La tele se mete en la cocina
Los cocineros españoles están de moda, y no sólo en el panorama gastronómico internacional. La televisión se ha apuntado a la estela y los ha transformado en estrellas de la pequeña pantalla. Todo con el visto bueno de los espectadores que les han abierto las puertas de sus hogares y convertido en famosos de confianza.
Tele 5 anuncia a bombo y platillo su penúltima apuesta prime time: doce famosos conviviendo durante ocho semanas en una casa-plató. Hasta aquí, nada original. La novedad empieza cuando los concursantes se colocan sus delantales y, divididos en dos grupos, se ponen a las órdenes de los jefes. El maestro del equipo negro, Sergi Arola, suma dos estrellas Michelin; el del equipo blanco, Mario Sandoval, ostenta una. Dos restauradores de prestigio al frente de Esta cocina es un infierno, una vuelta de tuerca al típico espacio culinario. Y no son los únicos. En Cuatro, los espectadores de Todos contra el chef escogen receta y retan a Darío Barrio a un duelo entre fogones. En el mismo canal, Iria Castro conduce la competición de noveles Duelo de chefs; mientras que el finalizado Oído cocina, capitaneado por Diego Ferrer, da sus frutos: los chavales con pasado conflictivo formados en el programa trabajan ya en el restaurante Loqui Loha, recién abierto en Madrid.
"Existe un interés evidente, sobre todo en las ciudades, por la gastronomía asociada a calidad de vida, salud, nutrición", sostiene Carlos Arnanz, sociólogo e investigador de audiencias de Corporación Multimedia. Una base social como para que dos espacios estrictamente divulgativos se mantengan con holgura en sus respectivas franjas horarias: los platos ricos y los chistes de Arguiñano, con un 26% de cuota de pantalla en las mañanas de Tele 5; las explicaciones amenas y los invitados de José Andrés, con un 21% en las tardes de la Primera. Y como para que, junto a los clásicos, las cadenas busquen "originalidad, un plus", como lo define Fernando Jerez, director de antena de Cuatro. O "una dimensión diferente, otra forma de contar lo que ocurre", según lo expresa Alberto Carullo, su homólogo en Tele 5, a propósito de Esta cocina es un infierno.
"Mostramos en directo cómo los grandes chefs se manejan en la trastienda de un restaurante", expone Carullo. Y de paso queda saciada la curiosidad por saber qué hay detrás de una minuta de alta cocina que cuesta 100 o 200 euros, según apostilla Pilar Blasco, directora ejecutiva del concurso. Este salto de categoría de lo cotidiano al entretenimiento o el espectáculo abre el abanico de público y justifica, a juicio de los programadores, el desplazamiento hacia el prime time y alrededores. Fogones impregnados de telerrealidad, de competición o de tele-coach (tele que ayuda). "Cocina y tele-coach son dos tendencias internacionales clarísimas en televisión que mezclamos en Oído cocina", asegura Jerez.
Cuatro rastreó mercados a la hora de confeccionar su parrilla y tomó nota de fórmulas que funcionaban en otros países. Todos contra el chef, por ejemplo, es la versión española de Britains versus chef; Oído cocina bebe de Jamie's Kitchen, idea del popular restaurador británico Jamie Oliver. Joven, moderno, pelo a la última, conciencia social, toca la batería en un grupo y se mueve en escúter por la vida. Todo un referente internacional de cómo ser líder de audiencia haciendo gastronomía catódica.
A Oliver se le puede ver en el Canal Cocina, presente en más de dos millones de hogares españoles a través del satélite o el cable. Su director, Rodrigo Ramírez, señala: "Es importante establecer un equilibrio entre la comunicación y la gastronomía; no hablamos de actores, sino de maestros de los fogones". Cierto, pero que han de conectar con el público. A la pregunta de por qué Darío Barrio para Todos contra el chef, Jerez contesta: "Además de ser un reputado profesional, Darío es mediático, tiene un físico espectacular y una telegenia enorme".
"Estoy encantado con lo que estoy viviendo, me siento a gusto delante de la cámara, pero no es el sueño de mi vida. Yo de niño no decía: 'De mayor quiero ser cocinero de televisión'. Mi ilusión era tener mi propio restaurante", espeta Barrio. "Cuando no tienes alimentos, matas por ellos; cuando tus necesidades básicas están cubiertas, puedes disfrutar, debatir, jugar con la comida. En España hemos llegado a esa fase y los cocineros nos hemos puesto de moda ¡Pues mira qué suerte! Pero sin perder de vista que somos nada más, y nada menos, que cocineros", agrega. El restaurador Abraham García alza una voz crítica: "Tiempo atrás, en Francia, paradigma de la gastronomía mal que nos pese, los chefs tuvieron también su momento álgido en los medios antes de convertirse en estrellas menguantes. Aquí estamos viviendo aún ese momento donde una artesanía trasciende sus lindes para encaramarse al escaparate".
La cocina española contemporánea va como un cohete y los maestros patrios alcanzan una proyección internacional sin precedentes, como recuerdan Mario Sandoval y Sergi Arola. Casi todo el mundo conoce los nombres de los grandes chefs. Su reconversión en estrellas televisivas estaba poco menos que cantada en España, como ya ocurriera en Francia o en el Reino Unido. Según el barómetro Personality Media, elaborado por la consultora del mismo nombre y AC Nielsen, el gran público considera a los cocineros los famosos más naturales, hogareños, duraderos, más agradables de ver y los que más confianza generan.
Los protagonistas lo perciben como una oportunidad de hacer didáctica culinaria y de acercar al gran público el sacrificio, trabajo y esfuerzo de su oficio.
Con ellos, y con propuestas modernas, se rejuvenece el viejo y eficaz argumento televisivo de la cocina (a quién no le suena Con las manos en la masa, de Elena Santonja). "La búsqueda de novedades responde a una sensación generalizada de cansancio, de ver siempre lo mismo", interviene Arnanz. "La gente está dispuesta a acercarse a algo diferente". Iria Castro cree que "es el momento de los cocineros, estamos de moda Y además en España los hay buenísimos". "Programas de corte tradicional pueden convivir con otros más cañeros en perfecta armonía. ¿O acaso no conviven los conciertos de música clásica con espacios de pop-rock?", reflexiona Arola.
Diego Ferrer, que repetiría en una segunda edición de Oído cocina, también cree en el tándem entre ambas fórmulas: "La clave está, precisamente, en la cantidad de espacios diferentes que se complementan". La cuestión es saber si habrá suficientes espectadores para todos. Un éxito desencadena el efecto llamada, con las demás cadenas lanzándose al filón, comenta Arnanz en plan biólogo del ecosistema televisivo. "Tras Los gavilanes, todas las televisiones estrenaron su telenovela, pero no hubo sitio para todas y ahora sólo sobreviven dos". El riesgo de saturación existe. Darío Barrio cuenta con ello: "Esto va por ciclos, cada vez más cortos y más rápidos. Si algo funciona se estruja hasta sacarle el jugo, y a otra cosa".
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