Las facciones se preparan para futuras batallas
Los dirigentes de Hamás y Fatah se afanan por alcanzar un acuerdo que ponga fin a la crisis que, hasta la fecha, ha dejado una veintena de muertos en las ciudades de la franja de Gaza en choques violentos entre sus milicias. Pero los recelos no van a desaparecer de un plumazo con el eventual pacto. Sobre el terreno, ambos bandos continúan preparándose para batallas venideras.
En Yenín, en el norte de Cisjordania, 2.500 hombres armados de Fatah, el partido del presidente, Mahmud Abbas, se han hecho con el control de las calles, y no permiten a los dirigentes de Hamás circular en los vehículos de la Autoridad Nacional Palestina. Los portavoces del Ministerio del Interior, nombrados por Hamás aunque alguno de ellos no pertenece a esta organización, aseguran que el despliegue de esa milicia es ilegal.
En Gaza, la pugna por el control de los cuerpos policiales es mucho más grave. De hecho, es en la franja mediterránea donde han perecido todos los militantes de ambos grupos. A pocos observadores se les escapa que son los cuerpos policiales leales a Fatah quienes más han puesto de su parte para hacer la situación insostenible.
Las palabras de unos y otros revelan desconfianza. Los portavoces fundamentalistas exigían el sábado la formación de una comisión parlamentaria para investigar la entrega de 3.000 fusiles de asalto M-16 a la Guardia Presidencial, dependiente de Abbas, una transferencia que no puede llevarse a cabo sin el beneplácito de Israel. "Reclamamos que se aclare quién ha pagado las armas mientras el pueblo vive bajo el asedio", clamó un legislador de Hamás.
Y en la franja de Gaza, Jan Yunis es un auténtico polvorín. El diario Haaretz revelaba ayer que Mohamed Dahlan, prominente dirigente de Fatah y ex número dos del presidente, ha reclutado y armado en las últimas semanas a 4.000 hombres para las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, el brazo militar de Fatah, al tiempo que el contrabando de armas y explosivos para los grupos islamistas no se detiene desde que Israel abandonó en noviembre la vigilancia de la frontera de Gaza con Egipto. Las semillas de la violencia se siguen sembrando.
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