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Donald Trump
Columna
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¿Y si México gana afuera y pierde adentro?

Ojalá Sheinbaum gane en el frente externo mientras encuentra la manera de no asfixiar la economía en el frente interno

Claudia Sheinbaum Pardo en la conferencia matutina del 2 de febrero de 2025, en Ciudad de México.
Claudia Sheinbaum Pardo en la conferencia matutina del 2 de febrero de 2025, en Ciudad de México.Aurora Martinez (Getty Images)
Salvador Camarena

En el escenario de que la presidenta Claudia Sheinbaum atempere la manía arancelaria del presidente de Estados Unidos, de que a cambio de cooperación migratoria y en seguridad se castiguen marginalmente las exportaciones, ¿está listo México para despegar en lo económico?

La pregunta tendría que comenzarse a responder por una toma de la temperatura real, no la de las fotografías y declaraciones, de la relación entre el Gobierno de la República y los agentes productivos, que no necesariamente parece estar en los mejores términos.

Al sector privado, nacional y extranjero, le han recetado algunos tragos amargos que vistos en conjunto no pintan el mejor de los mundos como para que la inversión fluya apenas sepamos en marzo si pasamos la prueba de fuego impuesta por Donald Trump.

Enumero sucintamente algunas cosas que están ocurriendo en esas interacciones Gobierno-iniciativa privada, a la par de que todo dios anda con el Jesús en la boca a la espera de si lo que cede Sheinbaum es suficiente para aplacar a la Casa Blanca.

*Debo, no niego, pago…. El Ejecutivo arrastra deudas monumentales (a enero unos 20,500 millones de dólares, según Reuters) con contratistas de Petróleos Mexicanos, y nada desdeñables (12.000 millones de pesos) con el sector farmacéutico.

*Nuestro viejo amigo, el “Tope de precios”. La presidenta quiere que el litro de la gasolina estándar no pase de los 24 pesos. Ha establecido mesas con el sector gasolinero.

*Infonavit, porque lo digo yo. La reforma al Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores se hizo como la quería el gobierno: éste lleva mano en la definición de los proyectos, incluido el de volver al pasado, el de construir directamente. En el manejo de los fondos, aportados por los patrones para los trabajadores, ahora manda la gente que decida la presidencia de la República.

*Aviso a petroleras. La presidenta dijo hace una semana en la Mañanera esta frase sobre contratos entregados a la iniciativa privada en el sector petrolero: “Se revisarán esos contratos en acuerdo con las empresas: ‘¿vas a invertir o no vas a invertir?, y si no vas a invertir, pues regrésalo a la nación’”. Como va también la producción…

*Y, desde luego, la Reforma Judicial. Si de origen generaba suspicacias la elección por voto popular de todos los niveles de impartición de justicia, al correr de las semanas la suma de aberraciones y parches (particularmente de la lista del Senado de la República) confirman lo desaseado del proceso, y hacen temer aún más sobre la capacidad de quienes resulten electas y electos. Y falta por ver, desde luego, la elección misma.

La presidenta Sheinbaum ha dicho este lunes que resulta “obvio y natural” que baje el ritmo de la inversión en México. Pero ella lo atribuye a la zozobra en torno a si habrá aranceles. Sin ser una cosa a subestimar, sobra decir que la confianza de los empresarios comenzó a enfriarse antes: de noviembre de 2023 a noviembre de 2024 (último dato medido por el Inegi) bajó 4,6%.

Cada rato, literalmente, el sector privado se toma fotografías con la presidenta. Y más desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Qué bueno. Pero si Carlos Slim, el hombre más rico de México, critica la reforma judicial, ¿no importa en absoluto?

Sobre el tema, el empresario opinó en una conferencia la semana pasada que esa reforma “es un absurdo que se haya hecho, no venía al caso… es un error que cuando algo está mal borre uno todo y tenga que hacer todo de nuevo. Cuando algo está mal, se corrige”.

Si bien Slim dijo que no cree que la incertidumbre empresarial se deba a la reforma judicial, agregó que lo que ha faltado en México es “división de poderes”. Remató diciendo que ojalá “se dé”.

Lo que más conviene a México es que funcione la estrategia de la presidenta Sheinbaum para evitar los aranceles anunciados por Trump. Ya habrá tiempo, e información, para saber cuánto ha cedido en seguridad y migración a cambio de salvar la economía.

Qué mal escenario sería ése en donde la presidenta, habiendo sorteado la amenaza arancelaria, volteara a su país y viera que la imposición a rajatabla de mecanismos como el control de precios, la cerrazón a explorar cómo mejorar los contratos privados en el sector energético, la falta de pagos que se extiende por meses y meses, y los caprichosos cambios a leyes e instituciones sin escuchar a nadie externo a Morena hagan que la economía simplemente no arranque.

Habrá invertido talento y energía para salvaguardar un T-MEC, o lo que quede del mismo, para cuidar una oportunidad que difícilmente será aprovechada pues al capital, veleidoso como es, no le gusta que le cambien las reglas o que le regresen a mecanismos de los años setenta.

Ojalá Sheinbaum gane en el frente externo mientras encuentra la manera de no asfixiar la economía en el frente interno.

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