes, la trata de menores y de mujeres, los problemas de exclusión social, el asilo a los refugiados... "Me interesan los temas de codesarrollo y la inmigración y género. Y sobre todo me ha asombrado que estén todas las salas de conferencias llenas", explicó Carla Zabaleta, delegada de Cear en Canarias. Para Mario Moreno, de la Universidad Autónoma de Madrid, lo interesante de estas jornadas pasa por "poder explorar en los rasgos culturales y religiosos que influyen en los procesos migratorios". "La tragedia de la inmigración sólo la conocemos por la televisión. Este encuentro permite conocer la situación desde las dos perspectivas, el país de acogida y el inmigrante, y debatir soluciones a los problemas", señaló David Chica, secretario de Movimientos Sociales de IU Madrid.

En el primer día de conferencias, la camboyana Somaly Mam, premio Prínc1ipe de Asturias de Cooperación Internacional (1998) por su lucha contra la prostitución, alzó la voz contra las mafias que explotan a las mujeres inmigrantes. "Las mujeres son las que emigran, las que están dispuestas a sacrificar su vida por sacar adelante a su familia", denunció Mam que recordó que "el 90% de las mujeres que en el mundo se prostituyen lo hacen obligadas".

La activista camboyana, en su intervención en la mesa que compartió entre otros ponentes con Demetrio Valentini, obispo de Jales en São Paulo (Brasil), se manifestó intransigente con la regularización de la prostitución. "Hay que abolirla", sentenció.

Demetrio Valentini, obispo de Jales en São Paulo (Brasil), y Somaly Mam, premio Príncipe de Asturias por su lucha contra la prostitución, ayer en el foro.
Demetrio Valentini, obispo de Jales en São Paulo (Brasil), y Somaly Mam, premio Príncipe de Asturias por su lucha contra la prostitución, ayer en el foro.EFE

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