Del latifundio al campo de golf
Recordar cien años de Benalup dan para mucho. Para ver la evolución de un pueblo, parado en el tiempo durante décadas hasta comenzar un reciente despegue ya reactivado en el siglo XXI. Los inicios del XX en Benalup estuvieron marcados por los latifundios. La concentración de la propiedad favoreció que surgieran en el entorno de las grandes fincas pequeñas chozas donde residían los jornaleros. En los fuegos que calentaban aquellos hogares, fueron cociéndose las luchas sindicales contra la explotación. Tiempos de revueltas campesinas que se tiñeron de tragedia en 1933.
En una noche de enero de aquel año, la Guardia de Asalto de la República quemó la choza de Francisco Cruz Seisdedos en plena sublevación campesina. María Silva, su nieta, pudo escapar. No así la veintena de personas que murió aquella madrugada. A la mujer superviviente, que sería asesinada tres años más tarde, la conocen como la Libertaria.
Llegaron después la dictadura, la pobreza, el contrabando, el furtivismo, los maquis. Era una economía recolectora. Fueron años recogiendo espárragos, tagarninas y caracoles. La emigración se convirtió en la alternativa para muchos, la única salida para salir de la crisis económica. Imágenes recogidas en el libro La Tierra. Historia de Benalup-Casas Viejas en el siglo XX a través de la fotografía muestran un pueblo que, avanzados los años sesenta y setenta, seguían con caminos rurales.
Segregación municipal
El 20 de marzo de 1991 Benalup logró la segregación de Medina-Sidonia, de la que había dependido administrativamente. Se le añadió el nombre de Casas Viejas, aunque hubiera quien pensara que aquello sonaba a tragedia. Los finales del siglo y los principios del siguiente han permitido avanzar en carreteras, infraestructuras y posibilidades. El turismo ha abierto oportunidades de empleo con hoteles y un campo de golf.
Esta evolución está contada fotográficamente en el libro. "Partimos de un subdesarrollo económico, un aislamiento y una marginación política y social con los problemas que plantea todo futuro que hay que hacer", escriben los coordinadores del libro, Salustiano Gutiérrez y José Benítez, en la introducción. Ambos también firman uno de los textos que acompañan a la fotografía. En él consideran que el progreso alcanzado salda "una vieja deuda histórica" con este pueblo. Aunque creen que hay otro tipo de deudas que todavía están pendientes. "La velocidad de crucero nos puede llevar a cometer errores no deseados. Nos equivocamos si no valoramos el desarrollo actual como fruto de las penurias anteriores, si los problemas actuales no los enfocamos con la luz de los pasados".
El título del libro tiene una justificación. "Porque la tierra con sus problemas, sus posibles soluciones y su evolución ha sido el nexo de unión de este viaje". En los textos, no se huye de los asuntos políticos ni económicos, ni tampoco se evita entrar en las casas para conocer los secretos. Aquellos hogares donde se impuso el miedo y donde romper el silencio ha costado casi un siglo.
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