Un blanco premiado

Desde luego, Luis Hurtado de Amézaga tiene madera de enólogo y visión de futuro forjada en sus estancias australianas y francesas. Nada menos que en Château Margaux. Claro que cuenta con el apoyo discreto del padre, Paco Hurtado de Amézaga, una institución en Rueda, donde revolucionó el blanco después de haber puesto al día la bodega creada por su antepasado directo, el marqués de Riscal.

De tal palo, tal astilla. En poco tiempo ha conseguido recuperar posiciones de vanguardia en los vinos de verdejo, una de nuestras uvas blancas más personales. En esta ocasión ha añadido un ligero porcentaje de viura, que le da al vino buena acidez y estructura. El resto lo consigue a base de los actuales métodos de elaborar los blancos, fundamentalmente la maceración en frío, que permite una mayor extracción aromática. El vino ofrece una intensa gama de aromas frutosos y florales, con un fino matiz herbáceo. Es untuoso, fresco, muy varietal. Un excelente diseño que se llevó el premio de los vinos blancos en Enofórum, prestigiosa concentración de enólogos. Y eso, elaborando 1.250.000 botellas. Hay que tener genio.