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Purga de corruptos en Cuba

Castro convierte en batalla política la lucha contra el fraude

Hace seis meses, en un descarnado discurso en la Universidad de La Habana, Fidel Castro anunció el inicio de una gran ofensiva policial y política contra la corrupción y el robo masivo al Estado. El líder comunista describió en aquella ocasión una situación de fraude generalizado, estimó en cientos de millones de dólares anuales las "pérdidas" por el saqueo ciudadano y admitió que, o se cortaba de raíz este cáncer, o la revolución podía "autodestruirse". Desde entonces, funcionarios del Partido Comunista han inspeccionado cientos de centros laborales y decenas de altos cargos de empresas estatales han sido destituidos sin publicidad. Ayer, la ministra de Auditoría y Control, Lina Pedraza, fue relevada de su cargo.

Ayer, la ministra de Auditoría y Control, Lina Pedraza, fue relevada de su cargo

Hace pocos días, por segunda vez en un mes, el Partido Comunista Cubano realizó cambios en su cúpula dirigente, esta vez nombrando nuevos secretarios provinciales en Matanzas y Villa Clara. El 28 de abril, el Buró Político del PCC había informado de la destitución fulminante de uno de sus miembros, Juan Carlos Robinson, quien durante años dirigió la organización partidista en Guantánamo y Santiago de Cuba.

En una crítica inusual, se acusó a Robinson de "prepotencia y altanería, abuso de poder y ostentación del cargo"; también de "indiscreciones y reblandecimiento en sus principios éticos". Robinson fue expulsado deshonrosamente del partido y ahora, según el Buró, "se investigan las consecuencias legales de su comportamiento".

Desde que Castro anunció en la universidad "un huracán de fuerza 5" contra la corrupción y el mal ejemplo, se constituyó un cuerpo de funcionarios profesionales del Partido Comunista que desembarcó en fábricas, empresas, comercios y hasta en museos y cabarés, para fiscalizar el trabajo de gerentes y directivos -en la mayoría de los casos, también miembros del partido-. Además, se crearon nuevos cuerpos de inspectores y "células anticorrupción" entre los encargados de llevar adelante la denominada Batalla de Ideas.

Durante meses, el emblema de la batalla anticorrupción fue el negocio de la venta de combustible. En un golpe de mano, a finales de 2005, Castro ordenó la intervención de todas las gasolineras, refinerías y camiones cisterna encargados de la distribución de combustible por una fuerza de 10.500 trabajadores sociales, directamente vinculados a su mando. El resultado de la singular auditoría, que duró seis meses, lo ofreció recientemente el mandatario: la facturación se incrementó un 230%. El fraude descubierto es de unos mil millones de dólares, y en localidades como Santiago de Cuba, donde funcionan 227 gasolineras, por cada dólar (0,77 euros), los empleados se quedaban con 80 centavos.

Lo ocurrido con el desfalco en el expendio de combustible, en opinión de diversos economistas, es revelador de la magnitud del robo en la isla y se puede extrapolar a casi todos los renglones económicos. Sin embargo, hasta los funcionarios más leales advierten en privado de que hay que distinguir entre corrupción y "supervivencia". "En América Latina un solo corrupto puede robar 11 millones de un golpe. En Cuba, 11 millones roban un dólar cada día, y eso es difícil de evitar mientras los salarios sean los que son y a la gente no le alcance", afirma un investigador de un centro de estudios estatal. Es del criterio de que las autoridades "no pueden convertir la supervivencia en delito", y, como él, muchas personas en la isla desconfían de que el Gobierno logre enderezar un árbol que lleva torcido tanto tiempo. "Antes que mirar cuánto se roba, hay que preguntarse las causas de por qué la gente roba. No valen sólo medidas coercitivas", considera este académico.

Una <i>trabajadora social</i> despacha gasolina en La Habana.
Una trabajadora social despacha gasolina en La Habana.EFE

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