"La muerte digna forma parte de los derechos humanos"
El eurodiputado Chris Davies (1954) defiende para Europa el tratamiento que Suiza da a los enfermos que desean morirse pero cuya discapacidad les impide quitarse la vida sin ayuda. Davies, que hasta la semana pasada ha sido el jefe de filas de los liberales británicos en la Eurocámara, es la voz de la iniciativa legislativa sobre el suicidio asistido que el Parlamento británico debatirá este viernes. La idea es que una persona condenada a sufrir dolores irreversibles pueda quitarse la vida sin que los que le ayuden sufran represalias penales y bajo estrictos controles médicos.
A diferencia de la eutanasia, en el suicidio asistido es el enfermo el que por muy impedido que se encuentre da el último paso, por ejemplo, ingiriendo veneno a través de una pajita. Es el modelo que ha puesto en práctica Suiza, país al que un centenar de europeos han viajado para morir.
"Si estás sano y te quieres suicidar, puedes tirarte por un barranco, pero si estás discapacitado, dependes de alguien para que te ayude"
"Podemos imaginarnos la pesadilla por la que atraviesan los individuos atrapados en cuerpos que les hacen sufrir un dolor terrible"
Pregunta. ¿Por qué cree que el debate sobre la eutanasia y el suicidio asistido vuelven a estar presentes en algunos países europeos?
Respuesta. Porque se han producido cambios muy importantes en la ciencia médica. Cada vez va a haber más gente que se mantenga viva en situaciones en las que habrían estado muertas en generaciones anteriores y en condiciones en las que el individuo considera inaceptables por la falta de dignidad y el dolor al que es sometido el enfermo. Los individuos deberían tener derecho a decidir por sí mismos.
P. ¿Están las sociedades occidentales preparadas para aceptar el suicidio asistido?
R. El 80% de los europeos piensa que el suicidio asistido debería ser tolerado. No estamos hablando de eutanasia, sino de un proceso en el que la decisión de morir es totalmente voluntaria y sometida a estrictos controles médicos. Podemos imaginarnos la pesadilla por la que atraviesan los individuos que se encuentran atrapados en cuerpos que les hacen sufrir un dolor terrible.
P. Si todo el mundo está tan de acuerdo, ¿por qué piensa que estas reformas legislativas no salen adelante?
R. Primero, por motivos religiosos. Los católicos piensan que la vida debe ser protegida incluso de la persona que posee esa vida. Para ellos, sólo Dios puede decidir quitar una vida. Otros, argumentan que tolerar el suicidio asistido supondría aceptar que los mayores constituyen una carga y que esto podría constituir un peligro, pero yo creo que la muerte digna forma parte de los derechos humanos, porque si estás sano y te quieres suicidar, puedes tirarte por un barranco, pero si estás discapacitado, dependes de alguien para que te ayude. Eso sí el derecho a morir siempre debe ser fruto de una decisión expresada reiteradamente y de manera libre. Además, los médicos deben confirmar que se trata de un dolor duradero e irrecuperable. Si no se dan estas premisas, entonces sí debería ser perseguido judicialmente.
P. El Gobierno español anunció ayer que no va a modificar la regulación sobre las cuestiones relacionadas con la eutanasia, pero que intensificará los cuidados paliativos. ¿Cree que este tipo de tratamientos podrían ser suficientes y de alguna manera sustituir al suicidio o a la eutanasia?
R. No. El suicidio asistido no es una cuestión de salud, es un derecho. Los cuidados paliativos siempre tienen que existir, por supuesto, pero además debe existir la opción de quitarse la vida. Para mucha gente, la vida es insoportable por mucho que se les proporcione un cierto alivio a su dolor.
P. ¿Cuál es el estado del debate en el Reino Unido?
R. Se ha producido un gran debate a raíz de la publicación de casos de gente que ha viajado a Suiza para morir y cuyas parejas, a la vuelta, se han visto amenazadas por la justicia británica. Es patético, porque luego en realidad apenas se persigue a esa gente, pero las amenazas legales persisten, por eso 42 británicos han viajado a Suiza para morir.
P. ¿En qué situación está el proceso legislativo del suicidio asistido en el Reino Unido?
R. Este viernes se debatirá la iniciativa que yo defiendo en el Parlamento, pero probablemente terminará muriendo porque el Gobierno no tiene la voluntad política de ir hacia un modelo como el suizo, donde el paciente se administra la dosis, aunque esté impedido, basta con que pueda mover el meñique. Además, debe ser una decisión totalmente voluntaria, fruto de un sufrimiento duradero y que no albergue esperanza de recuperación. Los grupos religiosos están ejerciendo mucha presión.
P. ¿Qué lecciones extrae del modelo suizo, y hasta qué punto se puede extrapolar a otros países?
R. Creo que el modelo suizo es más apropiado que el de los otros países europeos porque el paciente siempre tiene la última opción; el enfermo juega un papel activo. Aun así, en el modelo belga o el holandés, más permisivos, tampoco hay pruebas de que se hayan producido abusos. Una de las lecciones que se extraen del modelo suizo es que se ha comprobado que la gente lo que quiere es tener la libertad para poder morir, pero que cuando llega el momento, la mayoría no ejercita ese derecho. Para ellos, lo importante es saber que si llega el momento, lo podrán hacer.
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