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Cumbre UE-Latinoamérica

El presidente de Bolivia acusa a España de incumplir sus promesas

Zapatero se reúne hoy con Morales para resolver las discrepancias entre ambos países

El Gobierno español abordó ayer con claro afán desdramatizador la IV cumbre Unión Europea-América Latina, marcada en lo bilateral por la reciente decisión de Bolivia de nacionalizar sus hidrocarburos. Un primer paso fue la confirmación de que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero se reunirá hoy con Evo Morales, que ayer expresó su deseo de que se reparen "los daños" de "500 años de explotación", y afirmó que España no está cumpliendo sus compromisos de ayuda al pueblo boliviano.

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Las provocativas declaraciones del líder indigenista se encuadran en sus propios esfuerzos por entrevistarse con el presidente español en Viena, y en la tibia respuesta que esos deseos han merecido por parte de Zapatero, interesado en marcar distancias tras la nacionalización y en no implicarse personalmente en una negociación, que ha dejado en manos del Ministerio de Asuntos Exteriores.

La cita entre los dos líderes fue cerrada, sin embargo, en la noche del miércoles, en Madrid, por el ministro Miguel Ángel Moratinos, y su homólogo boliviano, David Choquehuanca. Ello no impidió que Morales irrumpiera ayer con rotundidad en la cumbre, al protagonizar la primera conferencia de prensa de un mandatario.

"Esperamos que después de 500 años, sobre todo con España y también con la UE, podamos hablar de reparar los daños", dijo, antes de narrar lo que le ocurrió hace cinco años, cuando llegó a España invitado por un ayuntamiento y un funcionario le pidió que mostrara 500 dólares. "Querían deportarme, porque no tenía ese dinero, pero yo les dije que tras 500 años de explotar nuestros recursos no había 500 dólares. Un funcionario se enojó, y el otro me dejó ir", concluyó. Y reiteró: "Estas cosas del pasado hay que discutirlas, debatirlas".

"Ha habido políticas de exterminio contra los indígenas, y es importante reconocer que fueron políticas equivocadas", señaló también. "Queremos estar comprometidos con los Gobiernos que piensan en las mayorías y en reparar los daños de estos 500 años", añadió.

Morales se quejó de la ayuda española cuando se le preguntó por qué no había incluido a España en una lista de agradecimientos que se extendía a Cuba, Venezuela, Japón y Dinamarca. "Ojalá que los compromisos del Gobierno español no se paren con la nacionalización", respondió. "Durante la campaña electoral, casualmente me encontré con algunas autoridades del Ejecutivo y me dijeron que, si ganaba, me doblarían la ayuda. No he pedido nada, pero no he visto nada. Zapatero me prometió hace un año que me condonaría la deuda. Tampoco veo la condonación".

Un portavoz de Exteriores puntualizó ayer que el Gobierno nunca prometió doblar la ayuda a Bolivia, aunque sí aumentarla sustancialmente, en el contexto de una duplicación del total de la ayuda exterior española durante la actual legislatura. En cuanto a la condonación de la deuda, el mismo portavoz aseguró que es firme el compromiso de llevarla a cabo por un valor de 120 millones de euros, anunciado por Zapatero en Madrid el pasado mes de enero, cuando Morales fue recibido en términos especialmente amistosos.Según datos de la Secretaría de Estado de Cooperación, la ayuda española a Bolivia ha aumentado desde los 43,6 millones entregados en 2004, a los 52 millones, aún por confirmar, en 2005 y a los 60 millones presupuestados para 2006.

El portavoz citado consideró que la intervención del presidente boliviano no había sido en absoluto dramática y subrayó que comenzó con estas palabras: "Siento que Rodríguez Zapatero es un aliado estratégico para mi país". Morales, por su parte, aseguró que no tiene información sobre posibles implicaciones de Repsol-YPF en operaciones de "contrabando", como las que atribuyó a la brasileña Petrobrás. El presidente de Repsol, Antonio Brufau, reiteró entretanto en España que recurrirá a la justicia si no llega a un acuerdo con el Gobierno boliviano.

José Luis Rodríguez Zapatero a su llegada ayer a Viena.
José Luis Rodríguez Zapatero a su llegada ayer a Viena.EFE

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