Volver a casa
Pedro Almodóvar estrena película, y en ella se reencuentra con La Mancha, la comedia, el universo femenino y con la que fuera 'chica Almodóvar' original, Carmen Maura. También con Penélope Cruz, que retorna al cine español tras cuatro años de ausencia.
En el piso superior del edificio de oficinas que la productora El Deseo tiene cerca de Las Ventas, en Madrid, Raimunda y Patty Diphusa se encuentran sobre la mesa de Pedro Almodóvar. Dos personajes de ficción separados por 20 años que el azar o el destino han unido en esta tarde de febrero. Raimunda es una mujer de pueblo, una de las protagonistas de Volver, el 16º filme del director manchego, de 56 años, que se estrenará el 17 de marzo. Patty Diphusa fue una estrella del porno, figura emblemática de la movida madrileña, protagonista de relatos y fotonovelas en La Luna y Víbora en los ochenta. ¿Por qué se encuentra ante dos de sus criaturas más lejanas, prehistoria y presente de su carrera? Porque está inmerso al tiempo en la promoción de su última criatura y en la preparación de una retrospectiva en la Cinematheque de París. Un proyecto ambicioso. La segunda exposición monográfica en la historia del centro dedicada a un director de cine, tras la de Jean Renoir.
"Pedro está encantado. Es importante dejar al cliente satisfecho" (Carmen Maura)
"El rodaje ha sido un juego maravilloso. Otra historia de amor" (Penélope Cruz)
"El guión no es nada sin ellas. Éste es un espectáculo de actrices" (Pedro Almodóvar)
"Quería copiar la risa de la hermana de Pedro. No he sido capaz" (Lola Dueñas)
"Es un honor, y está sirviendo para que cataloguemos todo el material. No sólo de cine, también cosas que hacía para el Víbora y previas: escritos y dibujos. En la Telefónica, además de escribir, me entretenía haciendo collages con los documentos. Y los van a exponer. ¡Quién me lo iba a decir!", cuenta entre risas. Una vuelta al pasado que tiene mucho que ver con la historia de su nuevo filme. Una tragicomedia de trazo costumbrista que supone el reencuentro con el universo femenino, con La Mancha, con Carmen Maura y Penélope Cruz, y con la maternidad y la muerte como material narrativo. "Pero al escribirla no sabía que estaba ante una vuelta personal. No sabía que, al poner mis pies en aquellos empedrados, me estaba situando de un modo tan intenso en mi infancia, ni que estaba hablando de todas las mujeres que me rodearon de niño. Esta película me ha proporcionado una cierta serenidad, pero también me ha emocionado de una forma que no preveía y me ha dejado sensiblón. Tengo la sensación de haber cumplido con un periodo, con algo que tenía que hacer. No sé si las películas pueden tener ese carácter curativo para los que las hacemos (yo creo que no, que muchas veces son revulsivos), pero ésta sí lo ha tenido. Aunque no me gustaría volver mucho más, porque al hablar de la muerte me he dado cuenta que tengo muy frescas las de mis padres. A pesar de que hace seis años de la de mi madre y 26 de la de mi padre, no las he superado".
También del pasado vuelve una alian- za que ha dado momentos gloriosos al cine español en las seis películas que compartieron entre 1980 y 1988; entre ellas, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, La ley del deseo o Mujeres al borde de un ataque de nervios. Carmen y Pedro. Maura y Almodóvar. Un reencuentro que despierta morbo. Actriz fetiche -la chica Almodóvar original- y director fueron inseparables, pero 17 años después aún no conocemos el porqué de su desencuentro.
"Ni lo pienso contar", remata una Maura espléndida a los 60 años y preocupada porque se note en la promoción: "Para que no me den sólo papeles de abuelita". Ella podría muy bien ser el puente entre Patty Diphusa y su hija en la ficción, Raimunda, interpretada por Penélope Cruz. "El Pedro que yo dejé no trabajaba con tanta gente y tantos medios, pero en el momento de la verdad era igual. Yo sé que Pedro está encantado con lo que he hecho. Y es importante dejar contento al cliente. Cuando le conocí, cuando era pequeño, se notaba que era listísimo porque era distinto a todos. Él era el más moderno y yo una antigua, pero compartíamos las historias, la imaginación Siempre estuve segura de que iba a ser muy famoso. Le veía mucho talento, y sobre todo me lo pasaba genial con las cosas que me hacía hacer. No pensábamos en la posteridad ni en la pasta. Era pura diversión. Y eso es lo que he buscado desde que empecé: reírme".
Y sigue riéndose, una mañana de enero, rodeada de sus compañeras de reparto en el camerino de un estudio fotográfico del madrileño barrio de Prosperidad. "Es que la abuela es mucha abuela", dice Yohana Cobo, la actriz que hace el papel de la hija adolescente de Raimunda; es decir, de su nieta. A ellas dos, a su otra hija ficticia (Lola Dueñas) y a la fiel vecina Agustina (Blanca Portillo) las entretiene con sus anécdotas mientras esperan para ser fotografiadas. Las cinco, azar o destino, madrileñas. "Carmen es una actriz que yo me sabía de memoria. Actuaba mucho antes de que yo la conociera, pero los años en los que se consolidó como una virtuosa, que es lo que es, fueron en los que colaboramos. Ha trabajado mucho desde entonces, y eso puede viciarte. Pero a ella le ha mantenido activa", sostiene Almodóvar.
El otro reencuentro esperado es el de Pedro y Penélope. Una unión que se ha paseado por alfombras rojas y cenas privadas, pero que tal vez aún no había explotado todo su potencial cinematográfico. Un camino común que ha dejado un rastro de fotos, e-mails y cartas que ella recopiló y encuadernó en un libro con una tirada muy limitada: dos ejemplares. Uno para cada uno. "Al tenerlos en la mano he tenido que tachar un montón de cosas, porque los dos tenemos la lengua muy larga, y si se nos pierde uno de los libros Pero también hay e-mails preciosos. Es un libro sobre nuestra amistad, sobre el trabajo. El viaje que hemos compartido ha sido una de las mejores cosas de mi vida. Crecer con alguien muy especial", cuenta Penélope.
La tercera colaboración de director y actriz, de 31 años, supone la vuelta a la industria nacional de su intérprete más internacional (y que viva el tópico). Cuatro años hacía que no estrenaba una producción española, pero se ha resarcido. "Penélope tenía muchas ganas de trabajar conmigo. Y yo con ella. Además, era la primera vez que tenía sobre sus hombros un personaje con este peso y esta complejidad. Creo que está soberbia. No pensaba que pudiera lograr con tanta claridad esa mezcla de fuerza de la naturaleza y tremenda fragilidad. Ha hecho el trabajo definitivo de su carrera y estoy encantado de que haya sido conmigo", afirma Almodóvar.
"Coincidían unas cuantas cosas, sí. Todas buenas. Todas, algo que celebrar", reflexiona Cruz, que afirma no haber tenido problema en separar lo profesional de lo personal: "Aunque es uno de mis mejores amigos, no tenemos el mismo tono cuando estamos en una escena que cuando vamos a cenar. Pero él utiliza lo que sabe de mí para sacar lo que el personaje necesite, con cariño y respeto. Es un juego maravilloso. Otro tipo de historia de amor. Yo lo veo así. Confiar y ver que no te decepcionan".
A pesar de lo catártico que el proyecto pueda parecer, hasta el último momento se barajaron dos guiones, dos ideas. Y la elección final, según Almodóvar, ni siquiera fue suya: "Fueron las chicas [de la productora]. Intuyeron que éste era el que necesitaba hacer. Venía de una película de hombres muy dura en la que lo había pasado mal. Fue el peor rodaje de mi vida. Y pensaron que me sentaría bien volver a la comedia. Volver a las chicas. Volver con Penélope, con Carmen. Y tenían razón".
El carácter familiar del proyecto se demuestra en la implicación de las hermanas Almodóvar. En un filme que habla como ningún otro de las tradiciones, de la cultura de la muerte y la solidaridad de La Mancha, ellas fueron asesoras e inspiradoras. Cocinaron todos los platos que aparecen en pantalla -y se come mucho en esta película; "hay quien me ha dicho que da hambre", confiesa el director- y guiaron a las actrices en la tarea de interpretar a unas hermanas "en algo" parecidas a ellas.
Guiarlas por los ritos rurales, pero también por su traducción a la ciudad. Al barrio. "Mi madre, en el pueblo, vivía en una calle con las mismas vecinas desde niña", explica Almodóvar. "Todas viudas. Mis hermanas la atendían, por supuesto, pero no vivían allí, y fue el cuidado natural de las vecinas entre ellas lo que las hacía estar bien. Esa solidaridad es una cultura que mis hermanas han trasladado a Parla. Significa aceptar a los inmigrantes o tener relaciones medio familiares con la persona que vive enfrente. Es algo muy bueno que debe perdurar. Yo pretendía contar que en los mismos patios donde ocurren los episodios más oscuros de la España negra, la gente se ayuda. Las cosas no sólo se solucionan a tiros, también se arreglan. Y saber que con lo que contamos es con esta vida. Aquí está el cielo, el infierno y el purgatorio".
A Lola Dueñas, de 34 años, le 'tocó' María Jesús, la hermana pequeña de Almodóvar. Una mujer con la que entabló una relación, según ella, más estrecha que con Pedro. Un hombre rodeado de mito. Un mito que, a estas alturas, puede imponer. Tal vez por eso, Dueñas, que ya aparecía en Hable con ella, nunca le ha contado que el día antes de su prueba fue al pueblo manchego de su familia, limpió la lápida y le pidió a su antepasada, como siempre hace, que la ayudara en el casting. Pero seguramente, a Pedro le haría gracia saberlo. Porque al día siguiente, la primera línea de la primera página del guión rezaba: "Secuencia 0. Cementerio manchego. Raimunda y Sole limpian la lápida ". "Nunca se lo dije a Pedro porque soy muy tímida. Me da rabia, pero me corto mogollón, todavía ahora. Es un problema mío, no tiene que ver con él. Tampoco puedes hacerte amigo de nadie cuando no es tu carácter. Y, sí, me he llevado muy bien con Chus. Mi personaje tiene una peluquería clandestina en su piso, y ella se prestó a que la peinara todos los días mientras aprendía con Juani, la peluquera que tiene un local como ése en su barrio. Chus me enseñó a hacer el flan que sale en la peli. Es la pequeña y la que se parece más a mi personaje: miedosa y nerviosa. Quería copiarle la risa, pero no he sido capaz. Tiene una risa preciosa, perfecta para Sole".
Blanca y Yohana comparten con Lola el nerviosismo, y tal vez la reserva, ante el mito. Relatan entre risas los ataques de llanto, abrazos y gritos que cada una tuvo al ser elegida y cómo acabaron en cierto estado de shock al ver el filme. La narración es de Yohana, actriz de 21 años que trabaja desde los 12 y ha participado en películas como El séptimo día. "La vimos con gente de la productora. Salimos y estuvimos tomando algo. Luego nos quedamos Lola, Blanca y yo. A las dos horas, y con una copita, empezamos a desahogarnos. Íbamos a más y más, y dijimos: vamos a llamarle. Para decirle que estábamos juntas y que nos había encantado. Como niñas. Creo que le hizo ilusión que estuviéramos tan contentas. Yo le di las gracias y él me las dio a mí. Quería grabarlo para oírlo cuando me deprima. ¡Que me diga eso él!".
"Tendría que ponerlas como coguionistas", bromea Almodóvar sobre sus cinco chicas. "Aunque el guión es férreo, no es nada hasta que ellas no lo incorporan. Es una película donde lo importante son las actrices. Y yo, con toda humildad, opté por una planificación transparente donde casi no se notara la cámara. Y estar muy cerca de ellas. Es una película muy física, los cuerpos transmiten toda la emoción. Ver el escote de Penélope con las medallas no es sólo mostrar que lo tiene soberbio: es la representación de la maternidad. Es un espectáculo de actrices". Preguntado por el peso del mito, por la trascendencia que para cualquier actor parece tener la llamada de Almodóvar, el director apela a la humildad: "Por una parte, es halagador; por otra, no me gusta que le den tanta importancia al hecho de que yo las llame, porque no sé qué esperan. Me gustaría que vinieran más serenas. Yo trato de no pensar en ello, en el privilegio que significa que la gente quiera trabajar conmigo, y que, si les llamo, les haga tanta ilusión. Me sentiría raro, sería como darme importancia".
Pedro está en el centro. Las cinco le rodean. De negro riguroso, como obliga la tradición manchega, aunque ésta no incluye tacones con strass, corpiños y faldas entalladas. Nadie pone pegas en colocarse en una u otra posición. La sesión de fotos es relajada. Los diarios del rodaje que Almodóvar publicó en Internet hablan de unas condiciones de trabajo casi idílicas. "Son mujeres que tienen vínculos muy fuertes entre ellas, y, mágicamente, eso se dio antes de empezar a rodar", habla Blanca Portillo, de 42 años, estrella teatral a la que el gran público reconoce por la serie Siete vidas. "Pedro decía que el trabajo más difícil estaba hecho: que existiera relación. Ha habido mucha química y camaradería". Penélope afirma que el proyecto "está bendecido". El director tampoco se corta: "Éste ha sido mi rodaje más grato. Excepcional".
El encuentro entre Patty Diphusa y Raimunda invita al director a la reflexión sobre lo que media entre ellas. La obra. En el edificio de su solvente productora, Almodóvar analiza: "El Deseo me permite ser dueño de mi carrera. Soy de los pocos directores que pueden elegir con total libertad qué quieren hacer. Pero no importa el poderío de producción que tengas: la seguridad de que una película va a salir bien no la da ni la experiencia, ni el dinero. Tampoco sé si es necesario. No soy muy mayor ni muy joven. Pienso en Fellini. Tuvo un periodo de obras maestras, pero su trabajo final no es comparable. Hay un ciclo de subida y de bajada. Los cantantes hablan de saber retirarse a tiempo. Pero uno no sabe cuándo termina el ciclo. A lo mejor, ya he hecho mis mejores películas y ahora queda una cuesta abajo. Pienso que no es así todavía, pero soy consciente de que la cuesta se presentará. Y me da miedo".
La película 'Volver' se estrena el día 17 de marzo en cines de toda España. Más información en: www.volver-lapelicula.com.
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