Hamás y Fatah dicen estar a un paso de un acuerdo para cerrar la crisis palestina
Los responsables islamistas negocian la formación de un Gobierno de unidad nacional
A un paso del acuerdo que pondrá punto final, o al menos un paréntesis, a la encarnizada pugna que sostienen Hamás y Fatah por el poder político. Así definieron ayer la coyuntura dirigentes de ambos partidos, que negocian desde hace semanas el documento que reconoce la legitimidad de Israel y que el presidente Mahmud Abbas quiere someter a referéndum el 26 de julio. No obstante, restaban por resolver cuestiones de calado: la formación de un Gobierno de unidad nacional y el reconocimiento de la OLP como único interlocutor del pueblo palestino.
Los días del primer ministro Ismail Haniya parecen contados.
Hamás ha aceptado la constitución de un gobierno de unidad nacional, en realidad su objetivo desde el 25 de enero, día de su triunfo en las elecciones legislativas. Los dirigentes Ahmed Bahar e Ibrahim Dahfur apuntaron, además, que el 98% de los puntos del denominado Documento de los prisioneros estaban ya resueltos. Más cauteloso, sin embargo, se expresaba el diputado de Fatah Fayez Saqqa, muy próximo a las negociaciones. "Es un poco prematuro. Puede ser que el 2% sea más importante que el resto", comentó anoche a este diario.
La batalla de los negociadores se centra en el documento de los prisioneros, suscrito en una cárcel israelí por reclusos de todas las facciones. Dicho acuerdo promueve la creación de un Estado palestino en Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este -en las fronteras previas a la guerra de junio de 1967- y el reconocimiento de los acuerdos firmados por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), lo que acarrea el reconocimiento implícito de Israel, anatema para la actual dirección de Hamás.
Es el gran escollo: la convocatoria aún vigente del referéndum que se centra en el reconocimiento implícito del Estado judío a cambio de una retirada completa de Israel a los límites de 1967. Yaser Abed Rabbo, asesor del presidente Abbas, afirmó que "los preparativos para la consulta no se verán afectados" por un pacto entre las partes y que el documento de los prisioneros no deberá sufrir "ninguna alteración sustancial". Habrá que tejer encaje de bolillos. "No se le exige a Hamás que reconozca a Israel, pero sí que acepte a la OLP como único interlocutor de los palestinos", señalaba Saqqa. La solución puede estribar en una cláusula añadida al documento que fije la prohibición genérica de renunciar a los derechos del pueblo palestino. El segundo gran obstáculo: la aceptación de la OLP, a la que no pertenecen los movimientos fundamentalistas, como interlocutor exclusivo en la arena internacional también suscitaba debates enrevesados.
Liberación de presos
Sin embargo, no hay diferencia insalvables sobre la exigencia de la liberación de los 9.000 presos en cárceles israelíes; el derecho al retorno de los cuatro millones de refugiados y la limitación de la resistencia palestina al territorio ocupado de Cisjordania, lo que supondría el fin del lanzamiento de cohetes artesanales desde la franja de Gaza sobre el sur de Israel. Tampoco acerca del reparto de competencias entre el presidente y el Legislativo controlado por Hamás.
Lo más probable es que la solución a la crisis pase por la formación de un gobierno de unidad nacional, sumando a los demás partidos al Ejecutivo. El fin de Ismail Haniya como primer ministro parece cercano. Agobiado por el asedio económico y político de la comunidad internacional de Fatah y de algunos países árabes, de nada le ha valido el acuerdo del Cuarteto (EE UU, la UE, Rusia y Naciones Unidas) para aportar las ayudas que mitigarán a partir de julio la precaria situación de los 3,7 millones de palestinos. Hamás acogió ayer con desdén el anuncio del Cuarteto.
Varios analistas apuntan al empresario cisjordano Munib al Masri, ajeno a cualquier filiación partidista, como su reemplazo. Hamás, cuyo Ejecutivo se tambaleaba casi desde su arranque a finales de marzo, no puede admitir una salida deshonrosa. De ahí que haya rechazado la formación de un gobierno de tecnócratas sin presencia islamista. "Hamás", indicaba días atrás el profesor y analista Talal Okal, "necesita demostrar que es capaz de gobernar. Ésta no es sólo una cuestión de Hamás, es un asunto que concierne a los Hermanos Musulmanes en los países de la zona".
No faltan quienes observan la solución de compromiso como un simple apaga fuegos. "Ambas partes", sostenía hace unos días el profesor de Ciencias Políticas Ali Jarbaui, "ya han aceptado compartir el poder. Pero eso no va a funcionar. Es necesario un Ejecutivo de independientes y que Hamás lo controle desde el Parlamento. Es lo que podría aceptar la comunidad internacional. Y para Hamás esta opción es mejor que aceptar concesiones sobre sus líneas rojas".
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